La compraventa de niños para el fútbol
El negocio de moda en el fútbol mundial es captar al pequeño talento. Los clubes europeos están a la caza de los chiquilines de Latinoamérica, donde esos valores abundan. ¿Tráfico de niños, acaso?Quien ha hecho una radiografía del emergente negocio es el periodista chileno Pablo Meneses, a través de su último libro "Niños Futbolistas", que condensa entrevistas y datos sobre este mundo del que no se habla.Que los chicos se conviertan en el botín de moda de un negocio mundial como el fútbol -que para no pocos observadores está manejado por intereses non sanctus- resulta algo inquietante.En declaraciones a la revista Rumbos, Meneses pone el dedo en la llaga: "El fútbol cubre todo y el fútbol transforma todo. Entonces, si un niño se va a otro país a trabajar cosechando algodón o recogiendo frutas se lo considera esclavo infantil. Pero si hace lo mismo pegándole a una pelota para llegar a ser un jugador que triunfa en Europa, se le llama futuro crack".Según el periodista, la compraventa de niños para el fútbol discurre en una línea ética muy delgada, y de hecho hay quienes ven esto como un verdadero tráfico, cuya particularidad es que las partes están de acuerdo (las familias consienten).Hoy el sueño del pibe (y el de sus padres) es jugar en algún club como el Barcelona o el Real Madrid, y así "salvarse" económicamente. Se trata de una fantasía sensible en América Latina, gran exportadora de talento futbolístico (ejemplo de lo cual es Lionel Messi), pero también en África y en Asia.El dato inquietante es que el traspaso de menores de 18 años está prohibido. Pero si los padres cambian su domicilio al país del nuevo club de su hijo por razones "ajenas" al fútbol, el chico puede ser contratado. Y en general se les da un trabajo también a los padres.La FIFA, que es la institución que gobierna las federaciones de fútbol en todo el mundo, parece no darse por enterada de la venta de chicos. No ha impuesto, de hecho, ninguna reglamentación especial para regular este tráfico.Aquí, como ocurre en otras esferas de la realidad social, podría estar funcionando el "doble estándar moral", algo así como predicar un valor axiológico universal, pero aplicarlo cuando conviene.Un ejemplo rápido de la vida diaria es cuando una persona dice estar contra la corrupción, pero al mismo tiempo no tiene empacho en pedir una coima, en robar en su trabajo, o en convalidarla en personas o grupos de quienes saca alguna ventaja.¿Desconocen las autoridades de la FIFA este negocio que involucra a menores, protagonizado por sus clubes socios? Meneses sostiene que estos niños, en países subdesarrollados, "son tan baratos" que se puede conseguir uno que no tenga nada firmado por 200 dólares."En un negocio donde no hay reglas claras ni leyes al respecto, es todo muy a escondidas, puede pasar cualquier cosa. Y ha explotado tanto porque apunta a la codicia de todos", reveló.Como sea, este tipo de compraventa de chicos no debiera sorprender en un contexto mundial donde el fútbol se ha convertido en la ideología de las masas, o una especie de culto de la globalización, detrás de la cual se mueven millones de dólares.Y si hay un país "futbolero" ése es Argentina, donde la "pelota" representa una fuerza económica y simbólica arrolladora. Un lugar donde muchos padres alimentan la fantasía de que alguno de sus hijos se convierta en el nuevo Messi, sobre todo el multimillonario.
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