El Salvador, país herido por la guerra
El país centroamericano sufrió, entre 1980 y 1992, un conflicto armado interno que dejo un saldo de 75.000 muertos y 8.000 desaparecidos. Ahora lidia con un emergente de ese conflicto: las pandillas (maras).Días pasados El Salvador fue noticia por la beatificación de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 por un escuadrón paramilitar."Es momento favorable para una verdadera y propia reconciliación nacional ante los desafíos que hoy se afrontan", dijo el Papa Francisco, en una carta enviada a los salvadoreños, a propósito de esa beatificación.La guerra civil en El Salvador fue un conflicto bélico interno que enfrentó al ejército gubernamental y a las fuerzas insurgentes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).La confrontación concluyó, luego de un proceso de diálogo de las partes, con la firma de los Acuerdos de Paz de Chapultepec, que permitieron la desmovilización de las fuerzas guerrilleras.El telón de fondo de este conflicto -vigente aún hoy- se caracteriza por la pobreza y la desigualdad. La falta de oportunidades laborales y de un futuro mejor, hizo que en el pasado muchos jóvenes se pasaran a las filas de la guerrilla.La otra cara de esta realidad social es el éxodo constante de salvadoreños al exterior, sobre todo a Estados Unidos, en busca de una vida mejor. En virtud de este éxodo, hoy el 70% de las familias de El Salvador reciben remesas externas, y en muchos casos es el único ingreso económico de las mismas.Actualmente, la violencia de las pandillas rivaliza con lo peor de la guerra civil. Por su acción hoy se registran 20 asesinatos por día en un país que tiene 6 millones de habitantes.Estas organizaciones, que controlan el 90% del territorio salvadoreño, son un emergente de la pobreza (reclutan sus miembros entre jóvenes excluidos y sin educación), y de la guerra civil.Como dice la periodista salvadoreña Ivette Durán Calderón, "estos jóvenes se criaron en una cultura de la violencia y de la ley del más fuerte, muchas veces por hechos provocados por las fuerzas del orden, lo que instaló una percepción negativa del Estado y de las fuerzas de seguridad".Muchos pandilleros crecieron en numerosos campos de entrenamiento de la guerrilla, durante la guerra civil. Lo paradójico de la situación es que hoy gobierna El Salvador el Frente Farabundo Martín, cuyos miembros son ex guerrilleros.El partido oficial, que controla los resortes del Estado, debe lidiar con los hijos de la guerra civil, que a su manera cuestionan el injusto orden social vigente.Howard Cotto, subdirector general de la policía y antiguo comandante guerrillero, ha dicho hace poco que las pandillas no encontrarán el apoyo social que ellos tuvieron cuando se enfrentaron al gobierno en los '80."No tienen proyecto político ni ideología -dice-. Por eso son mucho más vulnerables". Pero Cotto cree también que la de hoy no es una guerra que se pueda ganar militarmente si no se modifican las condiciones sociales de exclusión. "Podemos entrar en una comunidad y llevarnos a 50 pandilleros que otros 50 entrarán en la pandilla", advierte.Con respecto a la génesis de las pandillas salvadoreñas (maras), ellas también se nutrieron de las personas que habían emigrado a Estados Unidos y luego fueron deportadas por haber cometido allí algún tipo de delito.El fenómeno social de las pandillas es propio de las comunidades hispanas en ciudades norteamericanas, de donde se exportó a Centroamérica.
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