POR LUIS CASTILLO
Hablemos del habla, "todes juntes"
El Concejo Deliberante de nuestra ciudad acaba de aprobar la normatización del lenguaje inclusivo y no sexista en los documentos oficiales. Esta fue la justificación de nuestro voto.
Por Luis Castillo* La primera cuestión que me parece importante aclarar, Sra. Presidenta, es porqué, en un ámbito legislativo como este, estamos debatiendo sobre un tema que parecería ser más lógico discutirlo en un espacio académico o, más precisamente, en algún claustro en donde la sociología, la lingüística y disciplinas afines lo impongan o elijan como parte de su agenda, pero no acá, en donde se gestan documentos normativos más asociados –al menos desde la habitualidad– al derecho. Sin embargo, desde nuestro espacio, descontamos la pertinencia de su tratamiento en este Concejo Deliberante porque el lenguaje –tanto oral como escrito– nos atraviesa transversalmente y está presente en cada acto de nuestras vidas. Más aun cuando de nuestra vida pública se trata. Y esa vida pública a la hago referencia tiene que ver con la actividad legislativa y eminentemente política que llevamos adelante, ya que la cuestión de género no es un tema menor, sino que, por el contrario, hablar de nuestra identidad es hablar de un derecho humano primordial. Una de las prácticas más habituales de mucha gente es opinar, discutir y, no pocas veces con exasperación, confrontar sobre temas que desconocen. Por eso me parece que es importante la práctica de tomarnos unos minutos y dejar en claro –al menos desde nuestro punto de vista– porqué opinamos del modo en que lo hacemos sobre un determinado tema. Dejar en claro qué estamos discutiendo. En definitiva, porqué apoyamos o no una determinada iniciativa o proyecto legislativo. Ahora bien, ¿Qué es el lenguaje inclusivo y no sexista sobre el cual estamos debatiendo hoy? ¿Verdaderamente, es importante esta norma? Permítaseme analizar, muy brevemente, estas dos cuestiones. Voy a empezar diciendo lo que el lenguaje inclusivo y no sexista no es. No es la utilización de la letra “e” como reemplazo de las vocales “a” u “o” del género gramatical de nuestro idioma español. No es la utilización o reemplazo de esas vocales por la letra “x” o por la arroba. Es más, respeto a quienes, por cuestiones de pereza, de placer o de genuino convencimiento de su trasfondo ideológico utilizan en sus textos las letras “x” o la arroba. Tienen toda la libertad de hacerlo. Pero debo aclarar que, por pereza, placer o por el solo hecho de ejercer mi propia libertad, lo que está escrito de ese modo yo no los leo. Estoy convencido, siguiendo a Borges, que la lectura es un acto lúdico, por lo tanto, yo solo leo lo que, de un modo u otro, me da placer. En definitiva, podemos escribir en nuestros blogs, en nuestras redes sociales o en donde queramos hacerlo del modo en que nos plazca, pero eso –naturalmente– no podemos hacerlo cuando se trata de documentos públicos como los que tratamos en este recinto. Es decir, podemos, pero no debemos. Lo que debemos, sí, es respetar claras normas de expresión porque, de lo contrario, correríamos el riesgo de caer en una anomia legislativa incompatible con las bases mismas del derecho. Por lo tanto y para que quede claro –y perdón por la insistencia–, no estamos avalando con este proyecto la utilización de la “e” ni la “x” ni la arroba en los documentos oficiales que emanen de esta Municipalidad, sino que estamos llevando a cabo una tarea que tiene sus antecedentes ya en 1996. Y que no nació por documentos surgidos de ningún partido político argentino sino de la mismísima UNESCO (para quienes no lo sepan, la UNESCO es un acrónimo que significa Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) cuando publicó sus “Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje”. Lo que expresa básicamente este documento casi fundacional es que, si la lengua que usamos reconoce al género femenino en su vocabulario, no hay ninguna razón para no usarlo. Las palabras existen, ¿Por qué no utilizarlas, entonces? Por supuesto que esto no fue algo espontáneo ni gratuito, sino que fue el producto de muchísimos años de lucha por la igualdad de los derechos. Fíjese qué interesante estos datos. Cecilia Grisson fue la primera mujer que recibió su título de la Facultad de medicina en Argentina en 1889; María Angélica Barreda, en 1909 hizo lo propio en la Facultad de Derecho de la UBA; sin embargo, Sra. presidenta, a pesar de que la Real Academia Española (RAE) había aprobado su utilización en femenino ya en 1899, se siguió diciendo “La médico” hasta no hace mucho tiempo; no exagero, hasta el año 2001, en el diccionario de la RAE, la palabra: médico, aparece desdoblada como médico, ca. Pero aclara “Se usa también la forma en masculino para designar el femenino”. Lo mismo con “Las abogados”, la juez. Hasta 1970, la RAE no había reconocido en su diccionario los femeninos arquitecta (la primera profesional se graduó en 1928 en Argentina) o ingeniera, que es anterior aun, de 1918. Ahora bien, están quienes argumentan que no se puede o no se debe utilizar palabras o expresiones no reconocidas por la Real Academia Española, totalmente discutible, pero no importa en este momento; ahora existen. Ahora están reconocidas. Ahora, entonces, que son de uso habitual, que son parte de nuestra habla cotidiana, ¿por qué no utilizarlas? ¿Por qué negarlas? Si en este recinto tenemos tanto hombres como mujeres que ocupan su rol desde las concejalías, la presidencia, la vicepresidencia o las secretarías, por qué negar su género gramatical y llamar presidente a la presidenta o concejal a una concejala. Ambos términos –insisto– reconocidos por la RAE. Volviendo a la UNESCO, cito su Resolución 109 del año 1989 cuando expresa: “… habrá quizá quienes piensen que intentar liberar el lenguaje de ciertos usos lingüísticos sexistas equivale a poner la carreta delante de los bueyes, ya que el lenguaje, que refleja los prejuicios sexistas acumulados durante generaciones, no cambiará hasta que la igualdad de las mujeres con los hombres no se sancione realmente en la práctica y, consecuentemente, los prejuicios sexistas que el lenguaje transmite vayan desapareciendo paulatinamente con el tiempo. Sin embargo, pese a su dimensión conservadora y su carga tradicional, el lenguaje –por su estrecha relación dialéctica con el pensamiento– puede cambiar gracias a la acción educativa y cultural, e influir positivamente en el comportamiento humano y en nuestra percepción de la realidad”. Al año siguiente, en 1990, la Unión europea, a través del comité de Ministros del consejo de Europa, aprobó una recomendación sobre el sexismo en el lenguaje. Asimismo, nuestra Constitución Nacional, en su artículo 75°, inciso 23 establece entre las atribuciones del congreso: “legislar y promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad de oportunidades y de trato, y el pleno goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución”. Por lo tanto, lo que estamos haciendo en este momento no es sino cumplir con nuestra obligación de legislar sobre la base de los permanentes cambios culturales y sociales a los cuales no podemos estar ajenos. Mi bloque presentó el año pasado un proyecto que estamos trabajando en este momento acerca de la modificación del reglamento interno en donde, en relación con este tema, podemos leer, por ejemplo, en el Art. 49°, “En caso de licencia, enfermedad o cualquier otra causa que ocasione la inasistencia del Secretario, éste será reemplazado por el empleado del Concejo Deliberante de mayor jerarquía, durante el plazo que dure su ausencia”. Imagínese redactar un informe que exprese que “el secretario” está ausente por embarazo o parto. Finalmente, quiero invitar a quienes deseen hacerlo, a leer nuevamente este mensaje más detenidamente y allí podrán darse cuenta, quienes quieran darse cuenta, claro, y al costo de reconocer eventualmente sus prejuicios, que está redactado en un lenguaje absolutamente inclusivo y no sexista y, después de hacerlo, preguntarse si notó algún incómodo cambio en mi forma de expresarme en este texto. Muchas gracias. *Escritor, médico y Concejal por Gualeguaychú Entre Todos
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