La independencia en la era de la globalización
Dos siglos atrás la Argentina rompió con los reyes de España y con "toda dominación extranjera". ¿Qué sentido tiene ese gesto de "independencia" en una época donde rige lo "transnacional"?La declaración del Congreso de Tucumán, que fue el final del proceso abierto el 25 de mayo de 1810, fue el acto de soberanía que faltaba para dar nacimiento a la Nación argentina.Independencia significa que un Estado no es tributario ni depende de nadie. Sin embargo, digamos por lo pronto que dicho principio político está en crisis, si se lo confronta con el proceso globalizador en curso.La pregunta es, ¿qué tan soberana e independiente es hoy, por caso, la economía argentina, base material del Estado nacional? Esta pregunta empezó a circular en la Argentina luego del Centenario (1910).El pensamiento nacionalista incubó la idea, entonces, de que la independencia tiene que ver con la capacidad de decisión nacional sobre el rumbo de la economía y el perfil productivo.Era la época en que se cuestionaban los términos de la relación con el capital extranjero, sobre todo británico. Y que se demonizaba al "modelo agroexportador", diciendo que había que crear una "industria argentina".¿Cuál fue el saldo histórico del nacionalismo económico? Más allá de la retórica de utilería, de los discursos patrióticos tribuneros, los datos fríos de la realidad desmienten ese ideario.La Argentina no sólo sigue siendo agro-exportadora -depende de las ventas de un producto: la soja- sino que su economía es una de las más transnacionalizadas del globo.Hoy no existe, por lo menos en los núcleos fundamentales de la actividad económica de la Argentina, empresariado nacional. Los jugadores internacionales son los que predominan. Además dicha matriz corre pareja con la concentración económica.En el padrón de las primeras 200 empresas, 128 son extranjeras, 58 son locales, 7 son estatales y 7 son asociaciones entre grupos argentinos y capitales extranjeros.Eso revela un estudio de la cúpula empresaria realizada por el economista y legislador Claudio Lozano. Según él, la extranjerización no ha parado de profundizarse: en 1997 representaba el 64,3% de las ventas; en 2005, el 75,8%, y en 2007, el 77,3%.Las transnacionales, que giran capitales a sus casas matrices, tienen una presencia estructural en la economía argentina. ¿Qué ha pasado con las empresas nacionales?Más allá de las explicaciones -hay para todos los gustos- lo cierto es que los capitalistas argentinos han preferido vender sus empresas a titulares foráneos y poner sus ahorros en el exterior (algunos para vivir de renta).No es un dato menor, asociado a ese fenómeno, que el dinero de los argentinos depositado en el exterior sea cuantioso (se dice que supera los 150.000 millones de dólares), y que la "fuga de capitales" sea un deporte nacional.Por tanto, y en relación al concepto de independencia, ¿qué tan autónomo es un país cuyas principales decisiones de inversión se digitan desde afuera?Entretanto, el dato contemporáneo es la creciente inadecuación de los poderes nacionales para gestionar los problemas globales. La reciente crisis del capitalismo ha puesto al descubierto la tremebunda fragilidad del Estado."Es la paradoja de nuestro tiempo. La globalización ha creado enormes oportunidades e impulsado grandes avances. Pero frente a los graves desafíos transnacionales que también acarrea, se yerguen las maquinarias estatales, que sustancialmente siguen respondiendo al diseño constitucional de los siglos XVI y XVII y que ya no se adaptan al tiempo moderno. Esa brecha entre problemas globales y medios que han permanecidos locales se amplía a ritmo vertiginoso y es potencialmente peligrosa", ha dicho David Held, politólogo de la London School of Economics.La impotencia del Estado en el siglo XXI, que pone en duda la supremacía de la política en las sociedades, es otro dato que invita a repensar el concepto de independencia.
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