Hay apuestas que arruinan la vida
En la Argentina se observa un crecimiento exponencial de personas adictas al juego, en un contexto de explosión de la timba en todos los niveles, estimulado y protegido por el Estado.Agencias de lotería, bingos, casinos, hipódromos y demás. La oferta de juego en el país es impresionante. Es un negocio que da fuertes dividendos, y en el cual empresarios y políticos tienen estrechas y oscuras relaciones.El Estado alienta y promueve el sector. Lo hace con el argumento de que saca dinero de él, para luego canalizarlo a la "ayuda social". Un razonamiento por demás discutible.Porque ese Estado es cada vez más grande e ineficiente y hay cada día más pobres. Por otro lado, aún no se ha calculado el impacto negativo que tiene sobre la economía esta succión de recursos y su desvío hacia el gasto improductivo estatal.Pero el lado más inquietante del fenómeno es el desecho humano que produce. En efecto, las estadísticas dan cuenta de un crecimiento de personas que padecen de "ludopatía".Se trata de un trastorno mental que empuja a las personas a un incontrolable deseo de jugar, lo que lleva aparejada su ruina moral y económica.Son conocidos los síntomas de esta enfermedad. Por lo pronto el jugador, afectado en su voluntad, altera su percepción de la realidad y su escala de valores.Sus apuestas lo llevan a destruir su economía, sus relaciones familiares y laborales. Entra en un laberinto del que no puede salir sin ayuda. Como todo adicto, su enfermedad no puede curarse, aunque sí detenerse.El propio sistema que alienta el juego, sale en auxilio de sus víctimas. Es el caso del Instituto de Ayuda Financiera a la Acción Social (IAFAS). El organismo provincial acaba de publica una estadística inquietante.Tres personas por mes solicitan que se les prohíba el ingreso a las cerca de 40 salas que ese ente regentea en Entre Ríos. Esto es posible gracias a Prevenjuego, un programa de coayuda y acompañamiento para el jugador compulsivo.Sin embargo, ese guarismo es apenas un indicador parcial, nada dice sobre la dimensión real del problema. En efecto, no existe un registro sobre la cantidad de jugadores compulsivos en la provincia.Y esto porque normalmente "casi nadie admite que está enfermo y por lo tanto, tampoco se someten al tratamiento para la cura. El jugador por sí mismo es difícil que reconozca la adicción y muchos llegan solo porque el grupo familiar los trae", ha dicho el licenciado en Psicología Octavio Filipuzzi, en declaraciones a la agencia AIM.En tanto, en los últimos tres años, aumentó casi un 150% la cantidad de pacientes asistidos por el Programa de Atención al Ludópata que funciona en la provincia de Buenos Aires.A fines de 2006 había 210 hombres y mujeres en tratamiento y ahora son 510 los que buscan ayuda profesional. Desde su debut en 2005, pasaron por los consultorios 2.900 personas.En Buenos Aires hay 3.070 agencias de lotería, 46 bingos, 11 casinos y 5 hipódromos. Cabe consignar que en Argentina hay una combinación infernal de drogas, juego y fortunas delictivas. Es una combinación explosiva en la que el poder político está implicado.Una de las víctimas de esta red son los ludópatas, aquella gente que de tanto apostar en tragamonedas, casinos y ruletas, pone en juego también su vida y la de sus familias.La contracara humana de un negocio que da pingües ganancias a algunos amigos del poder y reporta recursos a un Estado insaciable. Dado que la actividad, en algunos nichos importantes paga pocos impuestos, algunos piden mayores cargas fiscales.Pero nada de esto le va a devolver la salud mental a los jugadores compulsivos.
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