La confianza, clave en las relaciones humanas
La creencia en el otro está en la base de todo lazo social. Una pareja, una familia, lo son propiamente porque sus miembros tienen fe entre ellos. Cuando esta cualidad de pierde, las relaciones se quiebran inexorablemente."Esperanza firme que se tiene de alguien o algo". Ese es uno de los significados que la Real Academia Española asigna a la palabra 'confianza'. Y que permite aventurar que sin este insumo crítico, para decirlo de algún modo, no hay convivencia posible.La unión de los componentes de cualquier sociedad es producto de la confianza. Un equipo de trabajo, un grupo de amigos, una organización cualquiera (no importa su finalidad) no existiría si sus miembros no confiaran unos en otros.Si pensamos en la vida real, todo el tiempo hacemos un acto de fe en las otras personas. Al subir a un avión ponemos nuestra vida en manos del piloto. Si tomamos un taxi confiamos en que el chofer nos llevará a nuestro destino.Cuando nos sentamos en un restaurante damos por descontado que los alimentos estarán en buenas condiciones. Al abrir la casa a un invitado suponemos que él se comportará con corrección.Somos confidentes, contamos cosas íntimas a aquellas personas en quienes podemos confiar que las guardarán, y no las utilizarán en nuestra contra. "No tengas miedo, aquí estoy yo", le dicen la madre o el padre al hijo pequeño que intenta dar los primeros pasos, que empieza a entonces a creer en los adultos.Los novios y parejas toleran la distancia porque confían mutuamente de su amor, el antídoto de la infidelidad y el engaño.Cuando uno está gravemente enfermo, y se tiene que operar de urgencia, pone su existencia en manos del aquel médico que le da garantía de profesionalismo y humanidad.Las relaciones comerciales y laborales se basan en expectativas entre las personas. Cuando el empleador contrata a una persona lo hace porque le inspira confianza; presume que hará bien su trabajo y no le robará.Un buen comerciante sabe que un cliente engañado es un cliente descontento y perdido, dispuesto además a difundir su malestar. La fidelidad del usuario o cliente se logra cuando éste no se siente defraudado.La buena imagen de un negocio se logra cumpliendo lo prometido, respondiendo a las expectativas de quienes adquieren su producto o servicio. Alguien es digno de crédito, cuando existe la creencia en otros de que paga sus cuentas, que devuelve lo que le prestaron.La palabra crédito proviene del latín credititus (sustantivación del verbo credere: creer), que significa "cosa confiada". En este sentido, no es casual que se sostenga que la base de una economía es la confianza.Se dice que hay "crisis de confianza", cuando los agentes económicos no creen en una política económica, cuando los inversionistas huyen de la propia moneda del país, para refugiarse en otro activo (divisa o cosa), cuando hay una mirada pesimista sobre el futuro.En tanto, cuando una población no confía en su gobierno ni en las instituciones, cuando percibe que su clase dirigente se preocupa por sus intereses particulares y de partido, y no por el bien general, cuando sospecha que arriba se cometen actos de corrupción, y la justicia es sólo una palabra vacía, la gobernabilidad de la democracia tambalea.Entonces la ira de los defraudados puede conducir a situaciones de violencia que amenazan la paz social. La guerra, de hecho, la situación en la que dos grupos humanos se enfrentan a morir, existe porque antes entre ellos rige la desconfianza.
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