Hay que producir energía renovable
El mundo desarrollado viene haciendo adelantos para superar el modelo de los combustibles fósiles –carbón, petróleo y gas-. En su lugar emplea la fuerza de los vientos, el sol y las mareas.
España, por ejemplo, es uno de los líderes mundiales en la generación de energía eólica y solar. En tanto que el presidente Barack Obama pretende que Estados Unidos dependa menos del petróleo.
Mientras esto sucede, Argentina ha acentuado su dependencia con el petróleo y el gas, mientras es poseedora de un enorme recurso energético sin explotar, sobre todo en materia eólica y solar.
Encima de males el país depende de aquello que cada vez tiene menos. En efecto, la producción de petróleo cae sin pausa desde 1998 y hoy está 25% por debajo del registro de ese año.
Además, la producción de gas, que significa el 52% de la ecuación energética, entró en declive a partir de 2004. Proporcionalmente, pocos países dependen del gas como la Argentina.
En los últimos quince años no se han descubierto yacimientos de hidrocarburos de porte. Y mientras las reservas vienen en pendiente, se gastan ingentes recursos para importar combustible desde Bolivia y Venezuela.
En Argentina se favorece la economía del petróleo. Hay muchos intereses alrededor de este negocio que desde hace mucho tiempo tiene injerencia en la vida del Estado y la política.
Se comprende, entonces, por qué razón no se toman decisiones para poner el inmenso potencial de la energía renovable al servicio de la gente y del medio ambiente.
Pese a no contaminar y estar al tope de la agenda mundial, aquí esta en energía sólo representa el 0,12% de la potencia instalada. Según los expertos, la región patagónica presenta condiciones ideales para la producción de energía eólica.
Lo demuestran las instalaciones de los molinos generadores en Santa Cruz, Chubut, Neuquén, La Pampa y el sur de la provincia de Buenos Aires.
La energía solar, en tanto, tiene hoy una aplicación muy relativa, restringida a zonas rurales alejadas de los tendidos de redes de distribución pública. Es utilizada como fuente de calefacción de viviendas individuales, para el calentamiento de agua y electrificación de pequeños establecimientos, como escuelas.
La oficina local de Greenpeace también instaló paneles fotovoltaicos en sus techos para aprovechar la energía solar. “Es limpia, renovable y tan abundante que la cantidad que recibe la Tierra en 30 minutos equivale a toda la electricidad consumida en el mundo durante un año”, explica la organización.
Hace tres años se anunció el Plan Estratégico Nacional de Energía Eólica, pero los resultados hasta ahora han sido mediocres. Falta planificación y no existe la infraestructura suficiente para conectar estas fuentes con el sistema eléctrico.
“Estamos retrasados, pero la Argentina tiene una proyección importante. Llegaron a existir más de 500 mil molinos en el país, no para generación eléctrica sino para riego y bebida del ganado, pero esa tradición se perdió”, explica Hilda Dubrovsky, especialista de la Fundación Bariloche.
La Argentina es un país donde abundan los recursos naturales pero cuya explotación es irracional. Pudiendo aprovechar el enorme potencial que tiene de energía renovable –que es el futuro y mejora el medio ambiente- insiste con los hidrocarburos, que contaminan, son caros y un día se acabarán.
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