Europa ante al rebrote del localismo xenófobo
La Unión Europea (UE) fue una arquitectura pensada para dejar atrás el chauvinismo político y cultural. Es una forma histórica, sin embargo, saboteada hoy por los particularismos extremistas, en un contexto de crisis económica. Es un dato de la realidad política del Viejo Continente el auge de los partidos antisistema. Se trata del ascenso del nacional-populismo, que exalta la pertenencia a un determinado país, niega la pluralidad europea y ve a todo extranjero como una amenaza.Repugna a estos grupos la idea de Europa como un proyecto inclusivo. No la ven como un ámbito social unitario, con un fondo cultural común, con convicciones y tabla de valores comunes.Desde aquí se desprecia lo "europeo" como totalidad, a favor de un repliegue hacia las fronteras particulares. Esta suerte de retorno a la tribu étnica equivale al eclipse de la idea de Europa como "unidad de destino", al decir de Ortega y Gasset.La gobernanza de las democracias representativas que conforman la Unión Europea está siendo sometida a una fuerte prueba a partir de la crisis económica. Y es este contexto de fondo el que está detrás del rebrote nacionalista.Partidos racistas e intolerantes, así, abogan por expulsar a todos los extranjeros y minar las fronteras, y algunos fantasean con el concepto de "raza superior", un discurso muy parecido al que esgrimían las fuerzas belicistas que destruyeron a Europa durante la primera mitad del siglo XX.Ante esto, el sociólogo alemán Ulrich Beck se ha mostrado preocupado por el ascenso de fuerzas que "avivan el odio hacia Europa en Europa".Desencantados de los partidos políticos tradicionales, sectores importantes de la sociedad europea, afectada por la crisis económica, caen seducidos por teorías conspirativas que atribuyen todos sus males al extranjero (aunque sea de procedencia europea).La paranoia nacionalista afecta incluso a países que viven prósperamente, y que hasta aquí se mostraban generosos a la hora de acoger extranjeros, como Suiza, donde este fin de semana se aprobó en referéndum un endurecimiento de las condiciones de asilo.El país alpino no pertenece formalmente a la UE, pero es considerado uno de sus miembros gracias a acuerdos firmados con el parlamento europeo.Los votantes suizos decidieron restringir los permisos de larga duración de los trabajadores de la UE, en contra del principio de libre circulación consagrado por el mercado europeo unificado.Se cree que esta decisión afectará la economía Suiza, una de las más prosperas del continente, no sólo porque se privaría de incorporar personal calificado de toda Europa, sino porque más de la mitad de todas las exportaciones suizas se venden en la UE.Los partidarios de restringir la libre circulación alegan que los extranjeros dejan sin trabajo a los residentes, dicen que su llegada hace subir el precio de los alquileres, y ha puesto mayor presión para los sistemas de salud y educación.Más allá de si esta decisión beneficia o no a Suiza, los analistas consideran que le da pasto a los partidos antisistema que pujan por el cierre de las fronteras, y la expulsión de los inmigrantes."Suiza se encierra en sus miedos", tituló la corresponsal española del diario 'El País' en Berna. Allí sugiere que los suizos, antes generosos, consideran ahora que "no hay sitios para todos", y que es hora de "poner orden en la frontera".El mismo discurso que vienen machacando desde hace tiempo los partidos xenófobos.
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