Fuga de capitales y burguesía nacional
El reclamo de la presidenta de la Nación a los empresarios por la fuga de capitales reinstala la cuestión de la llamada "burguesía nacional", un concepto caro al ideario peronista. "Ganan formidables sumas de dinero y no las reinvierten en Argentina", sino que, por el contrario, "las llevan afuera", disparó Cristina Kirchner, al hacer blanco en aquellas empresas que "sólo piensan en la especulación y la rentabilidad", y no tienen "responsabilidad social"."Nunca la pagan ellos sino el pueblo, porque ellos, como los gatos, siempre caen parados", criticó la mandataria. La amonestación presidencial a los empresarios ocurre en momentos de recrudecimiento de la fuga hacia el dólar.¿Acaso el empresariado argentino es distinto al de otros países? ¿Son nuestros capitalistas más insensibles y especuladores? ¿Les falta acaso patriotismo?La pregunta acerca del capitalismo argentino ha sido un tópico entre los sociólogos y economistas. Y en política, la idea de una alianza entre los empresarios y trabajadores, en la idílica "comunidad organizada", es constitutiva del imaginario peronista.Hay cierto consenso entre los historiadores respecto de que fue el primer peronismo (1945-1951), el que dio un fuerte impulso a la industria liviana sobre la base del "proteccionismo económico".Esta corriente de pensamiento propone la restricción de las importaciones mediante distintos artilugios (dólar alto, tarifas aduaneras, etc.), con el objeto de proteger la industria nativa frente a la competencia exterior.El modelo de la "sustitución de importaciones", así, estuvo asociado a la construcción de una "burguesía nacional", una fracción del capital de origen doméstico, que debería liderar el "desarrollo" del país.Según cuenta el periodista e historiador Daniel Muchnik, en los '70 el referente de este pensamiento fue el ex ministro José Ver Gelbard, líder de la llamada "Confederación General Económica"."El argumento de los seguidores de Gelbard fue que la 'burguesía nacional' no dependía de las órdenes de las casas matrices y evitaba el drenaje de divisas por la transferencia de utilidades", refiere Muchnik.El punto es que hoy el tema del drenaje de divisas sigue siendo un problema, en el contexto de un gobierno de extracción peronista, que reivindica los '70 y el modelo de sustitución de importaciones.Aunque la fuga de capitales no es de ahora. Según cálculos del economista José María Fanelli, si desde 2002 a septiembre de 2011, Argentina tuvo un saldo favorable de su balanza comercial, que ascendió a 132.822 millones de dólares, el 45% de esa suma, 59.641 millones, se fugaron del país.Con semejante drenaje de capitales Argentina -un país donde el crédito para la producción escasea y donde la inversión siempre es escasa-, está técnicamente financiando a otras economías del planeta.Según la información que el propio Ministerio de Economía suministra al Fondo Monetario, refiere Fanelli, hay contabilizados 170.000 millones de dólares de argentinos depositados en el exterior.La pregunta vuelve una y otra vez: la burguesía comercial y empresarial nacional, aparentemente dueña de ese inmenso y desopilante caudal de dinero, ¿por qué no lo invierte en Argentina?¿Por qué los empresarios, como sugiere la presidenta, envían sus dineros a cuentas del exterior, en lugar de ser invertidos en desarrollos industriales que posibilitaran crear riqueza y empleo genuino en estas pampas?De última, ¿dónde está la mítica burguesía nacional encargada de darle contenido al capitalismo argentino?
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