Hipocresía y egoísmo detrás de los Conflictos
Por Gustavo Carbone
Y son tantos en tantos frentes los conflictos que ocurren, que para analizarlos con mayor precisión, iniciamos esta columna con la definición exacta del término.
Conflicto: “Combate, lucha, pelea. Apuro, situación desgraciada y de difícil salida. Problema, cuestión, materia de discusión. Coexistencia de tendencias contradictorias en el individuo, capaces de generar angustia y trastornos neuróticos”.
Desde la perspectiva local en esta última quincena, diariamente, hemos asistido los ciudadanos de Gualeguaychú, a una pulseada entre la Municipalidad y sus autoridades de gobierno, y el Sindicato y la Federación que representa los empleados de la institución.
En la provincia también proliferan en estos días los conflictos con los docentes, empleados judiciales, hospitales, y decenas de organismos estatales que involucran a decenas de miles de trabajadores también.
También han existido escaladas conflictivas similares en otros municipios importantes como Concordia y Concepción del Uruguay. Muy sintomáticamente, así ha ocurrido.
Lo conflictividad local en estos puntos y sectores claves del funcionamiento de la administración pública, llaman poderosamente la atención.
Desconfiamos, como casi toda la sociedad, acerca de la presencia de “pícaros” -por calificarlos de manera benévola-, que meten sus manos, y personeros operadores, desde las sombras en las que se esconden, para llevar adelante estrategias personales de la vieja práctica de la política, muchas veces hipócrita y dañina.
Tal como viene ocurriendo en el escenario nacional con el mal ejemplo que parte del propio gobierno y la inefable oposición, que también vive de volteretas en el aire, ambos zigzagueando de manera permanente en busca de un mezquino número de votos y nada más, los ciudadanos nos vemos azotados por la falta de sinceridad y transparencia de muchísimos dirigentes, y fundamentalmente, y esencialmente perjudicados por la ausencia casi total de soluciones a problemas como el de la seguridad, la atención de la salud, la corrupción y tantos otros flagelos sociales, que maltratan a la familia argentina.
¿HAY O NO FANTASMAS?
Por qué duró tantos días el conflicto municipal en Gualeguaychú? Tal como concluyó la controversia, se puede concluir sin temor a equivocarse, que ha existido entre los componentes del conflicto, el aporte de ingredientes que han abonado el escenario de conflicto, desde las sombras.
Particularmente la interna política del partido gobernante es altamente probable (lo comenta toda la gente), que haya penetrado con su accionar, lo que debería ser exclusivamente una genuina demanda gremial.
Pero es que también allí existe (en el o los sindicatos involucrados) la interna que divide aguas, que enfrenta dirigentes. Pero es que “no hay peor cuña que la del mismo palo”, en cualquier conglomerado social.
Y también desde lugares expectables de sectores de oposición en Gualeguaychú, es posible que se haya inoculado el cuerpo central del conflicto, con una carga de acción que enmarañara las diferencias existentes para obtener funcionalidad desde el conflicto a su porción de intereses.
En todos los casos, sugestivamente, se percibió un silencio incomprensible, o algún comunicado irresponsable y falto de rigor en ciertos conceptos, como para poder colaborar y no “aprovechar”.
Al fin la ciudad y la provincia no están exentas de los tironeos irresponsables, personales o facciosos, que tratan a toda costa de imponer ubicaciones, de ocupar o no abandonar ciertos lugares.
O perpetuarse también, en lugares adquiridos legítimamente, pero que se intentan mantener aún a contrapelo de la ley, y sin la custodia de valores éticos que jamás debieran perderse.
“Los fantasmas no existen, pero que los hay, los hay”. Lo afirma una irónica expresión popular muy usada.
EN LA POLITICA GRANDE
También hay conflictos preelectorales, obviamente, en el ámbito nacional. Quién duda hoy en nuestro país que la trampa, el engaño, los saltos de cerco permanentes, y toda mala práctica de los “genios estrategas”, están a la orden del día.
Así es que las mañosas operaciones tratan de ir socavando ciertos prestigios. Lo hacen entre sí, como ejercicios de fuego cruzado, dirigentes jóvenes y veteranos, políticos y gremiales, de los más diversos partidos y sindicatos.
Pujan, todos pujan, empujan también, atropellan, gritan, y no escuchan nada, por supuesto. Hasta que llega el momento conveniente a esos intereses, y algunos personajes se erigen en salvadores. Bastante después de haber avivado el fuego de un conflicto, dicen ser los operadores del agua que apaga los incendios.
En fin. Mientras tanto crece la pobreza a límites obscenos e indignantes, la inseguridad facilita homicidios de todo tipo y naturaleza, la droga y su tráfico realiza juegos siniestros, una epidemia grave sin distingos sociales se desparrama por todo el país, gracias a la imprevisión de muchos años y a la hipocresía en el manejo informativo, como en la actualidad también.
La Educación, como desde muchas décadas atrás sigue su camino de involución, y nos retrasa en la escala de excelencia en la región.
Falta sentido comunitario. Falta construir no sólo ciudadanía, falta restaurar de manera urgente la República. Falta grandeza. Faltan hombres grandes de espíritu y visión de futuro, generosos, honrados, serios, capaces y talentosos, que conduzcan con probidad manifiesta. Faltan paradigmas actuales.
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