En el Día de la Patria, el legado de San Martín y Belgrano, siempre presente

La historia argentina está llena de buenos ejemplos. De hombres que, pudiéndolo tener todo, optaron por el retiro y se alejaron para siempre. De hombres que, pudiendo vivir en la comodidad de la riqueza, eligieron morir en la austeridad de la sencillez, casi pobres de toda pobreza. Para ellos este recuerdo, hoy en el Día de la Patria. Jorge BarroetaveñaManuel Belgrano, prócer inmortal, yacía tirado en una cama sencilla. Apenas rodeado por gente de su confianza y familiares cercanos, tomó el reloj de la mesita de luz y se lo dio. Su gesto apuntó al médico que lo estaba atendiendo. Belgrano agonizaba pero tenía momentos de lucidez. Sabía que no tenía para pagarle al galeno y no tuvo mejor idea que entregarle su reloj. El mismo que lo había acompañado en numerosas batallas peleando por la independencia del continente americano. Nació, vivió y murió pensando en su país, sin importarle la riqueza ni el reconocimiento. Hasta en el lecho de muerte fue consecuente.San Martín pudo tenerlo todo: poder, gloria y riqueza pero eligió quedarse con la inmortalidad. No fue premeditado claro, pero su autoexclusión de la vida política y militar de Sudamérica en un pueblo perdido de Francia fue todo un símbolo. Cansado de las luchas internas y tenaz opositor a desenvainar su magnífico sable corvo contra sus hermanos, optó por el retiro. Hasta fue grande en el momento más importante de su vida, con todo a su alcance, cuando mano a mano con Bolívar decidió que su límite había llegado. Y literalmente desapareció de la vida política argentina, porque creía que su ausencia sería más beneficiosa que su presencia. ¿Qué mayor gesto de grandeza se puede esperar de un hombre común y silvestre?Está claro que San Martín y Belgrano no eran hombres 'comunes y silvestres'. Lo eran claro por sus achaques y debilidades terrenales, más nunca por sus gestos y actitudes. Ambos dejaron para la posteridad un legado que cada día, y no solamente hoy, debería ser reivindicado.Hoy, que la política argentina suele consumirse en una hoguera de vanidades donde nadie renuncia a nada, sus figuras deberían estar más presentes que nunca. San Martín y Belgrano fueron grandes por lo que hicieron y por lo que no hicieron. Fueron grandes porque se dieron cuenta de sus límites y no dudaron en apartarse para no perjudicar una causa que los excedía. Al cabo, no pensaron en sí mismos y en su gloria personal sino en el porvenir de millones. Hoy, cuando el sol asome en el horizonte, todos recordaremos aquel primer gobierno patrio, que empezó a desandar el camino de la independencia, pero no habría que olvidar a los hombres que lo hicieron posible.La paz cambiaria de las últimas semanas se vio sacudida con el salto del dólar blue. Es lo que Fábregas le venía anunciando hace rato a la Presidenta: no es posible mantener planchado el dólar mucho tiempo si no se toman otras medidas de fondo. El dilema pues es el impacto que estas tendrán en la economía real.Brasil vive un proceso similar al de la Argentina aunque con menores niveles de inflación. Hace un año Rousseff retocó las tasas de interés para enfriar la economía y contener la inflación en niveles aceptables. Y la economía reaccionó bien, moderando su crecimiento. En Argentina se aplicó la misma receta con una pequeña gran diferencia: la inflación es mucho más alta.El parate pues que provocó la suba de las tasas y la contracción del circulante, paró el motor de la economía. El sector automotor, símbolo de la década kirchnerista, hoy está virtualmente paralizado, no sólo por la caída de las exportaciones a Brasil sino también porque la suba de impuestos internos, espantó a los compradores. Fábricas con turnos suspendidos, y hasta con rebajas salariales como anunció General Motors es la consecuencia.El sector industrial en general sufrió un retroceso en el primer trimestre del año que ni el INDEC se anima a calcular con exactitud. No sólo por la confusión con la forma de medirlo sino por las consecuencias políticas que tendrá la difusión del dato. Alarmada por los números, la Presidenta le juntó las cabezas a Kicilloff y Fábregas y les pidió alternativas. Pero volvió a escuchar lo mismo. Hay que buscar financiamiento externo y esto no se consigue sólo con voluntarismo. Desde los sectores más conservadores del gobierno le piden al Ministro de Economía que arregle de una vez con el Club de París y solucione lo del Fondo. Fábregas empezó otra vez con un ligero corrimiento del dólar oficial, tratando de disimular una devaluación en cuenta gotas. No quiere que la brecha entre el oficial y el blue se vuelva a disparar y se retome el drenaje de reservas.Con estos problemas, es lógico que la Presidenta tenga poco tiempo para la política. Abajo Scioli no la está pasando bien. No sólo por los problemas de gestión que tiene que enfrentar sino porque le crecen los 'enanos'. Urribarri sigue recorriendo el país, punto por punto y no afloja. Y Randazzo quiere dar pelea y tiene una ventaja: puede ser capaz de pelearle mano a mano en la Provincia de Buenos Aires. Eso sin contar los problemas de gestión y el desgaste lógico que eso implica. Otra vez, la incombustibilidad de Scioli está siendo probada. En el gobierno no lo quieren, nunca lo quisieron, en el kirchnerismo duro lo resisten y descalifican, como acaba de hacer Ricardo Forster: "él no es la continuidad". Pero Scioli llegó adónde está por algo. El peor error que podrían cometer es subestimarlo. Propios y extraños.
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