El poder y el efecto aburguesamiento
Existe una ley política según la cual se arriba al poder con ilusiones de transformación, pero una vez en el gobierno la energía se pone en conservarlo a toda costa. Esa es la autocrítica que ha hecho Luiz Inácio Lula da Silva, al analizar la actuación del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), hoy afectado por escándalos de corrupción, y que gobierna Brasil desde hace más de una década."No sé si el defecto es nuestro, si es del gobierno. El PT perdió un poco de la utopía. Me acuerdo cuando creíamos en los sueños, cómo llorábamos cuando hablábamos", se lamentó el ex presidente brasileño durante un seminario promovido por el Instituto Lula, en San Pablo.Y añadió: "Hoy necesitamos construir eso porque hoy sólo se piensa en el cargo, en ser electo, y nadie más trabaja gratis. Tenemos que definir si queremos salvar nuestra piel y nuestros cargos o nuestro proyecto".El PT ha venido perdiendo el apoyo de muchos simpatizantes y militantes afines a la ideología marxista, desencantados por el giro "hacia la derecha" de la política económica del gobierno de Dilma Rousseff, heredera política de Lula.Estos sectores críticos sostienen que los socialistas en el gobierno brasileño se han aburguesado y han ido perdiendo su capacidad para indignarse ante las injusticias sociales, al punto de ser parte del conjunto de los factores que las producen.El gobierno del PT, expresión política de la izquierda brasileña, atraviesa probablemente su peor momento. Una crisis económica y el escándalo de corrupción en la empresa estatal Petrobras, han hecho que pierda popularidad.Afectado por la situación, Lula acaba de decir que el PT, que gobierna Brasil desde hace 12 años, "perdió un poco de la utopía y necesita una revolución interna", en un tono fuertemente autocrítico."Necesitamos repensar la izquierda, el socialismo, y qué hacer cuando llegamos al gobierno. Mientras se es oposición es muy fácil ser demócrata, se puede soñar, pensar, creer. Pero cuando se llega al gobierno es necesario hacer, tomar posiciones", agregó.La reflexión de Lula recuerda al llamado "teorema de Baglini", según el cual el grado de responsabilidad de las propuestas de un partido o candidato será inversamente proporcional a su distancia del poder.Según esta regla enunciada en los años '80 en la Argentina por el entonces diputado por el radicalismo Raúl Baglini, cuando más cerca del poder está, más conservador se vuelve el grupo político y más se aleja del cumplimiento de sus promesas de campaña.El poder, al parecer, tiene la capacidad de transformar a sus poseedores, quienes se vuelven adictos a él, al punto de convertirse en rancios conservadores de los privilegios que reporta (cargos e influencias).Éste ha sido, en realidad, el gran dilema de aquellos que consideran que se puede cambiar el mundo a través de la política. "El revolucionario más radical se convertirá en un conservador el día después de la revolución", explicó Hannah Arendt, que estudió la génesis de los totalitarismos.La historia registra además el caso de rebeliones populares que terminan siendo tiranías. No hace mucho el intelectual de izquierda Régis Debray, el antiguo compañero del Che Guevara y amigo de Fidel Castro, se sinceró ante la prensa."Esa es la tragedia: se hace la revolución para dejar de tener un jefe y se termina con un superjefe. Eso fue también la Revolución Francesa, que quiso suprimir el Estado absolutista y terminó construyendo un superabsolutismo", afirmó.
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios