Guatemala y los votos que legitiman el orden
Un general de mano dura, Otto Pérez Molina, se impuso en las elecciones de Guatemala, una sociedad jaqueada por la violencia anárquica. En el fondo, una parábola que ratifica la teoría de que el miedo da poder.Con 45 asesinatos por cada 100.000 habitantes, el país centroamericano es uno de los más violentos de la región, según un informe del Banco Mundial. Allí, justamente, murió asesinado hace poco el cantautor argentino Facundo Cabral.Según los reportes internacionales, la sociedad guatemalteca está tomada por el temible Cartel de los Zetas, una organización criminal que opera con impunidad en varias zonas del país.Guatemala es uno de los principales puntos de paso de la cocaína sudamericana en su ruta hacia el mercado norteamericano. Los narcotraficantes encuentran un caldo de cultivo ideal en un país atravesado por la miseria.Reclutan sicarios fácilmente en una sociedad donde el 50% de la población vive en la pobreza y donde hay un ejército de reserva de jóvenes sin futuro. Guatemala, en suma, es un país donde la violencia está fuera de control.En el marco de las últimas elecciones presidenciales, para convencer a sus electores, los candidatos con mayores posibilidades de triunfo han ofrecido políticas de "mano dura", instaurar la pena de muerte, y sacar al Ejército a las calles para enfrentar a los grupos criminales.El general Pérez Molina, del Partido Patriota (PP), que prometió reducir la cifra de muertos en un 20% durante los primeros seis meses de gestión, ganó las elecciones, aunque disputará un balotaje con el derechista Manuel Baldizón.De esta manera los guatemaltecos dejaron en claro, una vez más, que las sociedades toleran todo, menos la anarquía. Y que la inseguridad, y el miedo que despierta, encumbra a los que prometen orden.La experiencia histórica da cuenta de casos aberrantes que avalan esta tendencia. Es el caso de las mafias. Se diría que su poder descansa y se legitima en el miedo a la inseguridad y al desorden que ellas mismas fabrican.En este contexto, lo que más desean las personas es ser protegidas. Aunque saben que las mafias representan un orden "injusto", que son el crimen organizado, cuyo negocio es el robo y la muerte, no obstante son el mal menor frente a la anarquía.En una sociedad que los atemoriza, en la que se sienten inseguros, los individuos están dispuestos a aceptar el "orden" de la mafia, a cambio de ser protegidos para poder desarrollar sus vidas.El miedo es un gran disciplinador social. Esto ya lo descubrió siglos atrás Thomas Hobbes (1588-1679), quien en "Leviatán", su obra más conocida, asegura que el orden social se afirma en ese sentimiento.Justificaba así un gobierno fuerte, un poder soberano que impusiera orden. La teoría política del filósofo inglés parte de una antropología pesimista. En efecto, Hobbes creía que el hombre es un animal incurablemente egoísta y miedoso.Se reía de las ilusiones de los humanistas, para quienes en el hombre había un núcleo de bondad, y era posible mejorarlo si se despertaba en él el amor a la virtud.Hobbes no se hacía ilusiones con la naturaleza humana. Concebía a los hombres como "egoístas psicológicos", involuntarios, criaturas mezquinas programadas para interesarse sólo por su propia supervivencia y prosperidad.Ahora bien, abandonado a este estado de naturaleza, el hombre se convierte en "lobo del hombre". La vida sería un infierno de violencia e inseguridad. La salida es lógica: alguien debe poner orden para no caer en la barbarie.Es la filosofía de la obediencia originada en esa pasión básica que es el miedo.
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