La división social del espacio urbano
Las ciudades son espejos de la sociedad. En este sentido, el desigual acceso a la riqueza de los distintos grupos humanos tiene una evidente correlación en la ocupación del espacio urbano. Ninguna sociedad es homogénea: en todas ellas sus integrantes se diferencia en grupos en los que el grado de participación en el ingreso, el poder y el prestigio es variable.En Sociología el tópico es conocido como "estratificación social". La distribución desigual de la población en el territorio revela inequívocamente, entonces, la jerarquía social.Se diría que el esquema de las "clases sociales" tiene correlato residencial. De hecho la propiedad inmueble ha sido siempre un signo distintivo que refleja el estatus social de las personas y los grupos humanos.La imagen canónica de la mayoría de nuestras ciudades describe un esquema en el cual la población de mayores ingresos habita la zona central urbana, con un decrecimiento social y físico hacia la periferia.En este continuo espacial los sectores medios, así como ocurre en la estructura social, mantienen cierta distancia entre ricos y pobres. Como sea, los espacios públicos de calidad han estado en el centro, en tanto los espacios deteriorados en los bordes.Desde hace algunas décadas este "modelo" espacial ha venido cambiando a tenor de las alteraciones ocurridas en el sistema social. Por ejemplo, la tendencia a vivir en barrios privados es un fenómeno urbano-social relativamente nuevo en Argentina.Comenzaron en la década del '80 y se afianzaron en la del '90. Inmediatamente el fenómeno se convirtió en objeto de estudio de las ciencias sociales, donde concita encendida controversia.Surgidos en su momento como casas de fin de semana, las urbanizaciones privadas, muchas de ellas superexclusivas, son habitadas preferentemente por las clases media alta y alta.En realidad es un fenómeno mundial debajo del cual late la nueva sociabilidad de la posmodernidad, hoy rebautizada "líquida", donde predomina un modelo humano de repliegue hacia la gratificación del individuo.El advenimiento de la individualidad empalma con la proliferación de enclaves espaciales privilegiados, organizados alrededor del consumo, como son los grandes almacenes o shopping.Para algunos las urbanizaciones privadas son una tendencia urbana que reflejaría una cultura global donde la sociedad no es vista ya como una colectividad sino como una agregación de individuos.Quienes las impugnan ven en ellas un síntoma de deterioro del tejido social, un triunfo de las tendencias de disociación, en un marco posmoderno en el cual lo "público" cede ante lo "privado".Cabe aclarar que el mercado de tierras suele ser el mecanismo a través del cual se produce la segregación residencial en las ciudades. Lo cual denota que el carácter socioeconómico es el que marca las distancias espaciales.Toda ciudad está sometida a una doble fuerza. Por un lado, desde su origen, ha constituido un punto de encuentro y, en cierta medida, de unificación e integración de los distintos sectores y grupos humanos.Pero a la vez, también desde su origen, estuvo presente en ella la problemática de las clases sociales, de suerte que se puede hablar de la división social del espacio urbano.El gran desafío de las ciudades quizá sea enfrentar la tendencia a una creciente separación física de grupos sociales (ricos y pobres), algo que consagra marcados contrastes y una distribución asimétrica de oportunidades.
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