La disociación entre la escuela y los alumnos
¿Es la escuela un artefacto obsoleto, que ha perdido su razón de ser? El extrañamiento de los alumnos en sus muros, hace que más intelectuales se pregunten sobre su viabilidad futura.Hay algo que en el binomino escuela-alumno ya no funciona, como en el pasado. Como si se tratase de dos realidades que ya no se encuentran en reciprocidad de perspectivas sino en oposición directa.Se sabe que las instituciones que pierden contenido vital se esclerotizan, devienen en burocracias que sólo responden a su propia lógica, por fuera de la sustancia de la vida histórica.Es el momento en el cual se cae en el fingimiento, un término que según el diccionario remite a la "representación de una cosa que no es verdad para que alguien se la crea".¿Acaso el sistema escolar simula, haciendo "como si" dentro de él los docentes enseñan y los alumnos aprenden? La inquietante pregunta no es nueva, y se formula con más asiduidad entre los académicos.La planteó a su modo el sociólogo español Mariano Fernández Enguita, de la Universidad Complutense de Madrid, durante el VIII Foro Latinoamericano de Educación, realizado en Buenos Aires, a fines de mayo de este año.Según el español, la rigidez del sistema escolar -en sus horarios, normas, conductas y formación de los docentes- y su retraso para afrontar los vertiginosos cambios vividos en todos los ámbitos en las últimas décadas pueden transformar a la escuela como institución en una "olla a presión que tiende a explotar" y perjudicar a los alumnos.Un síntoma preocupante de que el sistema no enamora al alumnado -cuya formación es en teoría su razón de ser- son los casos de acoso escolar y hasta de violencia extrema, explicó Enguita."Cada vez tenemos a la gente más tiempo escolarizada y esto genera tensiones cuando la experiencia no es gratificante para el alumno, cuando no cree en lo que se ofrece a cambio o cuando la relación con sus compañeros no es buena", destacó.Y añadió: "Otro problema de la escuela tal cual como funciona hoy es que tiene un público cautivo. Es decir que es como una olla a presión que tiende a explotar. No es difícil ver esto, pero a veces no queremos mirarlo".El sociólogo afirmó que la situación actual de la escuela en realidad está favoreciendo la "escolarización en casa", una modalidad por fuera del sistema formal, que está creciendo en países como Estados Unidos, España, Alemania y Reino Unido."Mientras nosotros discutimos si escuela privada, pública, religiosa o laica, el tipo de escuela que más crece es la escolarización en casa, es decir, la no escolarización", sostuvo Enguita, en una entrevista publicada en el diario La Nación.Según dijo, en Estados Unidos ya son más de 3.500.000 los alumnos del nivel primario que se educan así. "Se trata de familias de clase media que tienen los mismos objetivos que la escuela, pero piensan que pueden hacerlo mejor o igual y ahorrarse los problemas que hay en la escuela", afirmó.El sociólogo largó una frase impactante: "No podemos seguir pensando que los niños están felices en la escuela. No. Están ahí porque están obligados".El planteo de Enguita es polémico, y acaso para mucha gente inaceptable. Como sea, es incisivo y reactualiza el tópico de la decadencia que afecta desde hace tiempo a las instituciones de la modernidad.A propósito, el sociólogo Alain Touraine viene insistiendo sobre la ruptura que existe entre "el mundo del sistema y el mundo vivido" de las personas, sobre todo en Occidente, un reflejo de lo cual es la dicotomía entre la cultura escolar y la sensibilidad del nuevo alumnado.
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