Esas tendencias e ideas que configuran una época
La concepción de las cosas no sólo varía según las culturas sino con el paso del tiempo. ¿Qué ideas o creencias dominan la actualidad?Querer trazar las ideas o hábitos centrales de una época quizá suene pretencioso, sobre todo en un contexto cultural donde lo híbrido es la nota distintiva.Aunque un vasto ensayo antropológico podría arrojar algunas pistas. Del tipo "Rebelión de las Masas", escrito por José Ortega y Gasset a principios del siglo XX, y que dejó una profunda huella intelectual.Fue justamente el filósofo español quien comprendió la importancia de las creencias de una sociedad. Son ideas, decía, que se van abriendo paso en la conciencia colectiva hasta lograr formar un hábito común de interpretación de la realidad."Las creencias constituyen la base de nuestra vida, el terreno sobre el que acontece. Porque ellas nos ponen delante lo que para nosotros es la realidad misma. Toda nuestra conducta, incluso la intelectual, depende de cuál sea el sistema de nuestras creencias auténticas. En ellas vivimos, nos movemos y somos".En esta definición de Ortega y Gasset queda patente el poder de estas convicciones o cogniciones de la realidad, muchas de ellas heredadas, que están ahí, pero de las cuales no solemos tener conciencia. Como sea, al ser una visión colectiva que se impone a los individuos, actúan en forma latente.El individualismo, por ejemplo, es una de esas convicciones firmes de época, según coinciden varios autores. "Antes la tradición, la Iglesia, el Estado o la familia, dictaban las ofertas de futuro personal. Hoy cada uno tiene derecho a elegir quién quiere ser", sostiene la doctora en psicología Pilar Medina Bravo.De aquí quizá se desprenda el hecho de que el hombre contemporáneo sea remiso a aceptar que se le quiera imponer, desde el exterior, una ideología o moral universal.Los "mecanismos sociales de regulación normativa", que hacían que los sujetos se identificaran con la colectividad, no son los de la modernidad, y de hecho se han relajado, nos advierte el sociólogo Zygmunt Bauman, para quien la vida es más "líquida", fluctuante, incierta y liviana.De hecho, sostiene, hoy no hay ninguna "autoridad moral", lo suficientemente legitimada, tanto a nivel nacional como global, con capacidad para reclamar obediencia y para exigir el cumplimiento de algún cuerpo de preceptos.La ética, así, sería un hecho privado, una formulación que se dan a sí mismos los individuos, quienes abrazan solos las razones con las cuales vivir.Las propuestas "institucionales", mediante las cuales las sociedades antiguas regulaban la conducta de las personas, habrían caído así en descrédito, perdiendo vitalidad.En este sentido, se seguiría creyendo en Dios, pero no en las ofertas de las iglesias. Es decir, la tendencia es a una religiosidad sin intermediaros.Otra idea fuerza, asociada a la nueva subjetividad, es el cuidado del cuerpo y la exaltación de la "juventud eterna". El mercado de consumo, ha sabido detectar esta "necesidad" contemporánea, imprimiendo una dinámica especial.Las nuevas formas de sociabilidad mediadas por la tecnología (redes sociales), en tanto, estarían acentuando este repliegue hacia uno mismo. La preocupación por la colectividad, por otro lado, ganaría con la aparición de una fuerte conciencia ambiental.La creencia de que lo nuevo por ser tal es bueno en sí mismo -una premisa de la moda- sería otro elemento de la ideología de época, cuyos rasgos obsesionan a los estudiosos de la cultura contemporánea.
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