La apuesta europea por las energías renovables
En el Viejo Continente se debate y se toman decisiones trascendentes sobre el futuro de la matriz energética mundial. Por ejemplo, se anuncia que Europa busca "importar" sol de África."Desertc", así se llame el megaproyecto europeo que pretende generar electricidad a través de energía solar y eólica en el desierto del Sahara, un espacio inmenso de más de 9 millones de kilómetros cuadrados.La idea es distribuir parte de la energía producida en la región -el Magreb, Oriente Medio- y llevar el resto a Europa a través de líneas submarinas de alta tensión.El proyecto avanza y en 2013 ya se comenzará la construcción de la primera planta termosolar de 500 megavatios en Marruecos, que deberá ser conectada a la red eléctrica española.Las conexiones entre África y Europa se harían por el sur de Italia y de España y se estudiarían rutas desde Oriente Medio hacia Turquía y Grecia.La iniciativa se inscribe dentro de los planes de la Unión Europea (UE) de llegar a 2020 con el consumo energético abastecido en un 20% por energías renovables.Mediante esta apuesta, los europeos pretenden salir cuanto antes de los riesgos radiactivos de la energía nuclear, la dependencia del gas ruso y del petróleo de Oriente Medio.Cabe preguntarse si los países árabes están de acuerdo en sumarse al proyecto de Desertc. ¿Qué les conviene más: venderles hidrocarburos o sol a los europeos?Según trascendió, hay países del Magreb interesados en participar. Argelia se muestra interesada, así como Túnez y Marruecos. Y la UE espera que un Egipto y una futura Libia democráticos se sumen al proyecto.Al proyecto se sumaría la construcción de una "rejilla" europea, una masiva malla que conectaría todos los sistemas eléctricos del continente. Así, Dinamarca podría vender electricidad generada en sus molinos al sur de Europa y España al norte.Pero no todo es color de rosa. Hay analistas que consideran que esa electricidad generada en el Sahara no podrá competir en precios con la generada en Europa y que necesitará subvenciones públicas, aumentando así su costo durante décadas.El cambio en la matriz energética a favor de las renovables plantea dilemas. Por un lado se pretende que la generación de energía sea compatible con el medio ambiente. Pero por otro no se quiere que por esta causa se frene la actividad económica.Los escépticos no creen que ambas cosas puedan concurrir. En su opinión, si no se para el ritmo de consumo siempre creciente de energía, disparado por un sistema económico que idolatra el crecimiento, no se pueden esperar milagros de las renovables.A todo esto, el anunció del abandono de la energía nuclear en Alemania y Suiza, ha levantado una polémica en el mundo desarrollado. Expertos norteamericanos, por caso, han salido a cuestionar la reconversión alemana.Hace poco Ulrich Beck, sociólogo de la Universidad de Munich, que fue uno de los expertos que aconsejó a la canciller alemana, Angela Markel, dar marcha atrás con la energía nuclear, salió a respaldar esa decisión.Beck atacó el concepto de "riesgo cero" que esgrimen los defensores de la energía nuclear. Tras los desastres de Chernobyl en Rusia y más recientemente de Fukushima en Japón, "sabemos perfectamente qué sucede cuando se funde un núcleo atómico", replicó."Sabemos cuánto tiempo perdura la radioactividad, qué efectos tienen el cesio y el yodo en el ser humano y el medio ambiente y cuántas generaciones tendrá que padecer si se da el peor de los casos. Y sabemos que estas dimensiones de consecuencias ilimitadas a nivel temporal, espacial y social no se aplican a las energía alternativas", razonó.
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