El ‘sincericidio’ de la inflación: un paso doloroso pero necesario para avanzar

Hasta el precio de la lechuga sirve para generar incertidumbre. Ni hablar del durazno que está a 40 pesos el kilo. "Me los van a traer en un camión de caudales", disparó con sorna el verdulero. Finalmente la realidad se impuso y la inflación quedó en escena. Ahora, habrá que enfrentarlo. ¿Tiene resto la gestión de Cristina para hacerlo? Jorge Barroetaveña Fue como los globos que se inflan e inflan. En algún momento iba a reventar y pasó el jueves cuando, sin ponerse colorado, el Ministro de Economía Axel Kicillof anunció que el índice de inflación de enero fue del 3,7%. A él le tocó hacer la parte más fea del mandado que fue dejar en evidencia los 7 años de mentira que rodearon las estadísticas oficiales, con las consecuencias que esto trajo, muchas de las cuales todavía no han visto la luz.Kicillof fue como esos cirujanos que deben decirle al paciente que, para curarlo, le tienen que amputar la pierna. Claro, nunca antes le habló del tema ni lo preparó para semejante noticia. Agarró el cuchillo y procedió, sin anestesia. Este 'sincericidio', que en algún momento el gobierno debía hacer, llegó hoy, aquí y ahora. De poco le sirve a la economía debatir esto, aunque sí a la política. A esta altura son dos problemas que van por cuerda separada. La política obligó a la economía a mentir durante mucho tiempo, fraguando las estadísticas del estado, con todo lo que eso implica. Cualquiera pues, ante semejante admisión, tendrá derecho a dudar de todas las cifras que el estado argentino dio en estos últimos años, más allá de la autocrítica que todavía no llegó. Si, como dijo el Jefe de Gabinete Jorge Capitanich, el índice 'congreso' es un 'recontramamarracho', ¿qué fueron las estadísticas del INDEC durante todos estos años? El gobernador de Chaco está tan perdido en los vericuetos del cargo, que ya ni las conferencias de prensa lo ayudan. Menos mal pues, para los deseos de Sergio Urribarri, que no fue el elegido por Cristina. El entrerriano se ahorró un desgaste innecesario, una exposición pública peligrosa y una muerte prematura de sus ambiciones. Capitanich se debate como los náufragos, sin brújula, sin timón y ninguna costa salvadora cerca.El anuncio del Ministro de Economía le puso también, sin que ese fuese el deseo oficial, la lápida definitiva a una de las últimas banderas que enarbolaba el kirchnerismo: su lucha contra el Fondo Monetario Internacional. El nuevo índice es fruto de los condicionamientos del organismo externo y la banca extranjera que, sin datos serios, no estaban dispuestos a avalar préstamo alguno y menos un acuerdo con el Club de París. Algún trasnochado podrá pensar que el espíritu de Néstor Kirchner sobrevoló los últimos días las decisiones del gobierno. El ex presidente era, ante todo, un pragmático con cintura política y hoy, acuciada por las circunstancias, su esposa ha resuelto transitar el mismo camino.El sinceramiento de los niveles de inflación fue el primer paso, ahora sigue ver cómo hacen para contener la disparada después de la devaluación del peso y las expectativas negativas que se fueron generando en los últimos dos años. Demasiadas señales tuvo la administración kirchnerista para no darse cuenta de lo que pasaba. Si hasta el resultado de las elecciones del 2012 fue una muestra que la realidad iba por un lado y el imaginario del relato por otro. En la economía, como en cualquier otra actividad de la vida, la confianza es clave porque permite tener controlados los niveles de incertidumbre. La Argentina no es, ni lo será seguramente por mucho tiempo, un país fácil de domesticar, por su historia de crisis recientes. En el imaginario colectivo está instalada esa sensación y pasarán generaciones hasta que se pueda disipar. En el mientras tanto, los reflejos llevarán a la cautela y la cautela a una actitud defensiva, en todos los órdenes.El gobierno dio el jueves el primer paso para empezar a recuperar la confianza perdida por buena parte de la sociedad. Doloroso pero necesario, era imprescindible darlo.Mientras Daniel Scioli desandaba en New York el camino que los candidatos presidenciales habitualmente transitan, mostrándose seguro y llevando tranquilidad a los inversores internacionales, Sergio Massa siguió manejando la ambulancia y levantando los heridos que deja el kirchnerismo. La escena es repetida en la interna peronista pero la historia la repica una y otra vez.Si el kirchnerismo se debate entre el apoyo a Scioli o llevar un candidato propio para conservar el núcleo duro y poder soñar con un futuro regreso, la oposición dio un paso osado en términos de alianzas. Por primera vez Carrió y Cobos admitieron que podrían sumar a Macri a una eventual coalición. La intención es tan revolucionaria como complicada. El final es la interna abierta con un solo candidato opositor, algo que podría ser fatal para un peronismo dividido si es que Massa y Scioli siguen adelante. Sería el peor escenario para el peronismo que supone le será imposible a políticos tan dispares como Macri, Carrió o Binner, ponerse de acuerdo.Es la primera vez en mucho tiempo que algo de osadía política invade a una oposición dormida. Las grandes conquistas se hacen tomando riesgos y no desde la comodidad que dan las certezas. Para desbancar al peronismo del poder se necesita algo más que críticas. Un proyecto serio que permita gestionar y valentía para hacer cosas que nunca antes se han hecho. Es el único antídoto contra el fantasma de la gobernabilidad. Y el peronismo, inmune, es quien mejor lo sabe.
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