La fascinación que genera el delito
Los argentinos vienen siguiendo con atención, y en gran medida con fruición, las alternativas que rodean el caso de la "triple fuga" de General Alvear. ¿Qué nos lleva a querer saber tanto de esta historia?Más allá del lado político de la historia -su repercusión sobre la vida del Estado es evidente- esta trama delictiva tiene los condimentos propios de la las clásica películas de criminales.Todo nos sumerge en un policial en capítulos, con suspenso, dramatismo y mucho misterio. Primer la increíble fuga de los hermanos Cristian y Martín Lanatta y Víctor Schillaci.Luego la cinematográfica persecución de las fuerzas de seguridad, en la que se destaca la astucia de los delincuentes, evadiendo todos los controles, desplazándose de una provincia a otra, enfrentándose a los tiros con policías y gendarmes.La determinación y convicción de los prófugos impactó de tal modo en la opinión pública que la flamante ministra de Seguridad, Patricia Bullrich llegó a aclarar que se trataba de sujetos "peligrosos capaces de cualquier cosa".Los canales de televisión vienen haciendo una cobertura minuto a minuto de la persecución, cual si se tratase de un "reality" argentino. Y lo hacen porque así lo pide la audiencia que parece querer saciar una curiosidad que roza lo morboso.La voracidad a la hora de brindar y consumir este tipo de información acaso puede ser encasillada en el "amarillismo" o sensacionalismo mediático.Lo cierto es que el "genero policial" siempre gozó de vigencia y prestigio. Porque se lo ve como el único lugar del periodismo donde perduran las emociones humanas.Aquí hay muerte, sexo, traición, lágrimas, pasión. Y el público, al consumir estas historias, percibe un drama de verdad. El policial, en suma, sería el que más se acerca a lo humano y sus pasiones.Pero además hay una atracción y una fascinación por la conducta desviada, por los comportamientos que desafían la regla social. Y no otra cosa es el delito: un desafío al orden social.Una persona es un delincuente pues cometió un delito, o sea, un acto antijurídico que el derecho o sistema legal de un Estado califica como tal, y sanciona con una pena.Hay también curiosidad por saber cómo funciona una mente criminal, la psicología de aquellos que viven en el submundo de la mafia (en este caso del narcotráfico) y que, al decir de Bullrich, "son capaces de hacer cualquier cosa" (como matar a sangre fría).¿Qué lleva a una persona a desafiar la sociedad y a estar dispuesta a los peores crímenes? Desde la sociología, la conducta desviada es producto del sistema social.El sociólogo estadounidense Robert Merton, por ejemplo, dice que las personas tienen conductas desviadas cuando la cultura en la que viven estimula deseos que no pueden ser satisfechos por medios socialmente aceptados.Desde la psicología, en cambio, se pone énfasis en el aspecto individual. Muchos sujetos que están en las instituciones penitenciarias padecerían algún trastorno antisocial de la personalidad.Desde aquí se habla, además, de que el criminal sufre una falla en su mecanismo mental inhibitorio, que no le permite reflexionar ni controlar sus impulsos antisociales.Además, detrás de todo delito suelen desencadenarse los mecanismos más oscuros del alma humana, como la venganza, la traición y la ambición.El dinero, sobre todo, es otra de las causas que producen verdaderas tragedias. Y suele estar estrechamente ligado al poder (¿Se busca el dinero para tener poder o a la inversa?).
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