OPINIÓN
Encierro y educación sexual: La ESI no está en cuarentena
"En mi casa no puedo hablar de estas cosas", recuerdo a un estudiante de segundo año, contándome que a él le encantaba la danza, no el fútbol, y que su padre se empeñaba en mandarlo al club a jugar a la pelota, a que pueda realizar lo que la sociedad seguramente espera de él.
María Belén Biré* El aula nos regala espacios para hablar de violencias, de estereotipos, de los roles asignados, de “los colores de mujeres y varones”, de “los juegos para nenas, los juegos para nenes”. Del lenguaje, de nosotras y nosotres, del porqué de todo aquello que nos atraviesa mientras crecemos descifrando maneras de “deber ser”. Y la Educación Sexual Integral (ESI) es todo eso, claro. Es hablar de gustos, de deseos, de autonomía, es hablar de noviazgos violentos, es aprender a detectar que un empujón, por más jóvenes que seamos, no puede suceder con mi pareja. Aprender en la escuela que no hay nada más amoroso que relaciones sanas, dialogar de esto, llamar la atención si son los varones los que estrechan vínculos a través del golpe, el insulto o la cargada molesta (esa que nos hace crecer en la vergüenza) no por ser varones no pueden abrazarse, caminar de la mano o forjar amistades cariñosas. Los varones también se quieren y se aman, pero les han enseñado que decirlo o demostrarlo no está bien. Todo este universo tan necesario es la ESI. Es también poder hablar de aquello que nos perturba, que no nos gusta, de aquel secreto del que no quiero ser parte, ni nunca quise. La prevención de violencias, la prevención de abusos sexuales, hablar de nuestros cuerpos, de lo que nos sucede, puertas adentro de casa, hoy se nos presenta como el desafío más grande en esta necesaria cuarentena que vamos habitando. La escuela, el aula, las clases y la educación sexual integral, hoy se han mudado a nuestra casa. ¿Y qué pasa cuando mi casa no es un lugar seguro, sino el lugar donde convivimos con quien ejerce violencia sobre nuestros cuerpos de manera impune? ¿Cómo nos llega la educación sexual integral? ¿Cómo y cuándo y con quién debatimos sobre nuestros cuerpos en cuarentena? ¿En qué espacios se generan aquellas charlas en las que compartimos que nuestros gustos deportivos no son los que mi familia espera de mí por ser un varón? ¿A dónde queda aquella charla entre una estudiante de 13 años que le cuenta a su profesora que a ella, su novio, le dice qué ropa debe usar para no parecer una puta? Todas estas preguntas surgen cuando pienso en cómo prevenir violencias en tiempos de confinamiento obligatorio, donde quedarnos en casa es la única alternativa en esta pandemia que de repente, pone un espacio a lo que nuestros estudiantes venían reclamando cada vez más y con mayor organización: ¡queremos ESI en las aulas ya! Generemos espacios en casa, espacios de diálogo y reflexión sobre lo que les pasa a nuestros gurises. Trabajemos con el material que llega de aquellos y aquellas docentes que pasan horas pensando cómo transmitir conocimientos involucrando la educación sexual integral, promoviendo actitudes responsables ante la sexualidad, procurando igualdad de oportunidades entre varones y mujeres, todo esto desde una pantalla. La escuela, el patio, el aula, el encuentro, son sin dudas aquellos espacios que nos habilitan a crecer deconstruyendo mitos y consolidando identidades. Nada podrá reemplazarlo, hasta que volvamos a encontrarnos, plantemos la bandera de la ESI en casa, como vanguardia de la disputa por un mundo más justo, sin violencias, garantizando también desde casa, el derecho a recibir educación sexual integral. *Docente. Militante feminista. Responsable del Área de Género y Diversidad Sexual de la Municipalidad de Gualeguaychú junto a Manuela González.
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