UNA MIRADA SOBRE LA CONDUCTA DEL HOMBRE
La evolución de la humanidad y el resultado absurdo de la guerra

Tratar cuestiones de influencia étnica en la evolución de la humanidad es exponerse a herir susceptibilidades. No obstante ello, es un problema de a quién así le sucede. El pensar no puede tener límites y cada uno posee la libertad de expresarse.
Luis Alberto Dalcol*
En general, los grupos humanos tienden a diferenciarse para obtener una mejor ubicación social. Así, buena parte del mundo nos considera a los argentinos como agrandados, inflados en nuestra autoestima. A este concepto se lo sintetiza con humor en que: “el mejor negocio es comprar un argentino por lo que realmente vale y venderlo por lo que cree que vale”.
De igual forma algunos teutones, en épocas pasadas, se sintieron también superiores a otros e intentaron imponer - por la fuerza - una sociedad aria con el propósito de mejorar la civilización.
Asimismo, con otras formas, algunas personas del pueblo judío tuvieron planteos de distinción en asuntos de erudición basados en la brillante actuación e influencia en el mundo de personalidades de su religión.
Así se podría continuar con la consideración de poblaciones de otros terruños o creencias que ayudaron a conformar nuestra cultura en el rumbo que ha tomado y toma nuestra sociedad global; que por otra parte es muy diversa.
Hoy sabemos que en su composición somática el hombre no tiene diferencias. El análisis del genoma humano demostró que no existen componentes que distingan al hombre en su conformación física. En la vida vemos personalidades destacadas de todas las razas sin distinción étnica ni ética, concepto que es universal.
A la moral sí la hallamos localizada. Desde lo moral somos distintos, porque no consideramos igual lo que está bien de lo que está mal, de manera uniforme en todo el planeta. Por ende la conducta del hombre, su proceder, obedece a cuestiones delimitadas. Allí la historia, las costumbres sociales, las religiones y otras cuestiones han marcado distintos modos de formar a la persona. Su instrucción, su educación, su valoración respecto del esfuerzo y el mérito, su convivencia y acatamiento al orden, entre otras, han perfilado distintos a los humanos.
No obstante lo expuesto veamos los resultados; no los buenos, que son muchos, sino el ejemplo de uno malo que no se ha sabido solucionar como es el de la guerra. Sorprende la continuidad del aberrante hecho bélico, tan ancestral. Incluso con la participación de culturas muy avanzadas que aún no han percibido cómo superar este extravío que, básicamente, pretende legalizar el despojo territorial con costo de vidas humanas inocentes.
Por ello más que preocuparnos por la preeminencia cultural de unos sobre otros, debiéramos avergonzarnos de algunos resultados como el citado.
En la humanidad presente, el valor de la fuerza aún supera con holgura al valor del diálogo y de la razón. No hemos sabido crear una estructura supranacional que involucre a todas las posiciones y que goce del respeto y el acatamiento a sus decisiones. Se arma el conflicto y se conforman bandos radicalizados en cada parte que no pueden conciliar. Como coronación, hasta se animan a pronosticar cuánto tiempo más durará la guerra.
*Contador