La argentinidad y la presencia del “otro”
La pregunta por el sentido de la singularidad de la Argentina lleva inexorablemente a toparse con lo plural y heterogéneo desde el punto de vista antropológico.En nuestro territorio conviven no sólo distintas razas y culturas, sino varios niveles de historia. La exclusión que sufren las 31 etnias indígenas existentes, por caso, sugiere que viven al margen de la historia.Las poblaciones que se juntaron en la Argentina colonial da una pista: los españoles y otros colonos europeos, los indios conquistados, los africanos traídos como mano de obra esclava.Las épocas viejas nunca desaparecen completamente y todas las heridas, aun las más antiguas, manan sangre todavía. Quizá porque un grupo (el blanco europeo), al cabo, ha modelado al país más que otro.De suerte que su poder hegemónico -cultural y económico- eclipsó o relegó a los otros, alguno de los cuales (africano) se diluyó en la mezcla.Y toda hegemonía lleva implícita una contra-hegemonía, diría un marxista. Así, lo amerindio entre nosotros quedó disminuido, y desde hace tiempo, con mayor conciencia de sí, reclama un mejor estatus.Las disímiles lecturas sobre la Conquista dan una dimensión del problema. La disputa entre hispanistas e indigenistas, por ejemplo, está ganada por la unilateralidad.La índole ideológica de la discusión ha hecho que ella se desarrolle a costa de la verdad histórica. En realidad es una controversia que atraviesa el continente.Difícil encontrar una opinión equilibrada como la del mexicano Octavio Paz, quien ni cree que el mundo hispánico estuviese habitado por ángeles venidos de España, ni suscribe el relato progresista de que los indios eran el prototipo del "buen salvaje" de Rousseau."No pretendo justificar a la sociedad colonial. En rigor, mientras subsista esta o aquella forma de opresión, ninguna sociedad se justifica. Aspiro a comprenderla como una totalidad viva y, por eso, contradictoria", escribió."Del mismo modo me niego a ver en los sacrificios humanos de los aztecas una expresión aislada de crueldad sin relación con el resto de esa civilización", señaló el mexicano, para quien "la historia tiene la realidad atroz de una pesadilla".Hay quienes creen que la porción desarrollada de Argentina, liderada por el biotipo blanco europeo, impone su modelo a las otras partes, sin advertir que la realidad biológica, psíquica y cultural del país es diversa.Es probable que algo de esto ocurra. Aunque también existen las lecturas interesadas, a las que no les anima un deseo de remover las injusticias étnicas, sino azuzar las contradicciones raciales con fines políticos e ideológicos.Los antropólogos utilizan la palabra "otredad" para explicar el descubrimiento del "otro", que es cualquier persona percibida como diferente y que nos sirve para "interdefinir" nuestra identidad.Para los europeos blancos que arribaron a América el indio era lo otro. Pero también lo era el negro. Una estudiosa del tema, Dina Picotti, dice que la Argentina empezó a negar a los negros por el hecho de estar relacionados con la esclavitud.Y no reconocer una cultura significa, dice, perder una parte importante de la historia humana. Resulta que un tercio del total de la población de Buenos Aires colonial era negra.¿Qué pasó? "No desaparecieron simplemente a causa de las guerras y las pestes, como se afirma; se mezclaron", afirma Picotti, al tiempo que explicó que el llamado "cabecita negra" tenía en buena parte ascendencia afro.Se diría que cualquier visión antropológica unilateral -que ensalce un grupo sobre otro- no muestra el rostro real de la Argentina, y nos haría caer en una ilusión peligrosa.En todo caso, lo otro no debiera ser lo ajeno y externo absolutamente. Si existe y persiste, es porque es parte de uno; está dentro. La otredad, así, es constitutiva de la argentinidad.
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