Kirchner no quiere mostrarse débil pero la Corte se le cruzó en el camino
Nadie podrá acusar a la Corte Suprema de Justicia de la Nación de hacerle la contra al gobierno de Néstor y Cristina Kirchner. El tribunal, que se moldeó por iniciativa del ex presidente, ha dado suficientes muestras de independencia. ¿Será eso lo que tanto molesta a la Casa Rosada?Por Jorge Barroetaveña Es que los jueces han puesto, queriendo o no, en un brete al gobierno. El escandalote por la remoción del ex Procurador de la Provincia de Santa Cruz, Eduardo Sosa, es una piedra en el zapato que Kirchner arrastra desde que dejó el sur para venirse a Buenos Aires. Fiel a su estilo, y enfrentado con el abogado, el por entonces gobernador santacruceño firmó un decreto con su remoción. Así se inició un largo peregrinaje judicial que terminó (o siguió en todo caso) hace un año cuando los jueces de la Corte le dieron la razón a Sosa y le ordenaron al gobernador Daniel Peralta reponerlo en el cargo.A casi un año de aquella orden, obligados ante la pérdida de autoridad, debieron ordenar durante la semana la instrucción de una causa penal contra Peralta por desobedecer la orden judicial. Y se produjo el estallido. Inflamado, Peralta, con un lenguaje más cercano a una declaración de guerra que a otra cosa, acusó a Lorenzetti y compañía de querer 'invadir' su provincia y promover un golpe de estado. Claro, hubiera sido una reacción aislada, con escaso sustento, sino hubiera sido porque el propio Jefe de Gabinete Aníbal Fernández, salió a respaldarlo, igual que los legisladores que acusaron, sin pruritos, a los jueces de 'golpismo'. Ofuscado, y sin más remedio, Carmen Argibay espetó: "no podemos dejar que un fallo judicial no se cumpla".A esta altura ya no se trata de una simple pelea con la oposición o con algún dirigente díscolo, sino con el máximo tribunal de justicia de la Nación. En definitiva con otro poder. Conflicto de poderes I.Pero la Corte, puso en otro brete a la Presidenta, autorizando la extradición del guerrillero chileno Sergio Apablaza Guerra. ¿Qué hizo este buen hombre? En el año 1.991, y bajo el gobierno democrático de Patricio Aylwin asesinó a un senador en la puerta de la Universidad Católica y luego secuestró a un empresario periodístico, Cristian Edward a quien tuvo cautivo cinco meses. Para la justicia chilena Apablaza Guerra fue el cerebro de los dos hechos que, en ese momento, hicieron tambalear a la Concertación de izquierda en el gobierno. Y vaya paradoja, quién inició el pedido de extradición fue el ex presidente Ricardo Lagos, un dirigente admirado por los Kirchner. La gestión la siguieron Bachellet y ahora Piñera.Con su decisión, la Corte puso en otro brete a la Presidenta que, si se guía por el consejo del Procurador Esteban Righi, debería concederle la calidad de 'refugiado político'. La cuestión, que causa escozor en lo más alto del poder y amaga con desatar una crisis diplomática con Chile, puso en la mira otra vez a la Corte. Y el gobierno no quiere emitir una sola señal de debilidad. Ante nadie, ni siquiera ante las leyes. Conflicto de poderes II.El objetivo es, además, enviar un mensaje. Estos mismos jueces tienen aún sin resolver causas pesadas relacionadas con la libertad de prensa y la flamante ley de medios. Todavía está pendiendo de un hilo el famoso artículo de la ley que obliga a las empresas a la enajenación de activos que, de cumplirse, sería otro golpe en el plexo para el Grupo Clarín. En esta lógica, ni siquiera el cuerpo puede darse el lujo de lanzar señales contradictorias. ¿Cómo es eso?El ex presidente Néstor Kirchner habría sufrido un pre-infarto. Con un fuerte dolor en el pecho fue trasladado el sábado pasado al Sanatorio Los Arcos donde se le practicó la segunda angioplastia del año, la primera se había producido en febrero. El hecho, no menor, intentó ser minimizado, al punto que sin respetar lo que los médicos le habían aconsejado, 36 horas después apareció flaco y pálido, en el acto que organizó la juventud kirchnerista en el Luna Park. Allí, una Cristina encendida lo reemplazó en el atril. Unas horas después empezó a recibir gente en Olivos, tanto que el propio Diego Maradona se acercó a saludarlo y a pedirle que intercediera para volver a la selección.Kirchner, en su lógica, no tiene margen para mostrar señales de debilidad. Nunca lo hizo cuando tuvo todo el poder y menos ahora que busca recuperar y retener lo que perdió por errores propios. En ese camino no hay rivales petisos y a todos los enfrenta con la misma intensidad. Esta semana le tocó a la Corte y poco importó desobedecer un fallo judicial. Al cabo, es él quién tiene un encono personal con el ex procurador Sosa. Ni siquiera en eso quiere que se perciba que cedió. La estrategia de victimizarse por cuestiones de género y apelar al ataque permanente contra la prensa, no deberían formar parte de la agenda presidencial. El martes, en su discurso en el Luna Park, Cristina Kirchner ratificó que nunca un Ejecutivo había sido 'atacado' como este por los medios de comunicación. "A los opositores se los deja hablar, a nosotros nos interrogan...", disparó, en abierta crítica a los periodistas. A esta altura habrá que pensar que la Presidenta no vivía en la Argentina cuando Página/12, desde sus tapas apenas, conmovía todos los días al gobierno menemista denunciando los casos de corrupción. O cuando la caricaturización del ex presidente De la Rúa que se hacía en el programa de Tinelli, se burlaba hasta la ofensa de algunas características del por entonces primer mandatario.El último reportaje periodístico que, paradójicamente, dio la Presidenta fue al programa del Grupo Clarín, "A Dos Voces", que se emite por TN. ¿Cuándo? En la campaña presidencial del 2.007. ¿Hace algún tiempo no? Después sólo el atril escucha lo que tienen para decir ella y su esposo. Suena a poco. Muy poco ante la obligación que tienen como funcionarios públicos de rendir cuentas de sus actos.
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