Gobierno vs. Clarín, cada vez más parecido a la Guerra de los Roses
Kirchner está lanzado a quedarse con todo. Las encuestas reflejan un ascenso de su imagen, pero los sectores medios lo resisten. ¿Se resignó ya a convencerlos? ¿Cómo hace para llegar al 40%?Por Jorge BarroetaveñaEl Día de Gualeguay Parecen haber terminado los tiempos de la moderación. Desde el año pasado, cuando el kirchnerismo sufrió el chirlo electoral más grande de su historia, la estrategia oficial pasó por diferentes etapas. Todas fueron marcadas por Néstor Kirchner. Desde aquella invitación a un diálogo que nunca se supo para que fue, hasta las embestidas en el Congreso para aprovechar la mayoría de última hora. En el segundo semestre del año, salieron del Parlamento todas y cada una de las leyes que pidió la Casa Rosada. Sabiendo que las mayorías se modificarían sustancialmente a partir de diciembre fue una carrera contra reloj. Pero el discurso, empezó a tomar distancia de los hechos. Tanto Cristina como Néstor comenzaron a mostrarse más cuidadosos. Hicieron a un lado las frases rimbombantes y las sobreactuaciones innecesarias. El correlato, sustentado en una medida de alto impacto político como fue la creación de la Asignación Universal por Hijo, permitió que las encuestas empezaran a reflejar otra cosa. De aquel piso del 20%, que obturaba cualquier chance de reelección para Cristina o retorno para Néstor, empezaron a trepar lentamente.En el medio, siempre quedó la pelea a muerte con el Grupo Clarín. El episodio, que se asemeja cada vez más a la Guerra de los Roses, tiene a dos contendientes poderosos que saben usar el poder que tienen. Uno desde el estado, el otro desde los medios. El detalle, no menor a esta altura de la historia, es que los dos fueron aliados. Cenas en Olivos, entrevistas en Puerto Madero, fusiones autorizadas y cierto trato condescendiente cuando las formas siempre fueron cuestionables. Ni el kirchnerismo es lo que es hoy y antes no lo fue, ni el Grupo Clarín hace cosas diferentes a las que hizo en el pasado reciente y no tan reciente.Esta pelea de aliados dejará heridos en las dos partes. Su naturaleza lleva a Kirchner a plantear la guerra con el multimedios en los términos del todo o nada. Como buen apostador, el sureño está jugando un pleno para acabar definitivamente con la influencia del grupo. Va por todo, fiel a su estilo, por la caja, por el poder y, por dar el ejemplo. Eligió un rival poderoso que nunca se ha visto tan jaqueado por un gobierno de turno. Héctor Magnetto, CEO de Clarín, supo construir en los últimos 30 años un verdadero imperio, siempre desde el perfil bajo. El enfrentamiento lo obligó a salir y a exponer, con todo lo que eso significa, sus propias debilidades.Si Clarín defiende sus intereses económicos, al gobierno le importa poco la libertad de prensa. Y lo ha demostrado. Su concepción acerca de los medios y los periodistas fue prístina desde el principio. Para el kirchnerismo los periodistas son una presencia molesta, un escollo en su forma de comunicarse con la sociedad. No conciben que el periodista pueda trabajar con independencia, aún desde un medio privado, sea grande, mediano o pequeño. Su estilo comunicacional encierra este desprecio. Néstor primero y Cristina después, son los presidentes democráticos que menos se han prestado al contacto con la prensa y más párrafos de sus discursos han dedicado a descalificar persistentemente la tarea periodística, adjudicando siempre a las críticas, tufillo a intereses corporativos.De todas maneras, sólo un secreto puede esconder los últimos acontecimientos: los números, benditos o malditos, de acuerdo a las circunstancias. Si bien afirman que Néstor y Cristina recuperaron algo del terreno perdido en los últimos 3 años, hay un núcleo duro, de clase media urbana y rural que no pueden perforar. En el entorno (chiquito pero influyente) de la pareja presidencial ha comenzado a pergeñarse una estrategia: cooptar con medidas de alto impacto, los sectores de centroizquierda que se fueron con "Pino" Solanas y parte del caudal electoral del socialismo. La idea, desnuda, cierta resignación a 'reconquistar' ese sector de población que alguna vez les respondió, y abraza su destino a los siempre desconcertantes votos de izquierda. Sólo así se explica que el Ministerio de Trabajo permitiera que Moyano bloqueara tantos días las plantas de Techint y el nuevo impulso a iniciativas como la legalización del aborto, después del matrimonio gay, dos cuestiones 'caras' a la agenda de izquierda.Pero la movida deja cabos sueltos. Fogonear y darle más poder a Moyano en la Provincia de Buenos Aires puede ser un boomerang. En el PJ nunca terminaron de digerir al camionero, por sus métodos y por su discurso. Presionar a Techint con los bloqueos y al resto de los empresarios para la concurrencia al acto de denuncia contra Papel Prensa y por extensión Clarín y La Nación, provocó el efecto contrario y el faltazo de la mayoría fue notorio. La misma denuncia, trajo un sinfín de repercusiones, no todas favorables a la versión oficial. Los testimonios de la hija y del hermano de Graiver, no comulgan con la historia que contó la Presidenta. ¿No hubiera sido mejor hacer la denuncia formal y evitar el show mediático que se armó utilizando la cadena nacional? Acaso, ¿lo más importante no es asegurar la provisión de papel y el acceso libre a ese bien indispensable para diarios y revistas, en igualdad de condiciones para todos los editores? El escenario montado no tiene esa dirección. Es un capítulo más en una carrera desenfrenada por el poder que tiene como destino final el 2.011. Kirchner va por todo. Hasta arriesga lo que parece haber recuperado. Y no mide las consecuencias.
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