AJUSTE
“El veto a la Emergencia en Discapacidad es deshumanizante”: Una visión desde adentro
Rodrigo Ipperi y Agustín Aguiar, artistas destacados y docentes en escuelas de educación especial, expresaron su preocupación frente al veto de la Ley de Emergencia en Discapacidad y el abandono estatal. “Esto no es una opinión: es una emergencia”, aseguraron.
Rodrigo Ipperi y Agustín Aguiar son dos artistas consagrados de la ciudad. Sin ir más lejos, hace unos meses ambos conquistaron los escenarios de Cosquín, donde Ipperi fue destacado como el “mejor músico de Pre Cosquín 2025”. Por otro lado, son también docentes de música en escuelas de educación especial, y desde ese lugar, su compromiso va más allá de la música.
En medio del contexto actual, donde el gobierno nacional vetó la Ley de Emergencia en Discapacidad y cientos de familias se movilizaron exigiendo respuestas, ambos artistas dialogaron en Ahora Cero Radio sobre el tema.
Aguiar trabaja hace años en la escuela Santa Rita, un centro que comenzó como espacio de estimulación temprana y hoy funciona como escuela integral. Ipperi, por su parte, se incorporó este año en la Escuela Privada de Educación Integral N° 23 “Emanuel”, institución que trabaja con niños, adolescentes y adultos con discapacidad. Desde sus aulas, ven a diario los efectos concretos de las decisiones políticas que impactan sobre uno de los sectores más vulnerables de la sociedad.
“El veto a la Ley de Emergencia en Discapacidad es deshumanizante”, expresó Ipperi, y Aguiar agregó: “No se trata solamente de que las instituciones sigan funcionando, sino de cómo el ajuste impacta en la vida cotidiana de las familias. Muchas veces la escuela es el único espacio donde esas madres, padres o tutores pueden bajar sus angustias, evacuar dudas y recibir contención. Con este recorte, todo eso se vuelve más pesado”.
Ambos insisten en la necesidad de alzar la voz, sin miedo a las represalias ni a los discursos de odio. “Ser docente hoy implica también un deber ético. Tenemos que decir lo que pasa. Porque lo que está ocurriendo es grave, y no se trata de una diferencia de opinión. Es una emergencia”, remarcó Rodrigo. Y señaló: “Nosotros vemos alumnos con autismo que, si no tienen la atención adecuada, pueden terminar en una crisis o convulsionando. Esto no se toma vacaciones. La discapacidad es 24/7. No es simplemente ir cuatro horas a la escuela”.
De música, vocación y política
Desde su experiencia cotidiana, Ipperi compartió reflexiones conmovedoras sobre lo que implica ser docente en escuelas integrales: “Trabajar la integralidad no es para cualquiera. Hay que sacarse todos los manuales de encima y estar en el aquí y ahora, en lo que va pasando y en lo que surge. Hay chicos que no tienen lenguaje, chicos que no tienen motricidad, entonces la música termina siendo a veces un momento de escucha, un momento de pausa”.
El profesor resalta que esa pausa es profundamente significativa. “Se aprende muchísimo en esa instancia, porque uno empieza a encontrarse con que las barreras las ponemos nosotros. Cuando estás frente a un alumno que no puede hablar, que no puede caminar, te das cuenta de que muchas de las cosas por las que uno se queja son insignificantes”.
“Cuando no hay lenguaje, hay sonrisas o movimientos de brazos. Hay chicos que se ríen cuando escuchan una canción que les gusta. Y eso es espectacular. Otros, en cambio, no toleran la música porque les genera nerviosismo. Entonces ponemos sonidos de lluvia, de cascadas. Es muy variado. Pero siempre hay una búsqueda de conexión, de calma, de encuentro”, contó el profesor y cantante.
Además, declaró que no debería tener que separarse el ser docente con lo humano: “Mis ideas me acompañan a todos lados, a la escuela, a mi casa y al escenario también. Entonces creo que, si como docente de la integralidad veo que mis alumnos están perdiendo derechos y su salud empeora, y eso no me moviliza, sinceramente no sé qué hago ahí”.
También se refirió al contexto social actual y a las familias con las que trabaja: “Muchas no tienen un sueldo fijo, trabajan en la informalidad, se manejan con lo que hay. Y cuando la obra social no responde, o hay que pagar algo extra, se vuelve muy difícil. Todos los problemas decantan en la escuela, y nosotros, docentes y equipos técnicos, tenemos que amortizarlos como sea”.
“Cada uno piensa y vive como quiere, pero un mundo donde se empiezan a poner en duda cuestiones tan elementales como el vivir dignamente, me asusta”, confesó Rodrigo. Para cerrar, dejó una advertencia lúcida y potente: “Estas medidas de ahorro, entre comillas, terminan llevándose puestas a personas. Y muchas veces, a personas que no tienen la posibilidad de hablar o de pensar críticamente. Nosotros que sí podemos pensar, tenemos que mirar más allá de nuestro ombligo y entender que hay derechos que se están perdiendo, y que cuando eso pasa, ya no es solo una discusión política. Es una cuestión de humanidad”.