Por Julio MajulRoberto Fontanarrosa es un artista que admiro profundamente. El 19 de julio de 2007 estaba en Paraná estudiando para una sesión del Senado; llamo a Buenos Aires para saludar en su cumpleaños a mi sobrina María, no la encuentro.Claro: muy temprano para ella, apenas las 10 de la mañana entra Martín Carlomagno que me ayudaba entonces, como una tromba y desolado: "Julito, se murió el Negro Fontanarrosa". Me impresionó tanto que ni me acordé más de hablarla a María, ni estudié más. Solamente estaba ahí, pavote, mirando la nada. Seguramente, en el fondo, pensaba que el Negro era inmortal.De todo esto me acordé cuando fui a ver la obra que exhibe Sinergia teatral en su sala de Victoria 81, casi Rivadavia. Quedan dos funciones nomás, no se olviden porque se lo pierden.A ver: ¿qué se puede decir?Con sinergia especialUna sinergia especial se produce entre la obra de Fontanarrosa y el grupo teatral que la interpreta.Es que no se trata de una copia.Silvio del Valle y Ricardo Dargain re-hicieron el cuento fantástico del Negro, le agregaron un personaje esencial, adaptaron los caracteres y las condiciones del original a los artistas sinergianos, y -en fin- hicieron una maravillosa obra, que se inspira sin duda en los trazos fontanarrósicos, pero la cambia y la adapta al gusto sinergiano.Luego supe que el hijo del Negro se manifestó a gusto con los cambios, y que hasta quedó registrada en Argentores como coautoría de Fontanarrosa, Dargain y del Valle. Se hizo justicia, porque es así. Con el cuento original, nuestros artistas hicieron otra obra. Y lo más notable: mejor (teatralmente, digo) que el original.Hasta el apagón facilitó el morcilleoEl domingo último, cuando fui a Sinergia, encima se corta la luz a poco del comienzo. Pero nuestros artistas no se amilanaron: al contrario, aprovecharon la desventura para desarrollar sus aptitudes para el morcilleo. "Morcillear", en la jerga teatral (al menos hace unos años) era mechar en el texto original ocurrencias de los actores, instantáneas desarrolladas al calor de las diferencias de cada puesta. Recuerdo que un maestro era Javier Portales.Bien: el domingo se dio una clase práctica, cálida y buenísima, de morcilleo, a cargo de todos los intérpretes, con especial lucimiento (hay que decirlo) de Claudio Pérez.Los que tuvimos el privilegio casual de estar el domingo 10 nos fuimos con el regalo extra de cómo el grupo convirtió un problema en oportunidad de divertirse y divertirnos.Quiénes actuaronVoy a darles una idea a los muchos (afortunadamente) grupos teatrales de la ciudad. Escriban el reparto de los actores en una hoja tamaño A4, la imprimen en una compu, y por pocos pesillos completan su lucimiento, permitiendo a los espectadores saber quién es quién entre los actores.Mientras se deciden a hacerlo, les cuento quiénes actuaron el sábado. Silvio del Valle hizo un impecable Comisario; Ricardo Dargain compuso un memorable Sumariante; Valeria Bassini lució su peculiar histrionismo en el rol principal femenino; Claudio Pérez fue el atormentado soñador acusado; la solvente Pamela Berón y un sorprendente Willy González eran los padres de la "nena"; Gabriela Esponda hizo de última testigo; y Alina Pérez dio el exacto tono, y "physicien du rol", para el papel inventado por el dúo Del Valle-Dargain. Que también dirigieron el espectáculo.Para verla y disfrutarA esta altura, ustedes querrán saber de qué trata la obra. Pues no se los voy a decir. Tienen que ir y valorarla ustedes mismos.Seguramente se retiren del local, como uno, agradeciendo al destino que nos ha permitido disfrutar de este momento especial del arte gualeguaychuense.Un momento signado por la calidad, la audacia y el rigor. Todo, al servicio del Arte, así, con mayúsculas.