Eufemismo: el arte del camuflaje lingüístico
El eufemismo entraña enmascaramiento deliberado de la realidad. El diccionario lo define como "manifestación suave o decorosa de las ideas cuya expresión directa sería dura y malsonante". Jorge Luis Borges, en un notable artículo de marzo de 1984, publicado en el suplemento Cultura y Nación del diario Clarín, sostuvo que la profusión de eufemismos entre nosotros era producto de la hipocresía argentina.Sobre todo se debía a la patética manía de cultivar la imagen propia, como la del país, frente a la mirada ajena. De ahí el título del artículo de Borges: "Si hay miseria, que no se note".Rebautizar la realidad política para hacerla más aceptable y de este manera modificar la mala percepción que ella produce ha sido uno de los tantos abusos semánticos en que incurren los que mandan.El infierno mismo en la Argentina ha sido objeto de designación engañosa. Escribió Borges, 31 años atrás: "Un grupo de cambiantes militares se encarama al poder y nos maltrata durante unos siete años; esa calamidad se llama el proceso".Y agrega: "Los terroristas arrojaban sus bombas; para no herir sus buenos sentimientos, se los llamó activistas. El terrorismo estrepitoso fue sucedido por un terrorismo secreto; se lo llamó la represión".Según Borges, "un ministro, acaso deliberadamente, arruina la Patria; se lo denomina un economista. La Patria fue degradada, expoliada y éticamente corrompida; se la apodó Argentina Potencia. El viaje de una viuda de Perón se llama operativo retorno. Gremialista es el mote que se otorga a ciertos matones. Un negocio turbio es un negociado y, a veces un ilícito. Cobrar excesivamente un trabajo es hacerse valer"."No importa que haya pobres; lo que importa es que no se sepa", dice el escritor, quien recuerda: "En vísperas de un certamen de fútbol, apodado el Mundial, las autoridades repartieron ropa a la gente, para que los turistas no advirtieran que hay pobres en Buenos Aires. A los rancheríos de las orillas, popularmente llamados villas miserias, se los llama ahora villas de emergencia".El empleo a gran escala del eufemismo en el discurso público revela que la palabra suele ser un dispositivo de enmascaramiento y un instrumento de dominación.Forma parte de lo que se conoce como "corrección política", expresión con la que se considera al lenguaje como creador de realidades y no como herramienta descriptiva.Por ejemplo, en economía se habla de "reacomodamiento de precios" o de "dispersión de precios" para negar la inflación, de "corralito" para ocultar la expropiación indebida de fondos privados por parte del Estado.A los recortes de gastos se los llama "medidas de ahorro", al tarifazo "reasignación de subsidios", a la devaluación "deslizamiento cambiario", y a la fuga de divisas del país "tendencia inercial de reducción de reservas" o "dolarización de carteras".En la Argentina oficial en lugar de hablar de robo o corrupción se emplea la expresión "desvío de fondos". En tanto que "asociación ilícita" se reserva para designar a la delincuencia organizada que se dedica a la "apropiación indebida", otro modo elegante para no mencionar la palabra robo.El eufemismo suele ser usado como una estrategia de propaganda, cuyo propósito es ocultar la realidad mediante un discurso edulcorado. Con él se pretende que la ficción lingüística convenza a los distraídos.Es el empleo de una retórica que, independizada de la verdad de las cosas, sólo busca causar impresión, en el marco de una estrategia de manipulación de las personas.
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