La guerra mercantil se traslada al interior
Shoppings, "saladitas" y pymes pelean por un lugar en el mercado de consumo, sobre todo en el interior del país. Los actores, con estrategias y argumentos propios, entablan una fuerte competencia.La expansión del formato de "La Salada" ha sido la novedad de estos años. Sus defensores consideran estas "ferias" como una herramienta de supervivencia de los sectores sociales marginales.Por un lado hay un sistema productivo "alternativo" que logra colocar sus mercancías en estas bocas de expendio, mientras que sectores de bajos ingresos logran conseguir artículos a muy bajo precio.Los sectores populares encontrarían allí la satisfacción de sus necesidades, al igual que un tipo de industria que las abastece y satisface. Es decir, es un complejo que integra producción con demanda asociada. La experiencia es vista por algunos teóricos como la expresión de un "modelo de inclusión" económica y social.Sus detractores, en cambio, critican la "elusión y evasión tributaria" sobre las que descansan las "saladitas", y dan a entender que esa ventaja fiscal es la que las vuelve sustentables.Desde esta óptica, la plusvalía de estos formatos populares estribaría en el no pago de impuestos. Su desarrollo territorial, en este sentido, no podría darse sin el consentimiento de las autoridades encargadas de la recaudación, según las distintas jurisdicciones (nacionales, provinciales y municipales).De hecho hay quienes piensan que hay un reconocimiento oficial a este fenómeno que se va extendiendo en el país. Quienes se ven amenazados por esta expansión, concretamente las pymes mercantiles, ya han empezado una movida de autodefensa.La Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), que nuclea a los comerciantes establecidos, ha salido con los tapones de punta contra este tipo de "pseudocomercios", según expresión de Mauro González, subsecretario de la entidad.González, que se halla en Entre Ríos para participar en Chajarí el miércoles en la caravana "sí a las Pymes", en rechazo a la radicación de grandes superficies comerciales, habló del "avance nefasto de emprendimientos de competencia ilegal similares a La Salada que, desde la provincia de Buenos Aires se está queriendo expandir hacia el interior del país".El punto es que en las provincias hay bolsones de consumidores ávidos de obtener los productos ofrecidos con absoluta indiferencia de su origen y situación tributaria en tanto los precios responden a sus posibilidades. Y aquí radicaría el "éxito" de las polémicas ferias.A todo esto, el diario La Nación, en su edición de ayer, anoticia que "los shoppings avanzan con paso firme hacia las ciudades del interior, tentados por un consumo con mayor potencial de crecimiento en esos centros urbanos".Allí se afirma que se multiplican los proyectos de centros comerciales en las provincias y más jugadores se suman a la actividad. "Para crecer como shopping tenés que empezar a mirar el interior", fue la definición de Martín Malara, desarrollador y gerenciador de este tipo de formato.Las cadenas están haciendo foco en ciudades de provincias donde ven un resquicio para expandir sus negocios. Esto supone, en teoría, entablar una guerra con el comercio establecido en las localidades, el cual se apresta a rechazar la "invasión" de las grandes superficies, como está pasando estos días en Entre Ríos.A la luz de esta pelea entre actores de la oferta mercantil, cabría preguntarse en qué medida no refleja ella la fragmentación existente en el mercado, que a su vez es reflejo de la estructura social y productiva del país.
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