Hay pecado en la Iglesia
En estas semanas se habló bastante acerca de esto en diversos medios, y también en varias de las comunidades cristianas. La Iglesia la formamos todos los bautizados: somos hijos de Dios, y estamos llamados (= vocación) a la santidad. Nuestro ideal es ser "otros Cristos", ese es nuestro modelo y mayor anhelo.Monseñor Jorge LozanoEspecialPero no siempre vivimos de acuerdo con lo que Jesús nos enseña. Y salvo Jesucristo —verdadero Dios y verdadero hombre— y la Virgen María —concebida sin el pecado original—, todos experimentamos el pecado en carne propia. Y nos confiamos al perdón y la misericordia de Dios.Cuando afirmamos en el Credo que la Iglesia es Santa es verdad. Porque Dios mismo la ha fundado, Jesucristo entregó su vida para santificarla por amor, el Espíritu Santo habita en ella. Pero todos nosotros nos reconocemos pecadores, necesitados siempre de conversión.Jesús comenzó su predicación diciendo: "Conviértanse, porque el Reino de Dios está cerca".Él siempre estuvo cerca de los pecadores llamándolos a la confianza en el perdón. Las varias parábolas de la misericordia nos dejan hermosas y alentadoras enseñanzas. Recordemos, por ejemplo, la de la oveja perdida y encontrada, el hijo pródigo y el Padre misericordioso, la oración del fariseo y el publicano. Los Evangelios también destacan en Jesús su actitud de cercanía con Zaqueo, la mujer adúltera, Mateo, la Samaritana, Pedro, Pablo y tantos otros que nos renuevan en la esperanza.El mensaje central del Evangelio no es el pecado sino el perdón. San Pablo nos enseña que "donde abundó el pecado sobreabundó la gracia". (Rm. 5, 20) En la Iglesia debemos expresar la misericordia y ser comunidad que perdona para recibir perdón. Lo rezamos en la oración que nos enseñó Jesús: "perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden". La Iglesia es madre acogedora de santos y pecadores.A lo largo de los siglos el pecado de los cristianos ha sido un obstáculo para que algunos puedan dar el paso a la fe, o ha sido ocasión de que algunos se apartaran de la vida práctica de los sacramentos.San Pablo, haciendo referencia a los sacerdotes y obispos, escribió: "Llevamos ese tesoro en recipientes de barro" (2 Cor. 4,7), mostrando una cabal comprensión de la fragilidad humana.Al prepararnos para la celebración del Año Santo 2000, el Beato Juan Pablo II nos decía: "La Iglesia no puede cruzar el umbral del nuevo milenio sin animar a sus hijos a purificarse, en el arrepentimiento, de errores, infidelidades, incoherencias y lentitudes". Podemos cada uno personalmente, o en cada comunidad, meditar en estas cuatro palabras y sus implicancias: errores, infidelidades, incoherencias, lentitudes.¡Claro que somos pecadores! Nos duele decir esto, pero no nos sorprende. A veces una mirada maniquea, muy presente en los tiempos que corren, no admite que estemos en camino: o sos santo sin siquiera una pequeña sombra o sos incoherente y mentiroso. Pero la vida no es así.Todos tenemos la coherencia en riesgo. Yo me siento y me reconozco limitado y pecador. En cada misa rezo antes de comulgar: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme", y no es una fórmula para quedar bien o de falsa modestia.La fe es hermosa aunque no la vivamos en plenitud; la Iglesia es familia de los hijos de Dios, aunque nuestro pecado arrugue su rostro; los sacerdotes son un regalo de Dios para la fe del Pueblo, aunque unos pocos sean señalados públicamente por su pecado o incoherencia.Pero digámoslo también con mucha claridad: es mayor la presencia de la santidad que la del pecado. Hay servicio desinteresado, amor a los pobres, deseos de misionar y dar testimonio del amor de Dios, grupos de oración, catequistas, sacerdotes, religiosas, consagradas, tantos laicos y laicas que dan testimonio cotidiano de entrega generosa.Lectora, lector: si estás leyendo estos renglones y pertenecés a alguna comunidad cristiana, te invito a rezar para que Jesús sea quien brille más en la Iglesia. Si no tenés fe o sentiste que te defraudamos te pido humildemente perdón.Ojalá podamos mostrar con transparencia que Dios es amor y Jesús entregó su vida para perdonarnos los pecados.Mañana, 16 de Julio, es la fiesta de la Virgen del Carmen. Ella nos proteja con su ternura de Madre.También en estos días algunos estarán de vacaciones de invierno. Dios quiera puedan descansar y disfrutar la familia y los amigos. ¡Feliz Día del Amigo el Viernes!* Obispo de Gualeguaychú y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social
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