La forma republicana
Hace una semana comentábamos un fallo judicial que traía alivio pasajero -no solución de fondo- sobre la captación compulsiva de reservas, en cuanto suspendía su concreción. Suponíamos que el tema finalmente se definiría cuando el Congreso se avocara al tratamiento del DNU que afectaba esos fondos.Por Gustavo Rivas Pese al desequilibrio republicano que el propio conflicto evidenciaba, todavía quedaba un atisbo de orden y previsibilidad. Pero al día siguiente, el Poder Ejecutivo cortó el nudo gordiano: resolvió "cumplir" formalmente con la justicia, derogando el DNU 2010/09 cuyos efectos aquélla suspendiera. Los reemplazó por otros dos, en los que sólo variaban el número de orden y la fecha, pero con similar contenido, fundamento y montos. Luego de escuchar su anuncio ante la Asamblea Legislativa y celebrar "la vuelta a la cordura", los legisladores -incluidos oficialistas- se enteraron recién al salir del recinto, que las reservas ¡ya habían sido transferidas! Luego se publicaron ambos decretos en una edición extra del Boletín Oficial; así de sencillo.Repuestos de la sorpresa, algunos de sus adherentes rescataron lo hecho por la Presidenta como una singular muestra suya de habilidad política que había dejado en off side a la oposición, el parlamento y la justicia.Es en todo caso, una victoria a lo Pirro, porque algo más importante que todo esto se ha perdido en esta semana: ese atisbo de orden que quedaba, ya no está más. En efecto, al día siguiente se concretaron algunos pagos con parte de las reservas; luego la Presidenta se refirió a la nueva jueza actuante con términos conventillescos, anunciando de paso, que no pensaba acatarla; la Presidenta del BCRA no concurrió a la citación del Senado y es muy posible que aún cuando se le rechace el acuerdo, el P. E. la mantenga por largo tiempo "en comisión", como hasta el presente.Esto marca sólo un inicio de desorden; ahora ya nada es previsible, nadie sabe lo que va a ocurrir en los próximos meses y los protagonistas de ambos bandos empiezan a preocuparse por restablecer el diálogo.Yendo al fondo de la cuestión -que es grave- cabe preguntarnos por qué razón los presidentes de otras naciones con constituciones republicanas como la nuestra, no realizan -ni se les ocurre- desplantes tan originales o creativos.Muy sencillo: porque en esos países, el principio que acá volvimos a escuchar "todo lo que no está prohibido está permitido", lo aplican correctamente: es sólo para los ciudadanos y habitantes. Pues para ellos rige el principio básico de la libertad. En cambio, para los gobiernos, rige el de sentido contrario: no pueden avanzar más allá de lo que expresamente le autorizan las constituciones y las leyes.Ellas, al fijar límites que los poderes no pueden invadir, aseguran en el otro plato de la balanza, la libertad y garantías de los ciudadanos.Acá en cambio, con similares normas, el principio se interpreta al revés: el gobierno puede hacer todo lo que no le esté expresamente prohibido. Entonces, como a la Presidenta no le está prohibido hacerle pito catalán a la justicia, cambiando un decreto que ésta ha suspendido por otro idéntico y ejecutarlo velozmente para evitar que se lo frenen de nuevo, según esa curiosa interpretación, lo puede hacer porque está dentro de sus facultades.Si así fuera, la solución sería prohibir en la Constitución todas las posibles acciones de un gobierno que pudieran extender en exceso sus poderes. Eso sí: la Constitución tendría 10 veces más artículos que el Código Civil. Casi tan absurdo -siguiendo ese razonamiento- como autorizar desde el lado opuesto, todo lo que la gente está autorizada para hacer. El texto sería más extenso que el del genoma humano.Pero hay algo importante que nos diferencia de esos países, más allá de la letra Constitucional. Es la tradición republicana que forma parte de su cultura y se transmite entre generaciones por vía de la Educación. Nosotros hace rato que no enseñamos Instrucción Cívica; las nuevas generaciones no saben p. ej., cómo funciona la división de poderes. Y aún en nuestra constitución, hay conceptos-válvula que por sí marcan el rumbo. Uno de ellos es el de la "forma republicana de gobierno" que mencionan los arts. 6 y 33. Brújula orientadora que acá ha dejado de funcionar pero en las democracias verdaderas alumbra cualquier interpretación.Obviamente semejante inversión del orden, genera casi en forma instintiva, el refugio ante la justicia. Entonces nuestros jueces, que normalmente deben cumplir su función en un ámbito exento de presiones y ajetreos, se ven compelidos a dirimir numerosos conflictos de otros poderes y sin querer, se encuentran casi gobernando. Así p. ej., los jueces han tenido que disponer cuáles servicios debe prestar un hospital y hasta han repartido la cuota Hilton entre frigoríficos. Hace unos años la justicia receptaba ¡5000 amparos por día! por el corralito: más que todos los que se habían presentado desde que el orígen de esa acción. Esto se da con un agravante: las cuestiones gubernamentales terminan en la Corte Suprema de Justicia, ya abarrotada con miles de juicios jubilatorios y de otra índole, causados por gobiernos que no hicieron sus deberes. En otros países, Francia, España, Alemania y Chile, existen órganos específicos de control constitucional y/o administrativo, que trabajan aliviados porque los allí conflictos son la excepción. Acá todo va a una misma justicia colapsada por las restantes causas.Tanto hemos olvidado el principio de los límites al poder, que muchos creen ver en sus impulsores, motivos destituyentes o palos en la rueda. Olvidan que se ha llegado a esto por una acumulación en muchos años, al punto de que el gobierno actual, con sólo los poderes que ha tenido hasta ayer, ostenta una acumulación como no los ha tenido ningún otro electivo de la historia.No será fácil volver a los cauces desbordados. Como las crecidas de nuestro río, el proceso dejará secuelas. Pero sólo se logra recuperando ¡la cultura y forma republicana de gobierno!
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