El trauma psíquico tras la inundación
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Las aguas comenzaron a bajar en las zonas más afectadas de la provincia de Buenos Aires. Pero la "vuelta a casa" implica toparse con los daños causados por el desastre.Las secuelas que deja en las personas una inundación, como la producida en territorio bonaerense, son múltiples. Las más evidentes son de carácter físico, asociadas por caso a la destrucción del hábitat.También están las graves consecuencias sanitarias y epidemiológicas. El nuevo entorno degradado es caldo de cultivo para que afloren enfermedades. Los equipos médicos de emergencia trabajan para atender a la población afectada.Entre los principales problemas de salud detectados en las localidades de Salto y Luján, según los partes sanitarios, se mencionan: dolor de garganta, fiebre, vómitos, catarro, dificultad para respirar, crisis hipertensivas, sarpullido, picaduras de insectos y dolores musculares por levantar objetos pesados al querer salvar algún mueble del agua.Además, en los centros de evacuados hubo chicos con diarrea y gastroenteritis, más allá de enfermedades como la diabetes, el asma o las cardiopatías.El otro efecto grave de una inundación involucra la salud mental de la población damnificada, algo que suele ser muchas veces desestimado. Lo cierto es que los desastres de este tipo producen una perturbación psicosocial que puede ser de magnitud.Los expertos sostienen que el psiquismo humano reacciona adecuadamente a un cambio cuando tiene el tiempo suficiente de adaptación. Pero hay situaciones de emergencia, como la inundación, donde esa capacidad de adaptación queda superada.Los afectados, en estos casos, deben afrontar el duelo por la muerte de familiares o amigos cercanos o deben lidiar con la pérdida de sus viviendas y enseres que en ocasiones pueden representar el total de sus pertenencias.También pueden sufrir alteraciones emocionales asociadas a la ansiedad, miedo, tristeza, frustración o rabia, fenómeno anímicos que se acompañan de cambios en el funcionamiento físico de las personas (palpitaciones, tensión muscular, sensación de vacío de estómago, entre otros).Otro impacto es el estrés postraumático. Así se llama al trastorno de ansiedad que aparece en los casos en que la persona fue víctima de un hecho traumático.Según los manuales de medicina, uno de los síntomas más evidentes de este trastorno tiene que ver con la tendencia a revivir en la mente el hecho traumático de manera continua y vívida.En estas circunstancias la persona pierde por un momento el contacto con el presente. Tiene recuerdos reiterativos y angustiantes del episodio, padece pesadillas o reacciona con molestia a situaciones que le recuerdan lo que vivió.El estrés postraumático puede ir acompañado, además, de evasión que incluye: sentimientos de indiferencia, no poder recordar aspectos del hecho, falta de interés en las actividades normales y evitar a las personas o lugares que le recuerden la tragedia.Otro síntoma es la hiperexcitación, que hace que la persona afectada se sienta irritable y tenga ataques de ira. Por último, esta última puede desarrollar pensamientos o estados de ánimo negativos.Como se ve, las inundaciones son vividas con enorme sufrimiento psicológico por la población afectada, la cual por tanto debe recibir una atención acorde. Según los expertos, gran parte de la sanación pasa porque esa gente perciba una corriente de empatía de su entorno.
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