EN VIGENCIA
Javier Milei, el fenómeno que los jóvenes y las redes hicieron presidente
Y un día la gente se cansó y decidió patear el tablero. Cansada de buscar y no encontrar respuestas, eligió a un outsider, a alguien que hasta no hace mucho era un atractivo panelista televisivo que le gustaba caminar por los bordes. Atrás quedó el sistema viejo, o las caras de ese sistema viejo. Fue una avalancha que ni el propio Milei esperaba.
Jorge Barroetaveña
Algún día y cuando pase el tiempo, la clase política hará su autocrítica. Cómo hicieron que alguien que no pertenecía al gran mundo de la política, que no tenía estructura ni partido hasta hace unos meses y encima tampoco tenía el apoyo de los medios tradicionales, pudiera llegar a la Casa Rosada. El fenómeno Milei se explica por las redes sociales. Fueron los jóvenes los que lo impulsaron y lo hicieron masivo. Ellos le transmitieron a sus padres y abuelos quién era Milei y que había que votarlo sí o sí. Es un fenómeno que aún no se puede explicar pero tuvo una dimensión colosal. Esta vez, ni los padres ni los abuelos convencieron a hijos y nietos, fue al revés. ¿Qué explicación hay a eso?
El voto al libertario fue transversal. Ganó en los lugares más pobres y más ricos de la Argentina sin distinción de clases sociales. La avalancha de votos en Córdoba y Mendoza fue vital pero no tan necesaria como lo fue para Macri. Porque la victoria de Milei se dio en casi todas las provincias y quedó apenas un punto debajo de Massa en Buenos Aires. La implosión de Juntos por el Cambio también terminó por favorecerlo. El paso que dieron Macri y Bullrich al salir a darle su apoyo rompió la inercia de las PASO que había dejado instalada la sensación que Massa podría dar la sorpresa. Al final le camino los votos de Mili y Bullrich en primera vuelta hicieron casi suma cero. Algo más del electorado de Schiaretti hicieron trepar la cifra al 55%.
Milei enfrenta ahora su propia tormenta. No ha pasado una semana de su elección que ya tiene que estar lidiando con la casta, con los que le pasan facturas y con sus propias ideas que deberá mantener a rajatabla porque, al cabo, fue por lo que la gente lo votó.
Lo dijo él mismo en una de sus primeras entrevistas. No mintió en la campaña y dijo lo que iba a hacer. Sus votantes lo eligieron a sabiendas. Es una carga adicional para quien no tiene experiencia política y tiene que aprender a manejar las presiones. En estos días, ha tenido que dejar varios de sus colaboradores en el camino. El apoyo de una parte del PRO se traducirá, más temprano que tarde, en cargos importantes. Tanto que, al cierre de esta nota, dos ex integrantes del equipo de Macri estarían en primera línea: Caputo en Economía y Bullrich en Seguridad. La charla con el Papa fue otro signo de distensión en ese derrotero. Todavía no asumió y Milei está bajo la lupa pública. Son los costos que cualquier presidente tiene que pagar.
En la otra orilla no salen aún de la consternación que generó la derrota. Massa había podido recrear la sensación perdida de victoria y movilizar a la militancia. No hicieron lo mismo claro muchos referentes del país, sobre todo en Buenos Aires y especialmente en el Conurbano donde los resultados no fueron los esperados. Pero, más allá de la burbuja, ¿alguien en serio podía creer que el Ministro del 140% de inflación anual podía tener chances ciertas de ganar la elección? La primera vuelta fue el espejismo que devolvió una oposición dividida. Cuando la propia gente juntó los melones en el carro, todo se volvió lógica política.
Con el fiasco del gobierno de Alberto, Massa y Cristina lo que estaba enfrente tendría que ser muy malo para no ser votado. Las peleas intestinas en Cambiemos enojaron a la sociedad, que le quitó el rótulo del cambio. Y optó por dárselo a Milei que, astuto, recogió la bandera y le sacó bien el jugo. El límite se lo impuso la primera vuelta, con sus derrapes incluidos.
Así llegaron Macri y Bullrich en su auxilio para darle imagen de gobernabilidad, bajarle las revoluciones y hacerlo algo más previsible. Su crecimiento entonces no tuvo techo, tanto que superó el porcentaje de Cristina en el 2011.
Nadie sabe en qué va a resultar el país de Milei. Sí que el mandato implica cambios, pero en serio y grandes. ¿Estarán los argentinos dispuestos a soportarlos? ¿Estamos preparados para eso? Los intolerantes de siempre ya se pintan la cara y amenazan con muertos. Milei ni siquiera asumió pero le marcan la cancha con sus mensajes.
Las urnas hablaron y no hay que cuestionar eso. El pueblo vota y punto. Es extraño porque muchos de los que afirman no poder creer lo que votó la gente, son autores intelectuales y fácticos del desastre que precede al libertario. Algún día lo entenderán. Mientras tanto paciencia y a cruzar los dedos como dice Riverito para que, alguna vez, aunque sea de casualidad, alguien dé en la tecla.