Entre la longevidad y las parejas sin hijos
La sociedad argentina en gran medida reproduce el perfil demográfico europeo: aumenta el número de personas mayores, mientras declina la tasa de fecundidad.La imagen poblacional de la "pirámide", que describía una base amplia de jóvenes y una cúspide de pocos mayores, se ajusta cada vez menos a la realidad.Ahora hay que hablar de "rectángulo poblacional", donde hay casi igual número de chicos y jóvenes que de adultos mayores. Se trata de un cambio drástico en la sociedad que plantea múltiples desafíos hacia futuro.Por ejemplo, se cree que el nivel de envejecimiento que se registró en Europa en dos siglos, y que persistentemente se impone en países como Argentina, está en la base de la crisis económica que hoy se abate en el Viejo Continente.Los europeos fueron pioneros en la aplicación de un sofisticado sistema de pensiones para la vejez, piedra de toque del llamado "Estado del bienestar". La jubilación se planificó para individuos que vivirían algunos años después de dejar el trabajo.Pero no se previó que la medicina agregaría tantos años a la vida, y que esa persona beneficiada con una jubilación tendría tres o cuatro décadas por delante. De ahí el agujero fiscal que producen los sistemas de seguridad social y el endeudamiento consiguiente de los Estados europeos.El caso argentino también está vinculado a la longevidad de su población. Entre 1950 y 2000, el número de personas de entre 0 y 14 años apenas llegó a duplicarse, mientras que el de población adulta mayor lo hizo por 3,6.Según datos del Censo 2010, el 10% de los argentinos tiene 65 años o más, uno de los porcentajes más altos en América Latina. Se calcula que en 2025 será el 12,7% y en 2050, el 19%. Las proyecciones indican que para ese momento habrá más personas de 65 y más años que de 15.Las estadísticas revelan que ya hay 23.483 personas de entre 95 y 99 años, y 3.487, que tienen 100 años y más. Los "centenarios" constituyen el grupo demográfico de más rápido crecimiento: se multiplicó 60 veces desde comienzos del siglo XX.De hecho la salud y la asistencia a las personas mayores configuran hoy una cuestión capital para muchas familias, que no están preparadas frente a la irrupción de este fenómeno.Con frecuencia, matrimonios que están en el cenit de su exigencia profesional deben hacerse cargo de sus hijos y de sus padres simultáneamente, una múltiple responsabilidad de gran impacto económico y emocional.Paralelamente, y mostrando otra cara demográfica, hay un grupo que crece en el país: son los casados sin hijos. Suman casi 250 mil parejas que eligen vivir juntos, pero que no tienen la procreación entre sus planes."Tienen entre 25 y 39 años y se dedican a invertir sus ingresos en ellos mismos. Eligen viajar y consumir. Priorizan el desarrollo profesional y no creen en el mandado tradicional de la familia tipo", revela una nota del periodista Diego Geddes, de Clarín.A estas parejas se las conoce como DINK- en inglés "double income, no kids", que quiere decir "doble ingreso, sin hijos", tienen un buen pasar económico, la mayoría son universitarios, y están fuertemente conectados a las nuevas tecnologías.El bienestar, como se ve, domina axiológicamente a estas parejas. Myriam Mitrece de IaIorenzi, asesora técnica del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica Argentina (UCA), explica que las parejas sin hijos representan "un nuevo segmento de consumidores, con trabajo bien remunerado y perfil socioeconómico medio-alto. Aspiran a crecer profesionalmente, viajar, tener auto y mantener status social".
ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
ACCEDÉ A ÉSTE Y A TODOS LOS CONTENIDOS EXCLUSIVOSSuscribite y empezá a disfrutar de todos los beneficios
Este contenido no está abierto a comentarios