FERNET BRANCA
Espíritu italiano, corazón argentino

A mediados del siglo XIX en Milán, la inspiración e inventiva de Bernardino Branca dio origen a una bebida distinta y tan atractiva que rápidamente trascendió no sólo su época, sino también a la ciudad que la vio nacer y a su propio creador, quien la bautizó como Fernet y le dio su apellido. En la Argentina, existe un fanatismo especial, mezcla de pasión y amor incondicional.
Son muy pocas las bebidas en el mundo que pueden lograr arraigarse en los hábitos y costumbres de la gente; muchas menos, aquellas que tienen una marca registrada. Uno de esos casos es el de Fernet Branca, una bebida que a lo largo de los años supo conquistar el corazón de los argentinos y que hoy se ha convertido en parte de nuestra idiosincrasia.
Quizás Bernardino Branca jamás imaginó aquella noche de 1845 en su casa de la calle Vía Broletto 35, en la ciudad de Milán, que su vida –y la de muchos– cambiaría para siempre. Entre frascos, probetas, alambiques y morteros, con la pasión de un alquimista, al combinar hierbas, raíces, cortezas y frutos en un procedimiento artesanal, creó un aromático líquido con propiedades singulares, un producto que no se parecía a nada conocido. Rápidamente anotó la receta de su fórmula secreta y la bautizó con su apellido. Así nació este elixir único y una marca que sería reconocida en todo el mundo: Fernet Branca.
La creciente demanda –día a día más personas se sentían atraídas por su sabor particular y sus cualidades– hizo que los Branca superaran rápidamente la fase artesanal y fundaran el primer establecimiento de Fratelli Branca en la zona de Corso di Porta Nuova.
Con el correr del tiempo, la bebida fue reconocida y adoptada como un excelente digestivo apreciado por su alta calidad. Este cambio, que apuntalaba una propuesta innovadora que conjugaba la idea de bienestar, el placer derivado de la delicadeza del sabor y la particularidad de su aroma, fue hábilmente sostenido por una publicidad cautivante y colorida que le permitió conquistar rápidamente Europa y posteriormente toda América gracias a las corrientes migratorias italianas.
La clave de su éxito se debe a su composición inigualable, que al día de hoy sigue siendo un misterio, y al respeto estricto por la misma forma de elaboración a lo largo de casi 180 años. El cuidado en las etapas del proceso productivo es total.
En primer lugar y fiel a la fórmula original se destaca la importancia de una minuciosa combinación y selección de decenas de hierbas, frutos, raíces y cortezas que llegan de diferentes partes del mundo y aguardan el momento de ser trituradas en los molinos sin alterar sus propiedades.
Luego, se le extrae a cada una el principio activo que la caracteriza mediante maceraciones e infusiones en distintas mezclas de agua y/o alcohol. Este paso se realiza durante horas, días e incluso semanas, para que puedan entregar sus más profundas notas y característicos sabores.
Es decisivo en la elaboración el momento de combinar todos sus ingredientes, en dosis exactas, perfectamente medidas e integradas según la fórmula original de Bernardino. Superada esta etapa, necesita descansar, madurar y amalgamar su bouquet tan particular. Por eso, durante 12 meses, se queda reposando en cubas y toneles de roble de Eslavonia, en bodegas subterráneas y a una temperatura permanentemente controlada.
Luego de este tiempo, ya está listo para ser embotellado y salir al mercado. Una bebida única, un símbolo del compartir con amigos y afectos.
Fernet Branca en la Argentina
Desde sus inicios en 1845, Fernet Branca ganó popularidad de manera inmediata y se convirtió en un verdadero suceso. Hacia fines del siglo XIX, las grandes corrientes migratorias que llegaron al país buscando nuevas oportunidades difundieron rápidamente su consumo en la Argentina. De hecho, en los equipajes de los numerosos inmigrantes italianos que cruzaron el Atlántico no faltaba una botella. Ellos, además de disfrutarlo en las sobremesas y beneficiarse de sus cualidades como digestivo, encontraban en cada trago una manera de mantenerse ligados a su tierra natal.
Hacia el año 1900, ya se comercializaba en más de 40 países. Debido a la gran aceptación que tuvo en la Argentina, la compañía decidió en 1925 que la empresa Hofer & C. de Buenos Aires –concesionaria exclusiva para la venta del famoso producto italiano– lo elaborara a partir del extracto enviado desde la casa matriz italiana.
En 1941, dada la creciente demanda, Fratelli Branca decidió radicarse en nuestro país para producirlo localmente. Inició sus operaciones en la calle Uspallata de la Ciudad de Buenos Aires, corazón del barrio de Parque Patricios, en una planta de 11.000 m2. Desde entonces, la Argentina es el único país en el que se produce Fernet Branca fuera de Italia.
En 1982 construyeron la más moderna bodega subterránea de Sudamérica en la localidad de Tortuguitas, Provincia de Buenos Aires, y en marzo del 2000 sumaron, en un predio de 30.000 m2, las oficinas administrativas y una nueva planta con equipamientos tecnológicos de última generación. Nueve años después, iniciaron la construcción de una nueva bodega en un predio lindero de 15.000 m2.
En la actualidad, Fratelli Branca, además del Fernet, produce otros productos para el mercado local y para exportar a América Latina: Brancamenta, Punt e Mes y el licor de café Borghetti, entre otros.