Insuficiencia renal crónica
La literatura médica en general se ha ocupado desde siempre en difundir los aspectos distintivos de las enfermedades de carácter prevalente y en los últimos tiempos ha enfatizado la importancia sanitaria de las Enfermedades Crónicas no Transmisibles. En la actualidad, las enfermedades crónicas son la principal causa de muerte en el mundo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que durante el año 2005 hubieron aproximadamente 58 millones de muertes en el mundo, de las cuales, 35 millones correspondieron a enfermedades crónicas. En los países desarrollados así como en los de ingresos medio-bajos, la Enfermedad Cardiovascular (ECV) y el cáncer fueron las principales causas de muerte. En los países menos desarrollados, la causa líder en la producción de muerte continúan siendo las infecciones; no obstante, las enfermedades crónicas no comunicables persistieron en su crecimiento numérico. El informe de la OMS instó a los gobiernos a asumir un fuerte compromiso enfocado en el aumento proyectado de muertes ocasionado por estas enfermedades. A pesar de que el informe 2005 de la OMS no mencionó a la Enfermedad Renal (ER), actualmente es sabido que la ER es común en la gente que padece ECV o que tiene factores de riesgo para ECV. Asimismo, la ER ha sido reportada como un factor de riesgo para el desarrollo de ECV y que su presencia condiciona malos resultados en el contexto de infecciones y cáncer. Necesidad de buena difusión
El grado de conocimiento de la población general sobre este tipo de enfermedades en la Argentina dista mucho de lo deseable. La baja difusión en los medios de comunicación, así como la casi inexistente acción oficial para llamar la atención sobre el problema, determina que aún los individuos que las padecen no presten la atención debida, a lo que se agrega el comportamiento lentamente evolutivo y discapacitante de las mismas posibilitando la adaptación a los cambios progresivos.
La Hipertensión Arterial y de la Diabetes, enfermedades que integran el grupo de las enfermedades crónicas no comunicables, aunque bien conocidas por la mayoría de las personas, son tomadas con liviandad y despreocupación en la inmensa mayoría de los casos.
Estas enfermedades, que son responsables de innumerables casos de enfermedad grave a nivel cardiovascular, neurológico y renal, dan cuenta a su vez de una gran mayoría de las complicaciones que resultan fatales.
En nuestro país, así como ocurre en otros lugares del mundo, la frecuencia de Enfermedad Renal Severa, con deterioro progresivo y permanente de la función renal, ocasionada por éstas causas lidera los ingresos a Diálisis y acrecienta en forma progresiva las listas de espera para un trasplante renal.
Urgente necesidad
La falta de políticas sanitarias serias, que enfoquen estos temas como prioritarios, con el objetivo de posibilitar diagnósticos precoces y tratamientos efectivos con alta adherencia, que logren disminuir la morbilidad y a progresión hacia forma más severas de la enfermedad, condicionarán inexorablemente un aumento en el número de pacientes que necesiten de terapias sustitutivas renales para subsistir.
En este sentido, las estadísticas oficiales elaboradas por el INCUCAI a partir del año 2004, fecha en la que se inició una base de datos que mantiene constantemente actualizada la cantidad de individuos en tratamiento dialítico, es altamente elocuente:
El aumento en el número total de pacientes que requieren tratamiento dialítico ha seguido un curso creciente, invariable e inquietante, ya que cada año la cantidad se incrementa en varios miles, según informa INCUCAI en su página web. Una vez más, se comprueba que las enfermedades no transmisibles lideran las causas de ingreso y su importancia aumenta daño tras año
En nuestro país existen alrededor de 25.000 pacientes bajo tratamiento dialítico en la actualidad. La gran mayoría de los mismos recibe atención a través del sector privado de diálisis.
No resulta difícil imaginar un escenario en donde un porcentaje alto y creciente de prestadores no puedan afrontar las deudas originadas por la continuidad de los tratamientos unida al atraso en los valores prestacionales y a la mora en el pago de las prestaciones efectuadas. Solamente en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires se afectaría entre el 40% al 45% de los pacientes del país, es decir, más de 11000 pacientes que reciben puntualmente su tratamiento. El estado no está en condiciones de responder a esa demanda, ya que no cuenta con centros propios suficientes para esos fines, por lo que los pacientes no tendrán opciones.
La urgente necesidad de reenfocar el problema en su totalidad queda absolutamente clara. El presupuesto que el estado debe dedicar a la prevención y tratamiento de estas enfermedades debe ser revisado y readecuado con extrema urgencia. De otro modo, los números de enfermos cardiovasculares y renales crecerán de forma insostenible y junto con ellos el número de pacientes que morirán sin una posibilidad cierta de tratamiento. Es imperioso contar con un número adecuado de centros competentes, con personal idóneo para el manejo de los pacientes, insumos accesibles y valores prestacionales acordes que aseguren la normal continuidad de las prácticas y permitan evitar o sobrellevar las contingencias que este flagelo implica. Fuente: CONSULTOR DE SALUD
El grado de conocimiento de la población general sobre este tipo de enfermedades en la Argentina dista mucho de lo deseable. La baja difusión en los medios de comunicación, así como la casi inexistente acción oficial para llamar la atención sobre el problema, determina que aún los individuos que las padecen no presten la atención debida, a lo que se agrega el comportamiento lentamente evolutivo y discapacitante de las mismas posibilitando la adaptación a los cambios progresivos.
La Hipertensión Arterial y de la Diabetes, enfermedades que integran el grupo de las enfermedades crónicas no comunicables, aunque bien conocidas por la mayoría de las personas, son tomadas con liviandad y despreocupación en la inmensa mayoría de los casos.
Estas enfermedades, que son responsables de innumerables casos de enfermedad grave a nivel cardiovascular, neurológico y renal, dan cuenta a su vez de una gran mayoría de las complicaciones que resultan fatales.
En nuestro país, así como ocurre en otros lugares del mundo, la frecuencia de Enfermedad Renal Severa, con deterioro progresivo y permanente de la función renal, ocasionada por éstas causas lidera los ingresos a Diálisis y acrecienta en forma progresiva las listas de espera para un trasplante renal.
Urgente necesidad
La falta de políticas sanitarias serias, que enfoquen estos temas como prioritarios, con el objetivo de posibilitar diagnósticos precoces y tratamientos efectivos con alta adherencia, que logren disminuir la morbilidad y a progresión hacia forma más severas de la enfermedad, condicionarán inexorablemente un aumento en el número de pacientes que necesiten de terapias sustitutivas renales para subsistir.
En este sentido, las estadísticas oficiales elaboradas por el INCUCAI a partir del año 2004, fecha en la que se inició una base de datos que mantiene constantemente actualizada la cantidad de individuos en tratamiento dialítico, es altamente elocuente:
El aumento en el número total de pacientes que requieren tratamiento dialítico ha seguido un curso creciente, invariable e inquietante, ya que cada año la cantidad se incrementa en varios miles, según informa INCUCAI en su página web. Una vez más, se comprueba que las enfermedades no transmisibles lideran las causas de ingreso y su importancia aumenta daño tras año
En nuestro país existen alrededor de 25.000 pacientes bajo tratamiento dialítico en la actualidad. La gran mayoría de los mismos recibe atención a través del sector privado de diálisis.
No resulta difícil imaginar un escenario en donde un porcentaje alto y creciente de prestadores no puedan afrontar las deudas originadas por la continuidad de los tratamientos unida al atraso en los valores prestacionales y a la mora en el pago de las prestaciones efectuadas. Solamente en el ámbito de la Provincia de Buenos Aires se afectaría entre el 40% al 45% de los pacientes del país, es decir, más de 11000 pacientes que reciben puntualmente su tratamiento. El estado no está en condiciones de responder a esa demanda, ya que no cuenta con centros propios suficientes para esos fines, por lo que los pacientes no tendrán opciones.
La urgente necesidad de reenfocar el problema en su totalidad queda absolutamente clara. El presupuesto que el estado debe dedicar a la prevención y tratamiento de estas enfermedades debe ser revisado y readecuado con extrema urgencia. De otro modo, los números de enfermos cardiovasculares y renales crecerán de forma insostenible y junto con ellos el número de pacientes que morirán sin una posibilidad cierta de tratamiento. Es imperioso contar con un número adecuado de centros competentes, con personal idóneo para el manejo de los pacientes, insumos accesibles y valores prestacionales acordes que aseguren la normal continuidad de las prácticas y permitan evitar o sobrellevar las contingencias que este flagelo implica. Fuente: CONSULTOR DE SALUD
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