India: la rebelión de los intocables
Decir India es evocar al Mahatma Ghandi, al Ganges, al hinduismo, al yoga, pero también es toparse con los "intocables", un grupo social que en pleno siglo XXI sufre la discriminación de casta.Un gran desconcierto produce en el extranjero el hecho de que el sistema de castas, de acuerdo al cual fue organizada la antigua sociedad india, sigue teniendo vigencia.En efecto, aunque según la Constitución india está prohibido todo sistema de clasificación de la sociedad en castas, no ha sido posible borrar esta práctica tan arraigada.Si bien es cierto este sistema hereditario de estratificación social, fundado en tiempos remotos de acuerdo a los que establecían los Vedas, los libros sagrados del hinduismo, hoy no existe en su forma original, sin embargo se sabe que los "dalits", el grupo social más desfavorecido, aún llevan la marca de la discriminación.El sistema de castas, considerado una característica dominante de la religión hindú y prácticamente percibido como una división divina del trabajo, adjudica a los dalits (también denominados parias, "chandales" o "intocables") las tareas más serviles.Los miembros de este grupo humano en realidad son los que no tienen casta, están fuerza del sistema social hindú, y por tanto están tradicionalmente relegados a realizar trabajos de la más ínfima importancia e incluso se les prohíbe beber de las mismas fuentes de agua que los demás grupos sociales.Cuando la India se independizó en 1950, se promulgó una constitución moderna que proclamó el derecho de igualdad, que garantiza que ningún ciudadano sea discriminado por su religión, raza, casta, sexo o lugar de nacimiento.La Ley de Castas y Tribus (Prevención de Atrocidades) de 1989 establece penas de prisión para quienes la infrinjan. Pero a pesar de esta legislación, millones de dalits sufren de forma permanente la discriminación.Son estas personas, que representan al 16% de la población india (200 millones), las que están condenadas a recolectar basura, remoción de excrementos humanos, barrer, pavimentar y eliminar cuerpos humanos y animales.A pesar de la promulgación de Ley de (Prohibición) del Empleo de Vaciadores de Letrinas y Construcción de Letrinas Secas, de 1993, que castiga e impone multas para quienes empleen vaciadores manuales, cientos de miles de dalits siguen retirando excrementos humanos de las letrinas secas, limpiando las alcantarillas, fregando pozos sépticos y abriendo drenajes, todo con sus propias manos.Según la Oficina Nacional de Registro Criminal, un dalit sufre una acción delictiva de una persona de una casta superior cada 16 minutos. Todos los días, más de 4 mujeres de la casta más baja sufren una violación.Las niñas y mujeres dalits sigue siendo explotadas como "esclavas del templo", una práctica que tiene varios siglos, y que las obliga a servir a una deidad específica.Pero desde hace un tiempo, los "intocables", es decir los miembros del escalafón más bajo de la pirámide social hindú, vienen protagonizando protestas masivas contra la discriminación de casta.Este año, con ocasión del Día de la Independencia de la India, realizaron distintas marchas por todo el país reclamando el fin del trato vejatorio que reciben y demandando el derecho a poseer la tierra.La situación de opresión que viven los intocables es contraria a la dignidad humana y está en pugna con la constitución de la India, país que sigue marcado por lo que el ex primer ministro Manmohan Singh describió como "apartheid de castas".
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