
Fieles a su esencia los políticos argentinos no cumplieron con su palabra: otra vez este año nos enfrentaremos a una seguidilla de elecciones, locales, provinciales y nacionales. ¿El motivo? Las conveniencias políticas de los gobierno de turno, de cualquier color político. A esta altura no importa. La falta de palabra sí que es patrimonio ideológico de casi todos.
Por Jorge Barroetaveña
En abril los entrerrianos irán a las urnas en el marco de las PASO para elegir candidatos locales y provinciales. Un paso imprescindible para poder presentarse en la general. Un par de meses después, en junio, llegará la hora de la verdad para saber quién será intendente de nuestro pueblo o gobernador de nuestra provincia. En el medio se 'colarán' largas listas de legisladores provinciales, concejales y hasta responsables de Juntas de Gobierno.
Es probable que las boletas vuelvan a ser 'largas como esperanza de pobre', repitiéndose el panorama del 2015 en el que la confusión fue lo que primó y el conteo de los votos se hizo interminable en muchos lugares.
Cuando esto esté definido, se nos vendrá encima el cronograma nacional, para la elección de legisladores y nada ni nada menos que Presidente de la Nación. En agosto habrá PASO, en octubre primera vuelta y en noviembre, si la hay, segunda. Tres elecciones más, tres surcos más que habrá que hacer para ir a votar a las escuelas. Los políticos, felices de gastar cientos de millones de pesos, sólo por conveniencia propia destinada a ver cómo hacen para mantener el poder. Ni más ni menos porque la naturaleza de una decisión no cambia por la fecha, o sí, que es lo que suponen.
Entre Ríos gastará 600 millones en el desdoblamiento electoral. Las boletas, la apertura de las escuelas, la movilización de efectivos, el pago a las autoridades de mesa, etc, etc y etc. ¿Cuántas cosas podrían haberse hecho con ese dinero? Muchas, importantes, aunque eso no forma parte del debate ni del interés del grueso de la dirigencia.
El desdoblamiento abre el debate sobre qué influirá más a la hora de votar, y si las motivaciones podrían cruzarse. En el 2015 es innegable que pesó la elección nacional y eso tuvo un efecto catarata sobre el resto de los comicios. Cambiemos ganó en más de la mitad de las intendencias de Entre Ríos y el PJ salvó raspando la gobernación. Arriba, Macri le ganó claramente a Scioli en la segunda vuelta.
Los intereses se cruzaron pero pesó más lo nacional, sin dudas. El corte de boletas pocas veces supera los promedios históricos, con lo que las tendencias que vienen desde arriba se modifican en contadas ocasiones. El desdoblamiento instalará el foco en las realidades locales y provinciales, quizás más en las municipales donde los niveles de conocimiento y cercanía les dan otra temperatura.
Puede que una eventual interna PASO entre Bordet y Solanas levante la temperatura del peronismo. O que si finalmente juega Frigerio en Cambiemos, se produzca otro cimbronazo. Nada tampoco asegurará el comportamiento de los perdedores en la general. Un botón basta de muestra y es lo que pasó en Gualeguay en el 2015. Bogdan, el actual intendente, pasó de 2.600 votos en las PASO a más de 16.000 en la general. ¿Todos votos de Cambiemos? No, muchos votos del PJ fueron a parar a sus arcas. Enojos, pases de facturas, acuerdos tácitos, pasó de todo en aquella elección. ¿Habrán aprendido el juego de jugar una interna y después respetar el resultado en la general?
¿Cuánto influirá en el grado de movilización que tendrán los comicios nacionales cuando ya ninguno de ellos se tenga que jugar la ropa? ¿Movilizarán de la misma manera? En Paraná se jugará otra interna grosa con la disputa eventual entre Varisco y Adán Bahl, dos pesos pesados que podrían terminar inclinando la elección para uno u otro lado.
Cambiemos domina una parte importante del interior provincial aunque el resultado de su propia interna podría ser determinante. El radicalismo deberá definir su rol y ver hasta dónde tiene margen para enfrentar el poder de Frigerio, si es que este decide no ser candidato. La disyuntiva es ir con un viejo conocido como Benedetti o apostar a una cara nueva. Para esto último el tiempo es escaso.
Los lugares elegidos para la rosca son un puñado apenas. Por estas horas y pese al tórrido verano, empezarán a delinearse las listas, en base a los compromisos y los pedidos especiales. Para repartir hay bastante, aunque la fila de interesados es larga. Los que están quieren seguir, los que se fueron desean volver y los que nunca estuvieron miran con cierta simpatía. Por supuesto que nada asegura la victoria, si bien los que ya forman parte del sistema tienen ventaja. En Entre Ríos buena parte de la actividad económica está condicionada por el estado. Sus tentáculos llegan a todos lados y aquel que maneja sus resortes tiene un punto de partida alto.
El desdoblamiento podría provocar, mal que le pese a algunos, un efecto contrario al buscado. Al final, bien al final del camino, sólo están el votante y su conciencia. Magullados ambos, desencantados, desconfiados pero libres entre esas cuatro paredes. Y todo puede pasar.