Estrategia urbana contra la inseguridad
Tener calles limpias y ordenadas, espacios públicos iluminados y bien mantenidos, una infraestructura urbana que integre socialmente, contribuye a una ciudad más segura. Se sabe que el fenómeno del delito es multicausal, que obedece a múltiples razones. Por tanto se trata de una realidad que debe ser abordada, o enfrentada, desde varios lados.Se requiere, por de pronto, de un aparato de policía y de justicia que funcione adecuadamente. También es fundamental un modelo de desarrollo económico que genere oportunidades viables para salir de la pobreza y reducir la desigualdad.Desde el mundo económico, donde el comportamiento humano se analiza a la luz de los beneficios y los costos, se sugiere evaluar la posibilidad de que haya sociedades donde sea más conveniente "trabajar" de asaltante en lugar de hacerlo honestamente.La gestión municipal, encargada de la política de los espacios y servicios públicos de una ciudad, tiene (o debería tener) una incidencia decisiva para prevenir los hechos delictivos.Hace tiempo se sabe, al respecto, que un espacio público de baja calidad, fruto del mal mantenimiento, o que un contexto urbano degradado, favorecen y alientan el vandalismo y el crimen.Por esta razón, aunque es cierto que los gobiernos locales no administran la fuerza pública ni la justicia, sin embargo no pueden desentenderse de la problemática de la inseguridad, ya que la gestión urbana es de su directa incumbencia.Una calle desolada, con poca iluminación, donde la basura no se recoge, suele ser percibido como un espacio abandonado, vacío, apto para atraer la actividad delictiva.En varios países, sobre todo en América Latina, se viene aplicando un modelo de prevención del delito mediante lo que se conoce como "diseño ambiental".Un ejemplo de la aplicación de esta política ha sido Medellín (Colombia), la antigua capital del crimen. La recuperación de barrios marginales, a través del mejoramiento del espacio público y la provisión de un transporte público de calidad, ha logrado bajar sensiblemente la tasa de delito."Un espacio con desorden y basura es percibido como que no hay personas cuidando ese lugar", explica John Morton, experto ambiental del Banco Mundial (BM), al explicar que la degradación urbana suele crear condiciones favorables para la delincuencia.Se parte del supuesto de que si un barrio tolera el desorden (calles sin mantenimiento y poco iluminadas, con basura, con plazas descuidadas) produce un ambiente propicio para el delito.Estas formas de desorden pueden servir como señales a los delincuentes de que su faena no será denunciada ni controlada. El mensaje de "tierra de nadie", emitido por espacios y servicios públicos degradados, hace que el barrio se perciba como indefenso.Es llamativo, al respecto, que las clases medias y altas de la sociedad se aíslen del espacio público, construyendo conjuntos residenciales cerrados, buscando formas urbanas "protegidas", aunque esta segregación física no hace más que agravar la agresividad social.Muchos expertos urbanistas opinan que, paradójicamente, este tipo de "arquitectura defensiva", de índole clasista, en lugar de reducir la percepción de inseguridad en la ciudad, la incrementa.El diseño de un espacio público de calidad, que dé la sensación de que hay un control formal sobre el territorio donde viven las comunidades, es por tanto uno de los grandes servicios que debe prestar las municipalidades para reducir el delito.
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