Entidades intermedias y el futuro en el país
La sociedad, la política, la economía y el mundo en general resultan testigos presenciales de un fenómeno global que algunos denominan el fin de la historia.Dr. Raúl ArellanoOpiniónEste siglo XXI, problemático y febril, donde manda la información y el conocimiento estamos casi obligados más que cambiar las respuestas, a cambiar las preguntas.La realidad se ha ocupado desmitificar algunos mitos, de echar por tierra algunas teorías y enarbolar nuevos paradigmas.El mundo está en crisis, la sociedad está en crisis, los partidos políticos están en crisis, las instituciones están en crisis, la dirigencia sufre una profunda crisis y los liderazgos brillan por su ausencia.También digo que toda crisis dejó de ser mala palabra si la consideramos una excelente oportunidad para reinventar nuevos proyectos y cambiar algunas expectativas.Me atrevería a decir que nunca estuvo tan oscuro como antes de amanecer y eso es muy saludable a partir de cambiar de actitud y de aptitud.Las entidades intermedias merecen un tratamiento especial por su naturaleza y por su misión de cara al futuro.En estos tiempos de cambios resulta el último refugio de reflexión y de contención donde se puede manifestar libremente y tener la osadía de descubrir que se puede cultivar una política social no partidaria.El bien común no tiene ideología alguna y debiera formar parte de una preocupación cierta por parte de una nueva clase dirigencial que ponga en práctica un concepto moderno de desarrollo, una apertura institucional cierta, celebrando alianzas sociales y educativas con una mirada optimista y posible sobre el futuro.Porque el futuro no será lo que suceda sino lo que seamos capaces de hacer hoy para que suceda.Hacer política social dejó de ser un atributo privativo de los partidos pues muchos de ellos se han vaciado de contenidos. Es en el seno de las entidades intermedias donde el ciudadano de a pie encontró un espacio para manifestarse, donde participar, pensar en voz alta y donde hacer posible algunos sueños.Gualeguaychú tiene la fortuna de tener algunas entidades muy emblemáticas y representativas que imaginaron una realidad que trascendió a sus dirigentes con mucha generosidad al servicio de una cusa que hoy disfrutamos. Casi una utopía que intentó recuperar la esperanza y el compromiso de lo posible y lo lograron.Radicar empresas, crear fuentes de trabajo, interactuar en distintas disciplinas, promover la educación en todas sus versiones, mejorar una calidad de vida social y recuperar alguna dignidad cívica son algunos de los objetivos logrados.Estos resultan algunos de los tantos aportes que pueden contribuir las entidades intermedias modernas comprometidas con un legado transcendente.Desde la gestión considero que una entidad moderna y comprometida debiera de animarse a pedir disculpas más que a pedir permiso. Hacer o no hacer, esa es la cuestión.Ser dirigente social no resulta un tema menor porque toda institución necesita de un liderazgo y un grado de compromiso importante; porque las palabras enseñan pero los ejemplos arrastran.Este tipo de entidades cultivan una virtud excepcional, admiten la diversidad genética; léase; la frescura de los jóvenes y la experiencia de los históricos. Esto las hace sustentable.No me cabe ninguna duda que este es el momento. Gualeguaychú tiene valiosos antecedentes vivos de algunas epopeyas. "...Ahora o nunca, mañana es la mentira piadosa..." diría el ilustre J. Ingenieros.Una responsabilidad social responsable mantiene vivo los corazones y nos aleja del escepticismo, de la apatía y la mediocridad.Definitivamente, ninguna sociedad tiene los dirigentes sociales que se merece, si no los dirigentes sociales que se le parecen.
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