Milei, el confrontador
La casta, su fracaso y la paciencia social
Mientras sigue su marcha el plan motosierra y licuadora, el Presidente, a quien lo vamos conociendo cada vez un poquito más, le gusta transitar los caminos de las peleas. La lista es tan larga como insólita.
La lista de la gente con la que se ha peleado Milei es interminable. Y no amaga con parar. Esta semana los blancos elegidos fueron los presidentes de Colombia y México, con los que ya ha tenido cruces. Allá salió Mondino tratando de apagar el incendio y sosteniendo, dudosamente, que son cuestiones personales que no afectan las relaciones entre los países.
Petro y López Obrador no se quedaron callados y siguieron escalando la polémica que viene de lejos, desde cuando Milei apenas era candidato. No hay límites en lo que se dice, como si las sociedades fueran inmunes a semejantes desatinos. Y no se trata de cuestiones ideológicas, sino del poder de las palabras y el efecto que pueden producir.
Al Presidente argentino, que lo vamos conociendo cada vez un poquito más, le gusta transitar estos caminos de las peleas. La lista es tan larga como insólita y en eso ya ha superado largamente a Cristina Kirchner, a la que también le apetecía circular por estos lugares. Si bien es anecdótico, entre los asesores presidenciales creen que esto sigue “garpando”. El estilo de pelearse con muchos, a toda hora y al mismo tiempo, le dio visibilidad y le permitió canalizar el enojo popular con la casta, a la que él no pertenecía hasta que fue electo presidente. Por ahora es efecto no parece mellar el apoyo en las encuestas que siguen revelando altos niveles para el Presidente de la Nación.
Es paradójico. La mayor parte de los encuestados admite que la está pasando mal, muy mal, pero muchos no dejan de bancar al libertario. Todavía puede más la calentura con los anteriores que el desencanto con el nuevo.
Algo de eso se filtró en los cruces por la difusión de los índices de pobreza que dejaron el trío de los Fernández y Massa. Los casi 20 millones de pobres del 2023 quedaron otra vez en el medio de los cruces de la feroz pelea entre el exministro Guzmán y los coroneles de Massa, con De Pedro en el medio. Guzmán, que todavía tiene atragantada su salida, le echó la culpa a las zancadillas y trabas que le puso el kirchnerismo, Massa incluido. Michel, el ex titular de Aduanas pareció pedirle piedad cuando habló de las grietas entre los dirigentes peronistas.
El peronismo aún no ha hecho su autocrítica de porque pasó lo que pasó. Lo más fácil es echarle la culpa a Fernández, por su falta de conducción política y visión de hacia dónde había que ir. Pero el resto de los actores esconde la cabeza como si no hubiera tenido nada que ver. Guzmán se fue el día que Cristina le bajó el martillo, en medio de una corrida. No estuvo tan lejos del helicóptero, ese que varios desean y vaticinan ahora. Massa, que llegó con un solo matafuegos hizo lo que pudo, en medio de un proceso electoral en el que él eligió ser candidato. Craso error que la historia le reprochará. No se puede estar de los dos lados del mostrador al mismo tiempo. Massa pensó que iba a poder, pero naufragó en el intento y dejó hipotecada su desesperación por ser presidente.
El experimento del gobierno de dos cabezas peronistas fracasó. Tan grande fue que le abrieron la puerta al discurso rompe todo de Milei. Claro, también Cambiemos hizo su aporte, con peleas increíbles que los desgastaron al punto de perder una elección que, un año antes, tenían ganada. Por eso hoy no existe más Cambiemos.
Con todos estos fuegos artificiales en el cielo, más algunas bombitas de humo como cambiarle el nombre al CCK (Centro Cultural Kirchner), Milei va. El 31 de marzo vencen miles de contratos en el estado que no serán renovados. El Pami y Anses son dos de las reparticiones que están en la mira y serán recortadas. ATE anunció un paro nacional y avisó que podría haber toma pacífica de algunas reparticiones afectadas. Será otro desafío para la motosierra que se ha convertido en un símbolo del gobierno. Para bien y para mal.
Esa misma encuesta que registra aún altos niveles de apoyo al gobierno, pese al tembladeral, también da cuenta del desprestigio de las instituciones de la democracia. A nadie sorprende el la mala imagen de los partidos políticos o del congreso, o de los sindicatos. También caen en la volteada la iglesia, los empresarios y hasta los periodistas. Casi que no se salva nadie.
¿Explicación? Los números de pobreza que difundió el INDEC del año pasado son la punta del iceberg. Nuestra democracia reciente ha sido incapaz de dar de comer, educar y curar, como alguna vez proyectó Alfonsín. Pero ese fracaso no sólo es atribuible a la clase política. El concepto de “casta” es mucho más abarcativo. Quizás allí anide el secreto de la paciencia que un sector importante de la sociedad tiene con Javier Milei.