
En los años 60 circulaban, fuera de la cátedra, la escuela, la crítica y los premios, y de su provincia, los nombres de los grandes escritores entrerrianos de talla nacional y sus libros. Entre ellos, los poetas Carlos Mastronardi y Juan L Ortiz ("Juanele"), y los narradores Juan José Manauta y Gudiño Kramer. Por Mirta Arizpe Manauta nació en 1919 en Gualeguay; su padre era almacenero y su madre directora de escuela de suburbios. Fue un lector voraz de la Biblioteca del Pueblo después de que sus dos grandes poetas ganaran la batalla contra el oscurantismo e impusieran a los poetas franceses malditos las nuevas novelas de la generación de entreguerras norteamericana; los narradores rusos como M. Gorki y los contemporáneos europeos.De esa argamasa previa y de la mirada protectora de Juanele, saldrá su primera novela, mítica e inhallable hasta hace poco: "Las tierras blancas" (1956), llevada al cine con ese nombre y dirigida por Hugo del Carril.En una entrevista Manauta, en su casa familiar gualeguaychuense de la calle San Lorenzo, nos confiaba que su padre era un gran narrador oral, un entusiasta relator de "sucedidos", pero que él, joven parco y seco, no desarrolló el don y entonces pensó en escribir lo que captaba su sensibilidad aguzada. Además cuenta en una entrevista reciente en la revista "Viva", que Juanele, cuyos tres primeros libros se vendían en el mostrador de los Manauta, convenció a su padre para que lo mandara a estudiar Letras a La Plata.Luego regresa a nuestra provincia y se encuentra con que no hay cátedras para él ya que las otorgan los legisladores conservadores. A fines de los años cuarenta, después de una detención por razones políticas, se le advierte que debe irse de Entre Ríos y que si vuelve será detenido.En Buenos Aires desarrolla una gran actividad cultural comprometida en varias revistas literarias. Luego será editor de la suya titulada "Hoy en la cultura" y ya es mentor de los jóvenes escritores.

Otras novelas: "Los aventados" (1952); "Papá José" (1958), comentadas por Luis Gregorich, en "Narrativa de la generación del 69" (1995). En 1995 gana por segunda vez el premio Fray Mocho con los cuentos "Colinas de octubre", deliciosos relatos en tiempos de las luchas jordanistas protagonizadas por el Comandante Ponciano Alarcón y el pequeño lugarteniente. Como una novela primitiva, los cuentos se engarzan en tema, personajes y hechos y constituyen un sentido integrador. Son relatos para ser leídos por adolescentes que las librerías no consiguen porque la Editorial oficial de Entre Ríos sólo atiende en Paraná.En el 2006 seguían resonando los cuentos de "Colinas" y la convocatoria UNER- Sade Concepción del Uruguay, proponía en uno de los temas para el Encuentro provincial de escritores: "Mito, historia, literatura". Allí va el ensayo sobre estos cuentos de Manauta que siguen la consigna de Henry James: Narrar es "adivinar y separar lo que está oculto de lo que es visible". El epígrafe del ensayo es una frase de George Orwell en "l984": "Quien controle el pasado controlará el futuro".Ese mismo año se presentan en el Encuentro los "Cuentos Completos" que incluyen su libro "El llevador de almas"; 470 páginas editadas por la UNER por iniciativa de la Profesora María Elena Lothringer, directora de la editorial y gran conocedora de la literatura entrerriana que confió al Profesor Héctor Eysaguirre.Luego, se volvió a ver a Manauta en tertulias nocturnas de café y cigarrillos, empequeñecido el corpachón que había adquirido y con una nueva barba de patriarca. Estrenaba nuevo libro y dejaba su departamento de soltero con cinco hijas para fijar residencia en Belgrano con su amor de los últimos 10 años. Su actualidad: Cumplidos los 90 años, acaba de publicar un libro de poemas: "Entre dos ríos" y ha recibido el Premio de Honor de la Sade; el Premio Nacional de las Artes; el primer premio de la Ciudad de Buenos Aires y tiene la Pensión al Mérito artístico de Entre Ríos.Sus guiones han sido llevados al cine, su novela traducida al rumano y al checo. Para muchos es el mejor escritor argentino vivo.Merece que sus libros, presentes en algunas bibliotecas públicas, lleguen al gran público. Que los libreros compren en directo ejemplares de las reediciones oficiales y privadas, que los repongan una vez agotados. Sino, se le aplicará a Juan José Manauta, aquello que decía César Tiempo de Roberto Arlt: "Sólo le falta para ser un clásico, que nadie lo lea".