Federalismo y república en los Estados Unidos y Argentina
Tuve recientemente la oportunidad de participar de un programa de visitantes internacionales en los Estados Unidos (International Visitor Leadership Program), becado por el Departamento de Estado de dicho país. Patricio Giusto*Opinión Tras la experiencia y conocimientos obtenidos, me gustaría compartir algunas conclusiones generales en lo que respecta al sistema republicano y federal, intentando trazar un paralelismo con la Argentina.En Estados Unidos nació el federalismo, sistema político que quedó plasmado en la Constitución norteamericana de 1787, luego de la Revolución de 1776. Con variantes según cada caso, el federalismo fue adoptado a lo largo del Siglo XIX por numerosas naciones de nuestro continente que lograron independizarse, como la Argentina.La vigencia del federalismo en los Estados Unidos está basada en algo tan obvio como esencial para sustentar ese sistema: Una efectiva descentralización del poder. Esto implica que el poder reside en los cincuenta Estados miembros de la Unión, los cuales delegan en el Presidente unas pocas potestades, como ser la defensa exterior, la emisión y regulación de moneda y el manejo de las relaciones exteriores con otros países.No obstante, esas pocas potestades que recaen de manera exclusiva en el Presidente están a su vez fuertemente condicionadas por el aval que debe prestar el Poder Legislativo, integrado por senadores y representantes de los Estados. Si bien desde nuestra perspectiva el Presidente de los Estados Unidos puede parecer una figura muy fuerte en el escenario global, hacia dentro de la Unión no es tal cosa. Los gobernadores son verdaderos "mini-presidentes" dentro de las fronteras de los Estados que gobiernan.Hay un ordenamiento jurídico que garantiza la real autonomía de los Estados pero, sobre todo, la mayoría de ellos son autosuficientes en materia de recursos financieros. A diferencia de lo que sucede en Argentina, en Estados Unidos se observa un verdadero federalismo en el plano fiscal. REPÚBLICALa república es también algo tangible en los Estados Unidos. En primer lugar, hay real división de poderes. El Poder Judicial tiene siempre la última palabra y es poco habitual la injerencia del Poder Ejecutivo o el Poder Legislativo en cuestiones propias de esa esfera. Entre estos dos últimos poderes se plantean los principales conflictos y tensiones, sobre todo en momentos como el actual, donde la oposición (Partido Republicano) tiene el control total del Congreso. Pero dichos conflictos se resuelven mediante los canales institucionales y ninguna de las dos partes se plantea avasallar a la otra.Por otra parte, se observa plena libertad de expresión y una sana cultura de publicidad de los actos de gobierno, aspectos en los que en Argentina estamos a años luz. Es normal criticar abiertamente a un gobierno y nadie es perseguido por ello. Asimismo, está al alcance de cualquier ciudadano estadounidense acceder en tiempo real a información relacionada con temas sensibles, como la recaudación y la rendición de gastos de los partidos políticos durante las campañas electorales.Respecto a la alternancia en el poder como pilar del sistema republicano, encontramos otra diferencia notable con la Argentina, ya que es un debate superado desde hace décadas en los Estados Unidos. Está totalmente asumido en la sociedad norteamericana que los mandatos deben ser limitados y, a su vez, respetados de principio a fin. Respecto al Poder Ejecutivo, rige a mi entender el mejor sistema electoral: Imposibilidad de volver a postularse tras dos mandatos, sean consecutivos o no.En cuanto a otras cuestiones republicanas elementales, como la defensa de los derechos humanos, la igualdad ante la ley y el respeto a las minorías, ahí quizás se observan los mayores problemas y asimetrías entre los diferentes Estados. La cuestión racial sigue siendo una cuenta pendiente en gran parte de los Estados Unidos, debate que volvió a emerger con fuerza en los últimos meses tras polémicos casos de brutalidad policial. A eso se suma la problemática de la creciente inmigración ilegal y consecuente exclusión social, que exacerba las posturas conservadoras radicalizadas.Un modelo para guiarnos en pos de un verdadero federalismo y repúblicaCon sus luces y sombras, hay muchas cosas del sistema político norteamericano que deberían servirnos como guía para construir un verdadero federalismo y república en la Argentina. Algo que hoy está expresado formalmente en nuestra Constitución, pero que en los hechos no se cumple.La cruda realidad es que hoy nos asemejamos más a una pseudo-república unitaria que a la república federal que soñaban los constitucionalistas de 1853. En el Siglo XXI, la Argentina todavía conserva instituciones de tipo monárquicas, como la reelección indefinida aún vigente en algunas provincias. La degradación del federalismo ha estado estrechamente ligada a la decadencia de la república en nuestro país. Porque cuanto más poder concentra un Presidente a costa de las provincias, más allanado el camino hacia gobiernos de tipo autoritarios y centralistas.El Congreso Nacional, donde se sientan los representantes de las 23 provincias y la Ciudad de Buenos Aires es el ámbito natural para iniciar este replanteo que el país tanto necesita. Con realismo, el foco debe estar puesto en atacar de raíz los enormes desequilibrios económicos, fiscales y demográficos que han hundido progresivamente en el subdesarrollo y la dependencia a las provincias.Como aliciente para iniciar esta ardua tarea, contamos con la ventaja de que no necesitamos hacer nuevas y grandes leyes, sino cumplir muchas que ya existen. Empezando por la Constitución Nacional. *Lic. en Ciencias Políticas y Mg. en Políticas Públicas. Director de Diagnóstico Político.
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