Esta semana fue, en mucho tiempo, la peor para el kirchnerismo. Entre el reto a Scioli y la foto de los peronistas federales, el disgusto cobró forma. Y las certezas también: no todas son rosas. Jorge BarroetaveñaEl Día de Gualeguay Néstor Kirchner nunca confió demasiado en Daniel Scioli. Es más, si jugaran un partido de truco seguro no lo tendría como pareja. La relación, que ya lleva años, ha estado jalonada de desplantes y recelos. Desde sus tiempos de Vicepresidente, el actual gobernador bonaerense, tuvo que hacer equilibrios para salvaguardar la relación y tragarse infinidad de sapos. En el Senado todavía resuena el reto que le pegó la por entonces legisladora Cristina Fernández, al propio titular de la Cámara que asistió impertérrito a la reprimenda. Es que Scioli le ha aportado a los Kirchner, algo que a ellos les ha costado conseguir: el control sobre la Provincia de Buenos Aires. Y modos, de los que el kirchnerismo prescindió hace rato.En el 2.009 la relación alcanzó su punto más bajo. Atribulado por las encuestas y tratando de evitar las fugas, el ex presidente obligó a todos los caciques bonaerenses a formar parte de las listas testimoniales, que devinieron en un fracaso y no pudieron evitar la derrota ante De Narváez. Pero a Néstor le sirvió de ejemplo. Todavía guarda con recelo, punto por punto, lugar por lugar, donde los jefes comunales sacaron más votos que él. No es tonto, sabe bien la historia de traiciones que persigue al peronismo bonaerense y cómo, casi todos, se han ido mimetizando con los liderazgos de turno. Muchos de los que hoy son kirchneristas, antes fueron duhaldistas y más lejos en el tiempo menemistas. Scioli, casualmente, siguió ese mismo ditirambo. Nació con el menemismo, saltó al duhaldismo y terminó siendo kirchnerista.Pero si algo lo caracteriza al ex motonauta es el perfil bajo, alejado de los conflictos. Scioli aborrece las discusiones públicas y prefiere zanjar las diferencias a través del diálogo. Pero está atragantado desde hace meses. En su entorno no se explican los recelos de Kirchner. "Aceptamos mansamente las testimoniales del año pasado, nos bancamos como duques el conflicto del campo que generó él, asumimos los costos de los problemas de inseguridad y ahora paga así...", deslizó un alto funcionario.El motivo del enojo no es el reto público. El ex motonauta a esta altura está acostumbrado y parece que eso no le molesta. Pasa que Kirchner sigue fogoneando candidatos alternativos a la gobernación y le da aire a todos: Boudou, Fernández, Randazzo, su propia hermana y ahora el desembarco de Hugo Moyano. Maneja con mano de hierro su relación con los caciques del Conurbano y está sentado arriba de la caja. La consecuencia es directa: si no hay plata, no habrá obras y si no hay obras habrá menos votos. Para Scioli no hay muchas alternativas: si el flujo de dinero no llega desde la Nación, no le alcanza para pagar los sueldos. Por eso su margen de independencia es escaso. Pero cometió una infidencia: en una charla con los familiares de Carolina Píparo, la joven embarazada baleada en una salidera bancaria, les dijo. "tengo las manos atadas...". Enterado, Kirchner, sintió que el palo era para su gallinero, o en todo caso, para el gobierno nacional. Esperó en vano una desmentida que nunca llegó, por eso eligió el acto del jueves en La Boca, para el reto público. "Por favor, diga quién le ata las manos...no tenga miedo...", le espetó a Scioli ante la mirada atónita de muchos intendentes y legisladores. El gobernador, fiel a su estilo, ni se inmutó, aunque sí hubo un breve intercambio de palabras cuando Kirchner terminó de hablar. Lo que creen en el entorno del bonaerense es que el ex presidente no digiere que Scioli crezca más que él en las encuestas y desconfía del armado para el año que viene.En rigor, Néstor tiene argumentos de sobra para sospechar, no sólo basándose en la historia sino también en el presente. A sus oídos llegó, firme y consistente, una presunta reunión de Scioli con Eduardo Duhalde. La sola posibilidad le puso los pelos de punta. Sabedor, Duhalde le echó un poco de alcohol en la herida, cuando en las últimas horas invitó a Scioli a sumarse al Peronismo Federal y se atrevió a elogiar el perfil dialoguista del mandatario. Y fue más lejos: "el que le ata las manos a Scioli es Kirchner", aguijoneó.La Provincia de Buenos Aires es un tembladeral. Con el antecedente fresco del 2.009, nadie sabe bien dónde está parado. En esa comedia, donde abundan las sonrisas irónicas y las traiciones, Kirchner le quiere dar forma a su sueño de volver a ser presidente. Por eso hace sombra cuando percibe el particular olor de la traición.
***Llevó semanas, casi meses, conseguir la foto. La foto al menos, para ahuyentar lo que dicen y las mofas del oficialismo. Solá, Duhalde, Das Neves y Rodríguez Saá, los candidatos presidenciales del PF, posaron juntos y con la manito alzada. Al lado, Reutemann apadrinaba, igual que Busti sentado en la primera fila. El acuerdo tiene límites bien precisos: llegar juntos a las primarias del 2.011 y un pacto de no agresión entre ellos.El clima, en la previa, fue bueno y no hubo reproches. Es que entre los peronistas que no quieren a Néstor Kirchner, los apura el fantasma de la división y la apuesta clara que el oficialismo hace a ella. Con una oposición atomizada, la quimera del 40% en primera vuelta no está tan lejana, más si las peleas y las indefiniciones en el barco opositor siguen a la orden del día.La 'estrella' de la reunión fue la senadora nacional Adriana Bortolozzi, alejada del redil oficialista. Académica, la legisladora les pidió mucho "huevo" para ganarle al kirchnerismo. Los aplausos fueron un guiño irónico dedicado al sureño, que vivió una semana a puro vértigo. Cómo a él le gusta.