La importancia de tener buenas aceras
La municipalidad de Gualeguaychú está dando pasos tendientes a exigir a los frentistas que reparen sus aceras en mal estado, so pena de ser multados. ¿Pero por qué es importante contar con buenas veredas? Los urbanistas sostienen que las aceras son la expresión más simple del espacio cívico. En principio reconocen la importancia del peatón, a quien protegen de la agresión de los vehículos.Por otro lado, es una suerte de encrucijada donde tiene lugar el cruce o la transición entre lo público y lo privado. Gracias a ellas, los peatones pueden caminar con libertad, favoreciendo los encuentros vecinales, alimentan el comercio y son hilos conductores de vida urbana.Cabría decir, a la luz de esta definición, que al igual que otros elementos o infraestructuras urbanas (arbolado, plazas, calles, etc.) reflejan la idiosincrasia de una comunidad.No es lo mismo toparse con una ciudad que tiene un buen sistema de aceras, bien diseñado, construido y, sobre todo, mantenido, que con una ciudad donde predominan veredas estrechas y tortuosas, caracterizadas por restos de mil intervenciones pasadas, desniveles, huecos y grietas.Cada elemento y aspecto de una ciudad refleja el alma y la mentalidad de sus habitantes. Y a la vez son un síntoma de si existe o no un plan urbano, una visión global de ciudad.Las veredas de Gualeguaychú, por tanto, dicen mucho acerca de sus vecinos, de su gusto estético (tratándose de una prolongación del frente de su propia casa), del concepto que tienen sobre el espacio cívico y sobre el resto de los convecinos (peatones).Una acera en cualquier lugar civilizado es una superficie continua, frecuentemente arborizada, bien iluminada, en donde el revestimiento, el mobiliario urbano y el paisajismo han sido diseñados para la comodidad del transeúnte y para dar un sentido de unidad, de orden y de placer estético.¿Qué dice el estado de las aceras de Gualeguaychú, una ciudad con pretensiones turísticas, y por este motivo doblemente obligada a tener una dotación urbanística más exigente?El Concejo Deliberante de la ciudad acaba de sancionar una ordenanza recordando que la responsabilidad principal de la construcción, mantenimiento y conservación de las veredas es de los propios frentistas.Cada vecino frentista debe responder, por tanto, por el estado de su tramo de acera. De aquí se sigue que si las veredas se encuentran rotas o en mal estado -lo que genera riesgos para los transeúntes, sobre todo para las personas con alguna discapacidad- es el propietario el encargado de resolver el inconveniente.Esta normativa abre la puerta para que el municipio empiece a exigir a los frentistas que reparen sus veredas, bajo pena de que les aplicará una multa si no obran en consecuencia.Según la ordenanza, en aquellos casos en que el propietario frentista sea el Estado (nacional, provincial o municipal), éste deberá hacerse cargo de la construcción, arreglo y mantenimiento de la vereda en cuestión.En los casos en que la acera sea afectada por algún trabajo público (colocación de semáforos, alumbrado, demarcaciones, corte de raíces, y demás), cuyas rotura no sea imputable al frentista privado, los organismos estatales intervinientes deberán extender a éstos una constancia en la que se acredite que no son responsables de los daños.Cabe agregar que Gualeguaychú tiene una peculiaridad: fue diseñada en el siglo XVIII siguiendo el típico modelo español de damero (perfecta cuadrícula), uno de cuyos rasgos son las aceras angostas.
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