La buena onda entre Macri y Scioli se terminó
La cosa se va poniendo caliente. Ya no queda casi nada en el medio. El puerto de las PASO se observa a la distancia y a veces al alcance de la mano. Crece una sensación: el centro de la escena empieza a tener nuevos protagonistas. A cinco meses de dejar el poder, formalmente, Cristina Kirchner empezó a despedirse de él.Jorge Barroetaveña Después de tantos años de centralidad cuesta concebir a la política sin que un Kirchner sea el centro de la escena. Pero la dinámica propia de la democracia y el recambio, instala sin querer esa sensación. La Presidenta ha hecho y seguramente hará todo lo posible para seguir conservando la iniciativa política, pero lentamente, la agenda, la empiezan a marcar otros. A menos de un mes de las PASO la política del aire y el sol que tanto Mauricio Macri como Daniel Scioli defendían va cediendo lenta pero inexorablemente, y los cruces se ponen a la orden del día.El malhumor de Macri se acentuó desde el domingo pasado cuando vio que a su delfín Rodríguez Larreta no le alcanzaba para ganar en primera vuelta. Aunque nadie lo diga esperaba que, con 20 puntos de ventaja, Martín Lousteau tuviera un gesto y se bajara de la pelea. Suponía, equivocado, que el ex ministro de Cristina priorizaría el proyecto nacional antes que sus propias ambiciones personales. Se equivocó feo y con él sus socios Sánz y Carrió que también supusieron que el líder de ECO daría un paso al costado. Extender dos semanas más una campaña con resultado cantado no tiene gracia para el PRO que necesita concentrar todos sus cañones en el Conurbano, ahí donde está el agujero negro de la elección. Pero Lousteau es un joven ambicioso que ya demostró de lo que es capaz cuando estuvo en el gobierno. Se mandó el zafarrancho de la 125 y cuando la cosa se puso mal, la Presidenta resolvió echarlo. Ahora, está armando su propia carrera y despreciar para eso dos semanas más de vidriera, sería tonto. Lousteau lo sabe y le va a sacar el jugo. En el PRO sospechan que anunciará su apoyo a Stolbizer en pocos días, lo que implicará dinamitar su acuerdo con Sánz y Carrió.La obsesión macrista es la Provincia de Buenos Aires y garantizar una buena fiscalización de los comicios. En Santa Fe están convencidos que la falta de profesionalismo de los fiscales les costó la elección y no quieren repetir el mismo error. No es fácil claro hacer en pocos meses lo que al PJ le llevó décadas, que es montar un fenomenal aparato de punteros y fiscalizadores que defiendan a capa y espada el resultado y aseguren, que la boleta con la cara de Macri estará en cada cuarto oscuro del inmenso territorio bonaerense. Para Macri, la batalla de la calle será torta y torta, aunque no necesariamente se vaya a reflejar en las urnas. Para ese paso se necesitan miles de guardianes de los votos, algo que todavía el PRO no tiene asegurado.Cada vez que le mencionan el tema Sergio Massa sonríe irónico. Sabe que era eso lo que hubiera podido darle al PRO, pero el ninguneo de los amarillos fue insoportable. Las críticas cruzadas de las últimas horas indican que se acabó la amistad entre Scioli y Macri. Es la primera vez que se dejan expuestos en público y zamarrean con dureza sus respectivas gestiones. Scioli se rió del tamaño de la Ciudad de Buenos Aires y Macri fue más duro aun advirtiendo que las falencias de la Provincia, si gana su rival, se extenderán a todo el país. Los máximos líderes de la línea aire y sol sienten que se acerca la hora de la definición y hay que poner todo arriba de la mesa. Aunque las definiciones concretas sobre muchos temas brillen por su ausencia. Intuyen que la condición de líder, antes de una elección, se marca tipo jefe de la cuadra. ¿Será tan así?Claro que si Macri tiene que lidiar con el 'rebelde way' Lousteau, Scioli tiene una interna pesada debajo de sus pies que lo deposita en un pantano peligroso. Aníbal Fernández, alter ego presidencial, tiene tantos votos como rechazos aunque posee un alto nivel de conocimiento. Julián Domínguez, su contrincante, es su reverso. Buena imagen pero no lo conoce casi nadie en el interior profundo de Buenos Aires. Encima estaría por debajo de Fernández en las encuestas. En la oposición se ilusionan con que Aníbal termine ganando esa interna, porque su techo es bajo y la buena imagen de Scioli no alcanzará para traspasarlo. En La Plata tratan de ahuyentar los fantasmas sosteniendo que el que arrastrará en las papeletas será Scioli y poco importará cuál boleta manoteen los votantes. Son, de todas maneras, demasiadas especulaciones para la certeza que necesita el ex motonauta de sacar una buena diferencia en el Conurbano. En el fondo a Scioli no le importa quién gane en esa puja, lo que quiere es que le aseguren un piso lo suficientemente alto para compensar derrotas en los grandes distritos electorales. Si Macri le gana en Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe y Mendoza, no hay margen para la broma: la provincia será la salvación de su proyecto.A un mes de las PASO el Papa Francisco visita tres países latinoamericanos y no estará en la Argentina, su país de origen. Al sobrevolar su tierra dejó trascender un pedido de paz y justicia, que por supuesto cada uno interpretó como se le dio la gana. Este Papa, usado en exceso desde que asumió por la política vernácula, optó por hablar en Paraguay de corrupción y narcotráfico. Unió ambos temas para hacerle ver a la región hasta dónde estos males han calado en nuestras sociedades. La política argentina se ha convertido en una hoguera de vanidades. Los candidatos a dirigir los destinos del país los próximos cuatro años no sienten ese fuego bajo sus pies. Queda un mes para que se descorra el telón y se acaben las especulaciones. O empiezan las nuevas.
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