El riesgo de una recesión mundial
La eventual vuelta a una recesión profunda de la economía mundial, como insinúa la debacle bursátil, reduciría el ingreso de divisas por exportación de productos, en especial los del complejo sojero.El "viento de cola" que benefició en la última década a buena parte de los mercados emergentes, entre ellos Argentina, podría revertirse dramáticamente, si la crisis mundial hunde el precio de las materias primas.Hasta ahora América Latina está desacoplada de los problemas de sobreendeudamiento que aquejan al mundo rico. Las economías de la región vienen creciendo a tasas sorprendentes, mientras Europa y Estados Unidos se debaten en el ajuste.El "milagro latinoamericano", al menos hasta acá, se explica porque el precio de sus exportaciones (materias primas) las hace altamente remunerativas. Y esto por la creciente demanda de metales, alimentos (soja) y energéticos, motorizada por el bloque asiático, sobre todo China, convertida en el nuevo eje de la globalización capitalista.Pero la crisis en el mundo rico se ha agravado aceleradamente el último tiempo y ya tiene impacto en todo el sistema económico mundial. La caída estrepitosa de las bolsas, entre ellas la de Buenos Aires, es un síntoma de que nadie se salva.La conjetura sombría que existe es que la economía mundial podría deslizarse hacia un ciclo recesivo prolongado y hasta depresivo. Entonces la menor demanda de las economías americana, del euro y de Japón, podría hacer caer el precio de las materias primas.Si esto ocurriese Argentina y otros países de la región, que se han venido beneficiando por la larga bonanza del valor de productos como la soja y los minerales, verían caer drásticamente sus ingresos por exportación.Hay que recordar que en 2008, luego de la caída de Lehman Brothers, en el país se contrajo la actividad económica, cayeron las exportaciones y se perdieron empleos industriales.Brasil, uno de los países beneficiados con la demanda asiática, es el principal comprador de bienes industriales argentinos. Si su economía se contrae, por los efectos globales, la actividad manufacturera local se resentiría.El país estos años ha funcionado gracias a estos dos motores: la soja y Brasil. Si estos motores perdieran potencia, funcionaran menos, la economía doméstica podría entrar en un ciclo recesivo preocupante.Algunos analistas llaman la atención sobre la posición de debilidad en que se halla el país. Al respecto mencionan que las divisas que entran por el excedente comercial (soja) se van por la ventanilla de la fuga de capitales (que sólo en el primer semestre del año sumó casi 10.000 millones de dólares.¿Qué pasa si se reduce el flujo de divisas comerciales mientras la fuga persiste? Por otro lado, el presupuesto nacional es muy dependiente de las retenciones a las exportaciones. ¿Qué puede ocurrir fiscalmente si se derrumba ese ingreso?En este sentido, muchos economistas se preguntan cómo se financiaría entonces el gasto público, en el cual los subsidios millonarios a la economía (que se aplican para mantener artificialmente bajas las tarifas públicas) tienen un peso decisivo.El otro tema es el retraso cambiario. Hay toda una corriente de opinión que dice que el tipo de cambio real ha perdido competitividad, aunque eso se disimula con el precio de los bienes que el país exporta (soja).Muchas empresas se quejan de que sus costos en dólares son altos, por efecto de la inflación, al tiempo que alertan por la sobrevaloración del peso, que les impide exportar y alienta la importación.El nuevo escenario internacional, ¿acelerará una corrección cambiaria?
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