La escuela frente a las tecnologías asesinas
Las nuevas tecnológicas aplicadas a las aulas, ¿están al servicio de las competencias que la escuela en teoría debe garantizar? ¿O se erigen en fines en sí mismos, sustituyendo el ideario educativo?La vieja discusión de los fines y los medios se reactualiza ante la inclusión de los ordenadores en el ámbito escolar. ¿Quién se subordina a quién: la tecnología a la escuela, o ésta a aquella?"Tecnologías asesinas", así se llama en el mundo de la informática a aquellas que se proponen la erradicación de una tecnología anterior. El correo electrónico, por ejemplo, ha eliminado al corre tradicional.La máquina de escribir no sobrevivió al teclado digital. En estos casos, el salto tecnológico supuso que una forma superior absorbiera a la anterior. Algunos piensan que el libro impreso es un objeto terminado, aunque hay signos de resistencia a la pantalla.En educación se busca que la tecnología sea una herramienta que colabore en el objetivo educativo de adquirir la lengua, la escritura, la comunicación, los conceptos matemáticos, la posibilidad de pensar el mundo natural y social y la introducción del pensamiento científico.Sin embargo, hay razones para sospechar que la inclusión de estas tecnologías estarían siendo más "disruptivas que benéficas", según la afirmación de Gustavo Iaies y Juan Rubial, consultores del Centro de Estudios de Políticas Públicas (CEPP)."¿Estamos pensando estas tecnologías como aplicaciones asesinas o como un aporte al mejoramiento de la tecnología principal: la escuela?", se preguntan los autores en un reciente artículo aparecido en Clarín.Según declaran, las experiencias en este sentido en América Latina no han dado hasta el momento los resultados esperados. Y más bien dan a entender que el remedio ha sido peor que la enfermedad.En el camino la escuela sigue exhibiendo los mismos déficit que antes, e incluso agravados. Y acaso pudiese estar cambiando pero en sentido inverso al buscado. Va en dirección opuesta a la mejora de la experiencia educativa global de los chicos.Iaies y Rubial se preguntan directamente si las nuevas tecnologías, en el ámbito escolar, no han devenido "asesinas", en el sentido de que han olvidado su condición instrumental, para "querer construir una escuela a su imagen y semejanza".Por lo pronto, el dato es que mientras las nuevas tecnologías adquieren dentro de los muros escolares derecho de ciudadanía, los chicos hablan y escriben cada vez peor el idioma.Los pedagogos se muestran perplejos ante los problemas de lecto-escritura de los jóvenes, y se preguntan qué hacer con la Lengua como disciplina. La preocupación es lógica, si no se sabe leer, ¿cómo hará ese chico para descifrar los contenidos de las otras disciplinas?Guillermo Jaim Etcheverry, en su libro "La Tragedia Educativa", ya advertía sobre el atajo tecnológico, es decir sobre la errónea creencia de que la aplicación tecnológica en el aula resuelve los dilemas educativos de la escuela.Al respecto recordaba que el atractivo que ejerce el empleo de la tecnología en la escuela, que daba lugar a promesas de salvación infundadas, no es nuevo.Thomas Alva Edison, por ejemplo, predijo en 1922: "El cine revolucionará nuestro sistema educativo y (...) en unos pocos años, reemplazará en gran medida, si no totalmente, a los libros de texto".William Levenson, director de las escuelas públicas de Cleveland, decía en 1945 que "llegará el día en que una radio portátil será tan habitual en el aula como el pizarrón".¿Quién somete a quién: la escuela a la tecnología o viceversa?
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