La democracia y el legado de Atenas
En las costas del Egeo y del Mediterráneo, hacia el siglo V a.C., el pueblo ateniense inventó el sistema político que, con modificaciones por la evolución histórica, hoy adopta la sociedad global. En un principio la aristocracia, que gobernaba como un consejo tribal, concentraba el poder político. Pero con el paso del tiempo la ciudadanía logró imponer su autoridad y gobernó Atenas entre los años 461 y 322 a.C. La democracia (del griego demos: pueblo; kratos: autoridad) favorece la intervención del pueblo en el gobierno. Una serie de factores contribuyeron a que los atenienses la adoptasen. Su polis o ciudad se hizo más abierta, ante la afluencia de forasteros y la expansión del comercio.El contacto con un mundo más amplio implicó la ruptura con la cultura tribal, siempre exclusivista. En este contexto el poder no podía ser patrimonio de unos pocos, sino el resultado de un ejercicio colectivo. Así nació la Asamblea, donde los ciudadanos deliberaban y decidían sobre todo. No obstante esta "democracia directa" no daba participación a todos. Sólo los varones libres, hijos de padre y madre atenienses, tenían derechos políticos.Quedaban excluidos los esclavos, las mujeres y los extranjeros. Muchos historiadores consideran a Pericles padre de la democracia ateniense. A él se le atribuye un célebre discurso, con ocasión de las honras fúnebres de los primeros muertos en la Guerra del Peloponeso. Este texto condensa el ideal ateniense, frente al totalitarismo espartano, un modelo político antitético. Merecen rescatarse algunos párrafos de esta "Oración fúnebre de Pericles", cuya vigencia es notable: "Nosotros no copiamos a nuestros vecinos, sino que tratamos de ser un ejemplo.Nuestra administración favorece a la mayoría y no a la minoría: es por ello que la llamamos democracia". "Nuestras leyes ofrecen una justicia equitativa a todos los hombres por igual, en sus querellas privadas, pero esto no significa que sean pasados por alto los derechos del mérito. Cuando un ciudadano se distingue por su valía, entonces se lo prefiere para tareas públicas, no a manera de privilegio, sino de reconocimiento de sus virtudes, y en ningún caso constituye obstáculo la pobreza (...)". "La libertad de que gozamos abarca también la vida corriente; no recelamos los unos de los otros, y no nos entrometemos en los actos de nuestros vecinos (...) Pero esta libertad no significa que quedemos al margen de las leyes.A todos se nos ha enseñado a respetar a los magistrados y a no olvidar nunca que tenemos que proteger a los débiles". "Nuestra ciudad tiene las puertas abiertas al mundo; jamás expulsamos a un extranjero (...) Somos libres de vivir a nuestro antojo y, no obstante, siempre estamos dispuestos a enfrentar cualquier peligro". "Amamos la belleza sin dejarnos llevar de las fantasías, y si bien tratamos de perfeccionar nuestro intelecto, esto no debilita nuestra voluntad (...) Admitir la propia pobreza no tiene entre nosotros nada de vergonzoso; lo que sí consideramos vergonzoso es no hace ningún esfuerzo por evitarla". "El ciudadano ateniense no descuida los negocios públicos por atender sus asuntos privados (...) No consideramos inofensivos, sino inútiles, a aquellos que no se interesan por el estado; y si bien sólo unos pocos pueden dar origen a una política, todos nosotros somos capaces de juzgarla". "No consideramos la discusión como un obstáculo colocado en el camino de la acción política, sino como un preliminar indispensable para actuar prudentemente".
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