Hay que celebrar la alternancia política
Más allá del escándalo institucional que rodea al acto de transmisión del mando presidencial, que hoy asuma en Argentina un gobierno de distinto signo, después de 12 años de peronismo, es un hecho positivo para el sistema político. El monopolio político siempre es un lastre para las democracias. Básicamente porque perpetúa burocracias incrustadas en el Estado, al cual sodomizan de muchas formas (el aparato estatal visto como botín).El llamado "partido único" que logra por mucho tiempo el poder político acaba convirtiéndose en un aparato de dominación de la sociedad, para lo cual antes necesita acallar la disidencia de adentro y de fuera.Si este esquema hegemónico perdura las sociedades, virtualmente secuestradas por una facción política, no pueden avizorar lo que está mal, lo que debe cambiar y lo que debe ser reconstruido.El principio de la rotación y de la alternancia -mediante el cual grupos políticos de la oposición pueden asumir el gobierno a través de elecciones libres- hace posible que se renueve la política de un país.Que gente nueva con visiones distintas de las cosas ejerza el poder estatal es un signo de vitalidad, ya que se trata de apostar a una renovación de la ideas. El derecho a cambiar pacíficamente con nuestro voto un gobierno y reemplazarlo por otro es la regla de oro de la democraciaPor eso la asunción hoy de la fórmula Macri-Michetti, que lidera la coalición Cambiemos, tras cerrar el período de control más largo de cuantos se sucedieron a partir de 1853, es un dato auspicioso para la democracia argentina.En principio la alternancia implica poner el sistema institucional por encima de las personas. Como ha dicho Juan Bautista Alberdi, ideólogo del constitucionalismo argentino: "En vez de dar el despotismo a un hombre, es mejor dárselo a la ley".Nuestra democracia constitucional ofrece la alternancia como una instancia para revisar el contrato de representación política y la estrategia de progreso del país.Eso piensa Fernando Straface, director del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), para quien la alternancia va más allá de cambiar por otra opción de gobierno."Se trata de poner a prueba -dice- la capacidad de un país de acumular desarrollo y dar espacio a nuevos liderazgos y elencos de gobierno que renueven opciones y construyan sobre los pilares acumulados en períodos previos".En opinión de Straface, la alternancia política se parece al avance de la ciencia dentro de un paradigma establecido, en este caso la propia democracia constitucional.Por otro lado, no hay que confundir alternancia con transición. Esta última describe el intervalo temporal que se extienden entre un elenco gubernamental que se va y otro que llega.Doce años de un mismo grupo político en el Estado implica a priori para el recambio una demanda significativa de información y diálogo institucional, algo que al parecer no ha existido en estos días en Argentina.Esto se echa de ver en el escándalo que rodea al acto de transmisión del mando. Todo indica que se ha abortado la ceremonia republicana por la cual el presidente saliente transmite simbólicamente los emblemas del cargo al sucesor.Esta mancha institucional y democrática no debe empañar, sin embargo, la buena noticia de la alternancia política, que supone que Argentina no practica una democracia de dominación hegemónica.
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