PASTORAL DEL DUELO Y DEL ALIVIO
La historia de dos personas que transformaron su dolor y ayudan a otros a transitar el duelo
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Marcados por el dolor y sostenidos por la fe, Damián Cano y Stella Zappaz crearon un espacio donde las personas pueden hallar consuelo, compartir sus historias y sanar junto a otros.
Acompañar el dolor, aliviar el sufrimiento y recuperar la esperanza cuando la vida se quiebra. Esa es la misión de la Pastoral del Duelo y del Alivio que funciona en la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús (Bv. Daneri 401). Allí, todos los jueves, quienes atraviesan pérdidas, enfermedades, angustias o duelos encuentran un espacio de escucha, oración y contención.
Al frente de esta tarea están Damián Cano y su esposa, Stella Zappaz, quienes desde hace años dedican su vida a acompañar a personas que atraviesan procesos de duelo. El origen de esta misión no fue casual: estuvo marcado por una perdida y también por una experiencia espiritual transformadora.
“La verdad, el Señor se encargó de todo”, dijo Damián al recordar cómo nació este espacio. Primero fue la Pastoral del Alivio, dedicada a visitar enfermos y hogares de ancianos. Luego, acompañar a un matrimonio que acababa de perder a su hijo, lo que llevó a profundizar sus conocimientos en el tema hasta conformar la actual Pastoral del Duelo.
Pero el camino empezó mucho antes. En 1998, Damián y Stella perdieron a su hija, María Belén, un hecho que marcó un antes y un después. “Durante 9 años mi vida fue un terrible caos. Llegamos a tanta desesperanza que, tanto Stella como yo, intentamos suicidarnos”, recordó.
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En 2007, decidido a abandonar a su familia (su esposa y dos hijos de cuatro y ocho años), tuvo una experiencia que lo sacudió: “Dios tenía otros planes. La noche antes de irme, en un grupo de oración sentí como nunca antes, la presencia de Dios en mi interior. Sentí que estaba mal irme, que mi soberbia, mi egoísmo, mi falta de fe, de esperanza y de amor, estaban arruinando mi vida, y a la vez la de mi familia. Estaba muerto en vida”. Esa noche volvió a confesarse después de muchos años.
“Llegue a esa Parroquia vacío y destruido por dentro, con muchas heridas interiores. Tres horas después, salí renovado, con esperanza. El amor de Jesús me rescató de estar hundido en un pozo muy profundo”, confesó Damián, y agregó: “Fue un proceso muy largo de recuperación, pero el Señor puede sanar, incluso, el dolor por la muerte de una hija. Y si lo hizo con Stella y conmigo, un gran pecador, puede hacerlo con quien esté dispuesto a recibir su amor”.
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Esta búsqueda de sanación los llevó a acompañar a otros, y darles herramientas que, para ellos, fueron esenciales en los momentos de más oscuridad. “Queremos llevar el consuelo y la paz que Jesús nos regaló, a las familias que todavía sufren dolor”, resaltaron. La pastoral trabaja sobre dos pilares: consuelo y esperanza.
Para Damián, “el consuelo es estar junto a alguien para aliviarlo”. No se trata solo de hablar, sino de acompañar, escuchar, sostener. “Recibimos consuelo del Señor para darlo a los demás”. La fe ocupa un lugar central, y va de la mano de la esperanza: “La fe es la garantía de los bienes que esperamos, la certeza de lo que no se ve. Sabemos que Dios está, que camina con nosotros, que no retira su misericordia”.
Pero, ¿qué decirle a quien ya no ve motivación en la vida? Damián admitió que estar en su lugar es una responsabilidad enorme, y que una de las cuestiones a transmitir es que se requiere de mucha oración: “Oración de escucha y oración de estar, a veces en silencio, para que sea Dios quien los consuele, fortalezca, les dé luz, les dé su paz”.
En segundo lugar, es necesario ofrecer ayuda, y esperar a que la persona quiera recibirla: “Muchos no quieren recibir ayuda, están bloqueados. A mí me ha pasado por nueve tristes años”, explicó Damián y ejemplificó: “Jesús le hace una pregunta a un paralítico: ‘¿Quieres sanarte?’. Puede parecer una pregunta desubicada. En cambio, es una pregunta necesaria, porque, cuando uno se encuentra bloqueado, puede también faltarle la voluntad de querer sanar. A veces preferimos permanecer enfermos, obligando a los otros a ocuparse de nosotros. Les echamos culpas a los demás. Decidimos no hacer algo con nuestra vida, evitamos asumir las propias responsabilidades. Tenemos una visión fatalista de la vida. Pensamos que las cosas nos pasan porque no somos afortunados. Estamos desanimados, derrotados en la lucha por la vida. Por ello, hay que ser muy prudentes, y tener mucha paciencia”.
Damián detalló las actividades de los encuentros de los jueves a las 17 horas en el Sagrado Corazón: “Se ora para ayudar a la gente a conectarse con su interior, abrazados a Jesús. Se ora con la Palabra de Dios, y con música católica (nos acompaña el grupo ‘Sinodal’). También enseñamos la importancia de los Sacramentos: Eucaristía, confesión y unción de los enfermos. Terminamos con la Adoración del Santísimo, Jesús Vivo, que se hace presente para sanar nuestras heridas. Ofrecemos a formar parte del grupo de oración de WhatsApp y, para quienes lo deseen, ayuda en acompañamiento espiritual”.
Uno de los ejes centrales es escuchar historias de vida: “El testimonio, es decir, el haber sido testigo del paso del amor de Dios por tu vida, impulsa a otros a creer que también puede hacerse presente en sus vidas. Hemos visto cómo personas que han perdido hijos, sanan sus heridas y se dedican a ayudar a otros, como nosotros”.
“Un joven que pasó por la Pastoral tiene un fuerte testimonio de cómo perdonar te sana: un familiar asesinó a su madre, y cada vez que lo ve levanta sus brazos al cielo y dice: ‘Dios es grande, me permitió perdonar al asesino de mi madre’”, relató Damián.
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El crecimiento de la Pastoral enfrenta actualmente desafíos logísticos, humanos, formativos y de difusión: “Somos frágiles, limitados, con duelos por resolver. Pero hemos sido encontrados por el amor, y eso lo cambia todo. La persona que, luego de sufrir cosas terribles, experimenta el amor de Dios, no quiere irse nunca de su lado. ‘Den gratuitamente, porque reciben gratuitamente’, dice el Señor. Por todo eso confiamos plenamente en que él se encargará de guiarnos, sostenernos y corregirnos”.
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Por eso consideran que la vinculación con otras instituciones de la ciudad (iglesias, organizaciones sociales, salud mental, instituciones educativas) es clave para hacer sinergia con esta labor: “Trabajar juntos en la diversidad, nos hace fuertes”, realzó Damián.
El mayor deseo de Damián es que quienes pasen por la Pastoral puedan experimentar lo que él mismo vivió: “Que cada corazón se llene del amor de Dios, porque transforma tu vida para siempre, te sostiene, te rescata de oscuridades, te levanta del pozo donde te llevan las heridas del pasado. Te permite cambiar, mejorar, crecer. Y es un amor gratuito, solo tenés que decir: ‘Sí, Jesús, quiero recibirte, para luego seguirte’”.
La Pastoral del Duelo y del Alivio se enfoca en una realidad: nadie debería transitar el dolor en soledad. Se practique una religión o no, todas las personas pueden sufrir por diversos motivos. Es un deber, por qué no, compartir una herramienta más para que, quien lo necesite, salga de la oscuridad. Para más información, quienes necesiten pueden comunicarse al +54 9 3543 614925.
Links:
Todos los Talleres Playlist: https://www.youtube.com/watch?v=Ulv0htqrDiM&list=PLdHia4lBiOim81kiFazZG2mwCwUiwxWyy
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